Capítulo 5: Sueños

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¿Estaba realmente cumpliendo mi sueño? Obviamente no. ¿Lo conseguiría algún día? Espero que sí. Haría todo lo posible por enorgullecer a mi madre, que en paz descanse. Y también a mi padre, por supuesto. Es sólo que mi madre y yo llevábamos un relación más cercana y estrecha, y nos queríamos muchísimo.
Tengo que ser feliz. Tengo que conseguirlo. Claramente, sin estropear el sueño de las otras personas y repetándolas. Tengo que desarrollarme a mí misma como persona única que soy. Tengo que mejorar como ser humano. Tengo que hacer lo que quiero y perseverar para conseguirlo. Tengo que ser feliz. Tengo que quererme. Tengo que querer a los demás. Tengo que disfrutar de la vida. Tengo que valorar lo que tengo y, si es poco, luchar por tener una vida decente y digna.
Por mi madre.
Por mí.

Amaia se quedó petrificada de tal trágica historia. Supongo que también le sorprendió que yo, siendo tan callada, reservada e inexpresiva; hablase largo y tendido sobre mis problemas y en realidad ocultara una joven habladora, curiosa y sensible en mi interior.

Terminé de contar la historia y Amaia no supo qué decir. ¿Había hecho bien en revelarle mis mayores problemas, traumas, miedos, sueños y sentimientos a una completa desconocida? Probablemente no, pero necesitaba liberarme, aunque fuera sólo un poco, de aquel intenso dolor que oprimía mi frágil corazón.

Miré a la desconocida que se encontraba de pie enfrente de mí.
Su cara expresaba asombro y tristeza, como condoleciéndose y sintiendo pena por mí.
Parecía una excelente persona. Y desde luego era bastante madura, justo yo quería encontrar alguien así para hablar de temas importantes. Si se lo hubiera contado a mi amiga del orfanato Raquel, no me hubiera entendido, o se hubiera aburrido de tal larga historia, o me hubiera dicho que qué pena. Y ya está. Yo necesitaba confesar mis problemas y encontrar a alguien que me ayudara y apoyara, para poder resolver mi dolor.

-Lo siento…- dijo apenada y triste. Casi arrepentida. ¿De qué? -Te he tratado mal antes, cuando te he dicho que no te importaba mi vida, sin saber el dolor que guardabas dentro de ti. Y aún así, has decidido confiar en mí, a pesar de que no me conoces. Te prometo que, si decides seguir a mi lado, te voy a ayudar a ser feliz. Te lo prometo.

La miré triste pero un tanto esperanzada de poder haber encontrado una persona buena.
Mi cara estaba completamente cubierta por lágrimas y seguramente tendría toda la cara y ojos rojos.

-Confío en ti.- dije concreta y concisa, porque yo, aunque tímida y callada, tenía siempre claro lo que tenía que hacer y era muy decidida y decía las cosas con seguridad. A pesar de que por dentro escondía inseguridad debido al dolor que me corroía por dentro.

-Muy bien, Colibrí. ¿Te puedo llamar así?

Me quedé en silencio, sorprendida por lo lanzada y directa que era esa niña.

-En la vida hay muchos problemas. No hay que ignorarlos, sino aceptarlos y afrontarlos. Tranquila, yo te ayudaré. ¿Pero te puedo llamar Colibrí?

-Sí.- la verdad es que lo que decía tenía mucho sentido y lógica. Me recordó a mi madre.

-Es un nombre muy bonito que viene de una historia aún más preciosa. No la ignores. Tu madre estaría muy orgullosa de que te llamara así, en su honor.

Tenía toda la razón. Y sí; Colibrí era un nombre muy bonito. Me gustaba.

A partir de ese día, Amaia y yo nos hicimos muy buenas amigas, y estábamos siempre juntas. Me dejó vivir con ella, por lo que ya no volví a saber nada del terrible orfanato que había marcado parte de mi infancia.

Cuando la conocí, ella tenía nueve años y yo siete.
Ella también era huérfana, pero no estaba en un orfanato debido a que un señor de Protección de menores también había estado en esa situación y sabía el maltrato que se sufría en un centro así, por lo que decidió que se podía quedar sola en una casa abandonada, que había pertenecido a un señor que se encontraba muerto y no tenía herederos; por lo que esa vivienda no era de nadie. Bueno, ahora era como si fuera de Amaia y mía, pero legalmente, no.

El Sueño De ColibríDonde viven las historias. Descúbrelo ahora