Capítulo 26.- Quédate.

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Narra Ryan.


Empecé a notar los rayos de sol que se colaban por las cortinas y... a quién engaño. Me desperté porque mi chica había pegado un bote en la cama que casi me tira al suelo. Pero no importa, la quiero igual.


-¿Qué pasa? -Pregunté mirándola. Es guapa hasta recién levantada.

-¿Qué hago aquí? ¿Por qué estoy en tu cama? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no me acuerdo de nada? -Estaba un pelín estresada, solo un pelín.

-A ver, Jess, relájate. Te lo explico todo pero estate tranquila.

-Vale, estoy tranquila.

-A ver, te emborrachaste.

-Imposible.

-Imposible no es. Porque anoche te emborrachaste. ¡No me interrumpas!

-Vale, vale... Perdón. Continúa.

-Te emborrachaste porque estoy completamente seguro que Tyler le echó algo a tu bebida, o cualquier cosa, lo hace mucho, pero bueno, si te sirve de consuelo, lo hace cuando él ya está como una cuba.

-¿Me drogó?

-¿Qué? ¡No! A lo que me refería con echarle algo a tu bebida, es que a lo mejor, si te bebes un refresco, cualquier cosa, él le puede echar algo de alcohol, pero muy poco. Entonces, tú crees que como no estás bebiendo alcohol, pues quieres más refrescos, entonces bebiste probablemente, el doble que toda la gente que había en la fiesta.

-Bueno, vale, lo de la borrachera se queda ahí. ¿Qué hago en tu cama? ¿Qué ha pasado aquí?

-No ha pasado nada, cuando estabas abajo y te vi borracha casi me da un ataque, entonces te subí aquí para que te despejaras, te sentaste en la cama y terminaste tumbándote y quedándote dormida. -Omití la parte de que me quería violar, aunque si pregunta, se lo diré.

-¿Hice alguna tontería...? -Preguntó tímida.

-No, al menos, desde que estuviste conmigo no.

-Y... ¿Te dije algo o...?

-Puede. -Y me empecé a reír.

-¿Qué hice? ¿Qué dije? Que vergüenza. -Se tapó la cara con las manos y la abracé.

-Fue muy divertido. No tienes que avergonzarte, soy yo.

-Por eso mismo me averguenzo, porque eres tú. ¿Qué hice?

-Me querías violar.

-Me estás jodiendo...

-La verdad es que no, deseas este cuerpito y lo sabes. -Dije pasándome las manos por el cuerpo.

-No eres para tanto.

-¿Perdón?

-Perdonado. -Me dio un beso en la mejilla y se bajó de la cama.

-¿Dónde vas?

-A mi casa.

-¿Tan pronto? Si no has desayunado.

-Pero...

-Quédate.

-Pero ¿y mi hermano? Estará preocupado.

-¡Que la mermelada es mía, imbécil! -Oí la voz de mi hermano en la planta de abajo, ¿con quién está peleándose?

-¡Comparte un poquito, espero que tu hermano no sea igual con mi hermana, porque sino le cortaré las bolas! -Tragué la poca saliva que me quedaba en la boca después de oír eso, ¿qué tiene contra mi este tío?

¡Piérdete! -EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora