Capítulo 9

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Hola <3 solo quería recordarles que me ayudan muchísimo votando y comentando. Así me harían saber que les está gustando. Gracias

Venezio

El contraste de la cálida piel de Zaira con los anillos helados que yo portaba en mis dedos, era de alguna manera algo que me excitaba. Afiancé mi agarre en la carne de sus caderas, subí hasta su cintura y la apreté a mi torso.

—¿Estás seguro que no nos escucharán? —Susurró contra mis labios.

Gruñí en respuesta. Hacía diez minutos que estaba dándole vueltas al asunto, temerosa a ser vistos incluso cuando ella había dado inicio a esto.

—Te dije que no.

Froté mis comisuras y me aparté de su cuerpo.

—No te enojes —Hizo un puchero de labios y tiró de mi corbata para acercarme —. Solo preguntaba, sabes que podemos seguir.

—No me enojo, Zaira. Lo dejemos para luego, ¿bien?

—Venga, no —Insistió —Estoy bien, si quiero.

Sujetó mi nuca para aproximarme a sus carnosos labios. La suavidad de ellos tuvo contacto con mi cuello, zona donde repartió un recorrido de besos hasta llegar a las clavículas. Aflojó mi corbata y metió sus dedos por debajo de mi camisa, tocando cada centímetro de mi torso.

No dudé en agarrar su rostro por su mentón, estampé mi boca con la suya. La fogosidad con la que nos manejábamos, la dureza de sus labios y la intensidad de nuestras lenguas juntas era lo que más me gustaba, y me prendía, de Zaira. La pasión con la que se manejaba, el atractivo y su encanto sin siquiera intentarlo.

—Tengo solo quince minutos.

En media hora reuníamos al equipo de grabación, tenía que dar el okey para empezar y aún no había supervisado cómo habían montado todo para la escena. El estrés me carcomía y la idea de descargar un poco ese peso teniendo sexo me aliviaba.

—Tranquilízate un poco, si llegaremos.

De repente me empujó para hacerme retroceder unos pasos, sonreí gustoso. Sabía lo que haría, conocía cada movimiento de Zaira y sé que ella los míos.

—Permíteme —Susurré.

Hundí mis dedos en su cuero cabelludo, peinando hacia atrás cada hebra. Algunos cabellos de su flequillo largo se escapaban del agarre, aún así la mayoría quedó entre mis manos. Ella me tendió una liga y yo la utilicé para atar el cabello en una cola. Así nos asegurábamos de que no estorbara en su accionar.

—Me debes una —Me sonrió de lado.

—Lo que tú quieras, ahora ayúdame a quitarme un poco de estrés.

La castaña asintió y sin pensarlo se arrodilló en frente de mí. Observé cada movimiento, cada acción de la morena. Primero desabrochó mi pantalón, el bulto de mi creciente erección era más que evidente en esos bóxers y aún así ella se tomó su tiempo para bajar despacio el elástico cosa que me desesperó aún más.

—Preciosa —Llamé entre dientes —. Sé que conoces cada centímetro, no hace falta tomarte el tiempo cuando no lo tenemos.

—No seas ansioso, lindo.

Me sonrió con calma e inocencia, tensé mi mandíbula y la dejé seguir a pesar del dolor que comenzaba a sentir en la zona que no estaba siendo atendida.

En cuánto Zaira bajó lo suficiente mi bóxer, la erección escapó de la tela y rebotó contra mi abdomen. Sonreí airoso, consciente del tamaño. No tardó en sujetarla por la base, para luego acercarla a sus labios.

El arte de enamorarse [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora