Capítulo 24

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Astraea

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Astraea

Era positivo.

La prueba que Zaira sostenía en sus manos indicaba un positivo.

Busqué la mirada de Venezio, incrédula a la situación y pensando que él se reiría y me diría; no te lo creas, colorada, es broma. En vez eso, me reí yo.

—Esto es mentira, ¿no?

—Estúpida —Zaira acercó la prueba a mi rostro, la aparté de un golpe. No quería su orina en mi cara —, ¿eres ciega o no ves el positivo?

Venezio no soltó ni una palabra, se giró dándonos la espalda y con las manos apoyadas contra el lavabo. Su cabeza estaba gacha, no podía observar su expresión, pero por su lenguaje corporal era evidente que estaba disgustado. Tampoco es como que crea que le interesaba, probablemente lo único preocupante para él era su imagen en la prensa y cómo su imperio de "me follo a cualquiera porque soy el rey y hago lo que me salga de la polla" también se vaya al carajo.

Y no me importa cuantas malas palabras esté diciendo.

Estaba molesta, me sentía traicionada. ¿De qué? Es cierto, estábamos trabajando y nada de esto era real, ¿por qué hacerle reclamos que no tenían sentido? Una parte de mi odiaba el sentimiento de angustia que presionaba mi pecho, porque de alguna manera que me costaba admitir me sentía encariñada por él y otra parte me recordaba a mi madre diciéndome lo idiota que era.

—¿No vas a decir nada? —Susurré rendida, en dirección a él. Subió su cabeza, su mirada coincidió con la mía a través del espejo.

—Por supuesto que no dirá nada, si es un imbécil —La morena lanzó la prueba de embarazo al lavabo y posterior a eso se aproximó a él —. ¿Qué te faltó? Follabamos bien, te entendía, te amaba. ¿Qué no te di?

—Silénciate, Zaira.

—Estúpido cobarde de mierda.

Zaira agarró la camisa de Venezio con fuerza, podía ver como sus nudillos se volvían blancos por la presión. Él tenía el cuerpo flojo, por lo que resultó fácil para ella empujarlo a la pared. Venezio apretó su mandíbula, le sostuvo la mirada con furia que parecía intentar contener.

—¿Qué harás? ¿golpearme porque no quiero tener un hijo contigo? ¿golpearme porque no quiero condenar a un niño a tener un padre de mierda como yo y una madre abusiva como tú? —Venezio soltó una risa burlona, me congelé en mi lugar. La situación parecía escalar y no entendía que sucedía, pero no podía reaccionar tampoco —. Madura de una vez, entiende que me tienes harto y no te quiero conmigo, pasa la puerta y enciérrate en la primera clínica abortiva que encuentres o busca al padre de verdad de ese niño porque yo no soy y conmigo nunca follaste sin cuidarte.

—Venezio, estas siendo duro... —Susurré, las palabras de odio que largaba me dejaban sin cuidado. Mi estomago se revolvió con malestar, era obvio que tampoco se haría cargo de ese bebé.

El arte de enamorarse [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora