Capítulo 46

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El viento soplaba con desespero en el lugar.

Era desesperante el hecho de ver los rayos de las bombas por todo el campo de batalla, donde todos luchaban por algo; una vida.

Una vida que muchos querían arrebatar y otros no dejar que eso sucediera.

Era un campo donde el nombre del preso aterraba a muchos, donde los llenaba de pavor al ver a que tripulación pertenecía.

Pero aterraba también las personas que caían del cielo, con un hombrecillo alfa gritando el nombre del hombre que sería ejecutado.

Y Barbablanca lo miró, porque en los ojos del niño, había desesperación y preocupación, había terror, tal vez.

Cree que los ojos son el reflejo del alma, pero un alma enamorada era engañosa, donde guardaba más sentimientos de los que podía expresar.

Luffy respiró profundo al notar a Ace mirarlo con dolor y preocupación, su corazón latía en su garganta y quería correr a abrazarlo.

Mi vida sin ti, sería peor que un infierno en constante guerra.

Le sonrió suavemente, transmitiendo tanto con su mirada y Ace tembló, bajando su rostro ante el dolor sordo que se instalaba en su pecho.

Dolía amar. Dolía ser él y sentir, porque amaba a Luffy más allá de su propia existencia, y si algo le pasara, moriría con él.

—¡¿Por qué estas aquí, mocoso?!—Exclamó Barbablanca, había un gruñido en su tono y estremeció a muchos.

Luffy no se movió ni un poco.

Le dirigió la mirada, apretando sus labios y notando que este era el hombre de quien habló Ace.

Su padre.

Quien consideraba un padre.

—Vengo a salvar a Ace—Respondió rotundamente, sin una pizca de vacilación.

Nadie lo haría irse, nadie le hará irse de aquí sin él.

Barbablanca entrecerró sus ojos, notando que el alfa era desafiante, pero aparte de eso, tenía un olor de dominio en él.

Era un alfa fuerte, alguien que estaba vivo para cuidar y proteger, pero también para cargar con cosas pesadas y sentimientos totalmente fuertes.

Era un alfa protector.

Sonrió, un alfa protector con una pareja destinada.

Rouge y Roger habían sido esos, dos parejas destinadas que el mismo destino los alejó.

Roger murió y luego murió Rouge. No soporto la depresión de su omega, lo cual poco a poco, mató a su lobo interior, matándola a ella también.

—¡Este no es el campo de batalla para un niño!—Rugió, sin notar nada más que molestia.

—¡Eso no lo decides tú, viejo!—Gruñó, harto.—¡Yo estoy aquí por Ace y nada más por él! ¡Lo llevaré conmigo de nuevo!—Señaló, sin importarle el claro asombro de todos.

Cayó en el suelo de hielo, comenzó a correr y golpear marines, notando que todos comenzaban de nuevo a contraatacar.

Los golpes nunca se hicieron esperar, doler o incluso incrustarse en su piel de goma.

Pasos pesados comenzaron a subir por el andamio, capa de Marine que ondulaba con el viento y corazón sangrante de dolor.

Garp se sentó al lado de Ace, sin importarle la mirada de Sengoku, porque el dolor que sentía por su nieto, era más grande que todo.

-ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴠᴇ ᴀʟᴘʜᴀ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora