Capítulo 27.- Clases de conducir.

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Narra Ryan.


Estaba esperando a Jess apoyado en mi moto, cuando la veo salir de su casa con cara de haber visto un fantasma. Me acerco a ella riéndome.


-¿Asustada?

-Muchísimo. Y la verdad es que no sé qué te hace tanta gracia. -Dijo notablemente molesta. Sinceramente, me parece muy sexy cuando está enfadada, así que, dejémosla así.

-Me hace gracia que yo te vaya a enseñar a conducir una moto. Aunque la idea también me encanta.

-¿Y eso por qué?

-Pues... -Me acerqué más a ella. -Imagínate. -Le cogí la mano. -Mientras que te enseño yo voy sentado detrás de ti, abrazado a ti, ayudándote a manejar la moto... -Cada vez bajaba más mi tono de voz y vi como se le erizaban los vellos del brazo. Pero como yo no soy tan romántico, me quise ''cargar'' el momento. -Hasta que nos caigamos y nos abramos la cabeza.

-¡Ryan! -Dijo asustada. -No nos vamos a caer, al menos espero que no. ¿Por qué has tenido que cargarte el momento? ¡Lo peor es que esta vez lo has hecho a posta!

-¿Tú crees?

-¡Estoy completamente segura!

-Pues que lista es mi chica. -Sonrió en cuanto dije que era mi chica.

-Bueno, ¿empezamos ya o qué? Porque conociéndome no acabaremos hasta el mes que viene.

-Aprenderás rápido, ¿no ves que tienes a un profesor extremadamente sensual?

-¿Y qué tendrá que ver? Además, ¿no me ibas a enseñar tú? -Sé que lo dijo para molestarme pero no pude evitar reírme.

-Hay veces que eres muy molesta.

-Si tú no dejas de bromear sobre el temita, tendré que devolvértela.

-Y me parece perfecto.

-¿Por qué eres tan raro?

-¿Soy raro?

-Mucho.

-¿Y eso? -Me miró confundida y de repente se dio un golpe en la frente. ¿Pero qué...?

-¡Empecemos ya, por favor!

-Como la dama quiera. -Le señalé que se sentase en la moto, y lo hizo con bastante rapidez. -Vas aprendiendo.

-Pero si todavía no he hecho nada.

-Te has sentado en la moto rapidísimo.

-Si supieras por qué me he sentado rápido... -Dijo en voz baja pero aún así logré oírla, aunque no quise preguntar el por qué se había sentado tan rápido.

-Arranca la moto.

-Muy bien genio, te recuerdo que solo me he montado dos veces en moto y las dos veces han sido contigo. Y no me fijaba en como arrancabas la moto. -Se me olvidaba ese detalle.

-¿Entonces en qué te fijabas?

-En tus brazos cuando... ¡Deja de distraerme!

-Pero si eres tú la que me estás distrayendo a mi.

-¡Pero serás...!

-Bueno, venga. -Me senté detrás de ella y la noté tensarse, apoyé los brazos en los manillares ya que, las primeras veces que conduciese, tendría que ayudarla. -La llave está puesta, solo tienes que tirar de este manillar hacia atrás... -tiré del manillar y la moto se arrancó. -Es fácil.

¡Piérdete! -EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora