Capítulo 13

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La tristeza que sentía, podía compararse con un vaso a punto de derramarse, el cual no se derramaba porque tenía equilibrio de una mesa.

Soltó un suspiro cansado, sus ojos hinchados y su nariz roja. El anochecer había caído y las fuertes olas rompían contra la orilla.

Busco un lugar ligero donde dormir, no importaba si era húmedo o poco habitable. Recolectó hojas que habían caído del árbol más cercano y las arrastro consigo.

Llego a lo que parecía una gran roca con un hueco adornándola y entro, sin luz que alumbrará la oscura noche.

Busco algunos palos y unas piedras para hacer una hoguera, y comenzó a prender el fuego para calentarse en la furia de la noche.

Miro el oscuro mar que parecía observarlo, y parpadeo sin gracia. Miro al cielo con una pequeña sonrisa, sintiendo sus ojos aguarse. 

—Sabo, nunca pensé que esto terminaría así, ¿sabes? Pensé que seríamos hermanos por siempre, supongo que los lazos se rompen—Murmuró, tratando de que su voz no saliera temblorosa.

—Supongo que solo quedamos tú y yo—Enterró su cabeza en sus rodillas, recordando.

Recordó la risa del rubio, la felicidad en sus ojos azules. Recordó la sonrisa de Ace, se veía feliz y era imposible que haya fingido.

—¿Me odiara por siempre?—Pregunto a la nada—Supongo que los niños de la villa tenían razón—Una sonrisa hueca estaba en sus labios, y se recostó.

Miro con poca calidez el fuego, sin sentir nada más que decepción.

Decepción consigo mismo por no mostrarle a Ace que no fingía, que lo amaba de verdad como… ¿Cómo su hermano? Sí, como su hermano.

Decepción por no hacer algo para Sabo. Se sentía inútil e incompetente.

Cerró sus ojos, sin importarle el frío de la noche.

Se durmió, sin darse cuenta de los restos de un barco en la orilla de la playa.


—★—


Despertó con un gemido adolorido, y soltó un bostezo. Sentía sus ojos pesados, como si en cualquier momento fueran a salir de sus cuencas.

Salió de donde estaba, estirando sus extremidades dormidas.

Era de mañana, el cielo había dejado de ser oscuro y las estrellas se habían escondido.

Las olas parecían más calmadas, rompiendo en la orilla con tranquilidad.

Pero algo en la orilla capto su atención, y se cruzo de brazos, mirando con pesadez la orilla.

Habían restos de madera y un timón, unas velas más alejadas y pequeñas cuerdas esparcidas.

Se acercó con cuidado, sin notar el bulto bajo las velas.

—Uh, ¿Quién dejo los restos aquí? ¡El abuelo dijo que solo contaminan la playa!—Exclamo, recordando las sabias palabras de su abuelo—Tomare esta madera para el fuego—

-ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴠᴇ ᴀʟᴘʜᴀ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora