Capítulo 39

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Astraea

No me culpo por estar sentada en el sofá, viendo una que otra comedia romántica que me haga desear un romance inexistente mientras me atraganto a papas fritas y helado durante la madrugada. Estoy triste y también molesta.

La verdad es que no estoy prestando demasiada atención al televisor, mi cabeza divaga con las imágenes que tengo en mi celular; la prensa explotó con nuestras fotos, todas las redes sociales hablan de nosotros. Supongo que es lo que querían, ¿no?, no lo sé.

Cuando perteneces a este mundo, nunca sabes qué es verdad y qué no. Todo es un desafío en este trabajo lleno de ambición por más poder y fama. Sabes menos tú de ti misma que las redes, que se encargarán de suponer cualquier cosa de ti.

Como que soy una infiel, por haber besado a Logan y que la prensa me haya acosado cuando supuestamente era pareja de Venezio, pero por supuesto nadie dice nada de él, o también que soy una mala persona por haber "abandonado" a mis padres cuando no saben que destino gran parte de mi sueldo a ellos. Y que no debería. ¿Pero qué puedo hacer? Nada, nada de lo que diga cambiará lo que piensan y tan solo espero algún día ser tan fuerte como para que no me afecte la percepción que tienen de mí hasta terminar creyéndome que soy yo el problema.

Los golpes suaves de la puerta me sobresaltan, alejándome de todo pensamiento. Vuelvo a la realidad de repente y en este momento el volumen de la película me suena demasiado alto a como venía escuchándolo minutos atrás, dónde disociar me llevó a escuchar todo muy lejos.

Frunzo el ceño con duda, no esperaba a nadie y menos a la madrugada. El corazón empieza a latirme con fuerza por el miedo, pero la curiosidad es más fuerte y por eso me apresuro a abrir un poco la puerta. Cómo si no pudiesen empujarme para abrirla más y morir porque un asesino entró a mi casa, pero al menos habré descubierto quien era. Con eso ya podría morir satisfecha.

Asomo un ojo en el borde de la puerta cuando comienzo a abrirla despacio, intentando descifrar quién era.

—¿Puedes abrir la puerta bien, Astraea? Si hubiera sido un asesino ya habrías muerto, cómo se te ocurre pensar que abriéndola despacio no podrían... olvídalo, ábrela.

—¡Venezio! —Chillo al reconocer la voz.

—No grites, es tarde y nos van a ver —Se apresura a acallarme y es él quién cierra la puerta detrás de sí —, permiso supongo.

El ojiazul se recarga sobre la puerta, mirándome con los brazos detrás de su espalda. Ninguno se atreve a decir nada, menos yo que llevo pensándolo toda la noche y, ahora que lo tenía frente a mí en plena madrugada, no sabía cómo reaccionar.

Ese es el problema. Que no sé que esperar de Venezio, que su indecisión me confunde y no hago absolutamente nada para frenarlo porque me pesa, me duele y me enoja lo mucho que lo deseo y quiero a mi lado. Tanto que me pierdo y no hago nada para recoger los pedazos de mi que voy dejando en el camino.

—¿No me lo ibas a decir?

Frunzo el ceño.

—¿Decir qué?

Mis ojos descienden por su cuerpo, encontrándome con las manos suyas sosteniendo un pequeño pastel rosado frente a mí. Las lágrimas amenazan con descender, pero me niego a eso y por eso soy brusca a la hora de limpiármelas, él no deja de mirarme expectante y sacudo mi cabeza en negación.

—Feliz cumpleaños, bebé.

—Hoy no...

—Ni siquiera pienses en mentirme, soy tu director y tengo los datos de todos.

Dejo escapar una risa baja, incrédula a la situación. Sí, era mi cumpleaños, más no pensaba festejarlo.

El labio inferior me tiembla, al igual que las manos mientras intento controlar el llanto que amenaza con escapar. Sostengo el pastel y Venezio saca de su bolsillo un encendedor, el cual usa para encender la vela brillosa que se encuentra en el centro.

El arte de enamorarse [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora