Capítulo 37 (PARTE II)

331 45 4
                                    

Astraea

—Yo no le hice una mierda, ¿por qué me culpas? —Venezio reacciona colérico ante la acusación, más no me suelta.

—¿Será porque siempre la lastimas, imbécil? —Logan intenta alejarlo a Venezio para acercarse a hablarme.

Siento el corazón de Venezio acelerarse. No reacciona al comentario de Logan y agradezco, pero está furioso. Y es una verdad, lamentablemente.

—No —Pido alto —, no lo alejes. ¡No me sueltes! Me dijiste que no me soltarías, no me sueltes, joder. ¡Una vez nomas cumple con tu palabra, solo una vez!

Es mío, en este momento al menos. Ni siquiera soy capaz de razonar qué estoy haciendo, ni que consecuencias tiene. No puedo pensar, solo actúo, como si el dolor tomase delantera.

—Astra... —Logan balbucea, está confundido. Me duele, pero no soy capaz de disculparme.

No sé qué pasa.

—Venga, no estás pensando bien, colo —Venezio intenta calmarme. A pesar de lo mucho que le duele, porque lo sé, joder, lo conozco, él intenta apaciguar la situación para que me vaya con Logan —. Quizá esto fue mucho, ¿Sí? Quizá debas ir a dormir ya, yo irme y dejar que Logan te cuide...

—Eso —Logan acaricia mi cabello —, no fue buena idea, cariño. Fue mucho de golpe, no estás pensando bien.

Lo dejo de sentir, Venezio se separa de mí y lo que Logan esté diciendo para calmarme no me interesa porque dejo de escucharlo automáticamente. El corazón se me parte aún más, como si eso fuese posible. Cómo puede se coloca unos bóxers rápido, el rizado ya los tiene.

Y yo. Yo estoy desnuda, expuesta y sintiéndome una jodida mierda. La vergüenza me invade y me abrazo a mi misma, mientras intento que el sollozo no sea audible.

—¿Por qué me has hecho esto? —Balbuceo —, ¡mírame! ¿Es porque no valgo nada? ¿Porque no soy tan linda como Zaira? Hice esto por ti, Dios, porque quería que vieras que salí de mi zona de confort y exploré otras cosas en la sexualidad. Por y para ti, para que no me dejes.

«Para que no me dejes...»

Tengo frío, abrazarme a mí misma no es suficiente para calmar la vergüenza que siento. Alzo la vista, para finalmente verlos; Venezio me mira con dolor, como si me tuviera lástima y eso me presiona aún más en el pecho. Intenta cubrirse, pese a estar sentado a mi lado, y puedo distinguir que ni siquiera acabó.

—Oh, Dios, tú ni siquiera... —Señalo, las manos me tiemblan apenada y el llanto es más fuerte —. ¿Estoy fea? ¿es eso? ¿estoy...?

—No —Me acalla alzando el tono de voz, firme —, no, no, no, no. No, no, joder, no, nunca.

Está mirando sus propias manos, no lo oculta, distingo el temblor también en las suyas. Cierra sus puños con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos. No quiero desatarle un ataque de ansiedad, la respiración de él se ve agitada, pero no puedo ni pensar en el desastre que yo misma soy.

—Yo... —Logan pasa saliva, veo el brillo de las lágrimas en sus ojos. Frota las comisuras de sus labios y señala la puerta —, voy a irme un momento, ¿sí?

—Logan...

—Tranquila —Aprieta sus labios y se esfuerza en sonreír —, lo entiendo.

Se marcha. El ruido de la puerta es lo último que se escucha entre nosotros. Y luego, mi llanto.

No me lo guardo, lo dejo salir porque quiero arrancarme del pecho la vergüenza y el dolor que siento. Quiero sacarme la daga que me presiona en el medio de mi corazón, como también los cientos de pensamientos que me recuerdan una y otra y otra vez lo imbécil que soy; «Estúpida, fea, inservible, penosa, inútil»

El arte de enamorarse [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora