Capítulo 12

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Venezio

—No quiero seguir leyendo lo que mi padre defensor debe haber dicho.

—¡Mi madre me ha tratado de santa puritana! —Astraea dejó caer sus manos contra sus muslos, haciendo oír el choque de pieles.

—Bueno, en algo coincido —Contesté.

—¡Basta! —Maverick interrumpió.

La noticia de Amalia me tocó los huevos, sin tener otra expresión a la cuál dirigirme. Maverick, mi mananger, se había encargado de recordarme lo mal que me dejaba esto en un millón de idiomas y sumado a eso, Astraea estaba sentada a mi lado también siendo regañada junto por Amanda, mi abogada y ahora su mananger. Un giro inesperado, sí, jamás pensé ver a Amanda representando públicamente la imagen de Astraea, pero cuando nos dimos cuenta que urgente necesitaba un representante, la mejor opción fue ella.

Habían pasado tres días desde que dormí junto a ella ese día de tormenta. Aún puedo recordar el aroma a vainilla que desprendía y que no fui tan consciente todo el tiempo que antes compartí con ella. Su risa vergonzosa y cómo dormía hecha una momia. No se movía para nada, era quieta y abrazaba almohadones.

Y odiaba demasiado su cabello largo y despeinado cuando dormía.

Era tarde, muy tarde y no tenía humor para estar tolerando regaños cuando habían tenido todo el día para hacerlo. Aunque la mayor parte de este había estado en el set, avanzando con las grabaciones en las que poco salió Melissa.

—¿Cómo se te ocurre no decirme que tu relación con ella no era stunt? ¿no avisarme? Esto lleva tiempo, preparación, tenemos que contratar a la prensa cierta cantidad de veces, juntarlos más al ojo público. Esto es un desastre, Venezio.

—No hemos tenido tiempo, empezó el rodaje de la película y...

—¡No terminé de hablar! —Maverick me silenció —. Esto es gravísimo, Veronica Jones te vuelve a pasar. Astraea explotó en redes cuando se anunció su protagonismo en tu película y con las palabras de su madre está siendo destruida. Esto no da buena imagen, Venezio, al contrario.

—Hay fotos de Zaira en tu casa, Venezio, ¡todos saben que tú y Zaira desde siempre se han tenido ganas! —Amanda habló mientras dejaba sobre el escritorio una serie de fotos mías y de la morena —. Zaira en tu casa, Zaira saliendo de un hotel y tú detrás una hora después, Zaira con chupones, tú con la boca manchada y oh, Zaira con el mismo labial. Esto es un desastre...

Astraea hizo una mueca, sus carnosos labios rojos formaron una "o" sin sonido y me miró furiosa. Increíblemente furiosa.

—¿De cuándo es esto? —Preguntó.

—No interesa.... —Carraspeé.

—¡De hace una semana y media!

Hubo un silencio en la habitación, me dejé caer contra la silla. Por más vulnerable que me sintiera ante el regaño y que poco me gustase que yo siendo el dueño y jefe de todo fuera tratado así, sé que tenían razón y por eso me mantuve callado.

Astraea cruzó sus brazos, tal cual niña caprichosa y molesta. Su ceño permanecía fruncido, cosa que me parecía graciosa porque hacía un mohín con sus labios acompañando el gesto que me daba ternura.

—¿Me acabas de engañar aunque no seamos nada?

—Bueno, "engañar" es un término complicado.

—¡Me engañaste! Lo primero que me dijiste es que tenía que cuidar a quiénes revelaba que esto era falso y con quienes tenía encuentros, porque luego perjudicaría nuestra relación.

El arte de enamorarse [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora