-ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴠᴇ ᴀʟᴘʜᴀ-

Capítulo 48

“A menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en el mismo ataúd.”—Alphonse de Lamartine.

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La vida fenecerá.

La vida no es nada al lado de la muerte, son complementos iguales y opuestos a la vez.

Hay contradicción.

Ace y Luffy eran opuestos, contradictorios.

Uno es de una casta especial y el otro era un omega con destinado.

Las estrellas rugen en el cielo fúnebre y oscuro, mientras que había una figura singular mirando el panorama.

Era extraño.

Estaba aquí, viendo a niños corriendo alrededor de una casa muy parecida a la de Dadan.

¿Dadan? ¿Quién es Dadan?

Escuchó la voz de alguien familiar, su felicidad subyacente en su tono y un escalofrío recorrió su cuerpo.

—¡Niños! ¡Vengan aquí!—Gritó.

Su garganta cerró las motas de oxígeno que querían ingresar.

Los niños rieron y se estrellaron contra su padre, envolviendo sus brazos alrededor de sus piernas, mientras el padre acariciaba sus cabellos.

—¡Papá! ¿Dónde esta papi?—Él hombre sonrió suavemente.

Duele. Duele. Duele.

Sus ojos iban nublandose a medida que dolía su pecho, porque no entendía que estaba pasando, no entendía que estaba viendo, pero dolía. Dolía mucho.

—Papi está buscando leña—Apretó sus narices—Está por venir—

Y entonces, no fue mucho que duro esa oración, cuando un hombre alto dejó caer la leña a su lado, soltando una carcajada característica.

—¡Niños! ¡Encontré unos escarabajos geniales!—Exclamó, cargándolos a ambos en sus hombros.

Los niños rieron, haciendo una mueca cuando su papi beso a su papá. Sus miradas amorosas y sus sonrisas alegres dejaban un hueco en su estómago de manera repugnante.

‘Prometiste que no me dejarías.’

Parpadeo ante ese pensamiento fugaz, apretando sus dientes ante la escena y queriendo irse. ¿Por qué estaba aquí? ¿Quiénes eran? ¿quién era él? ¿por qué duele? ¿por qué?

—¡Hoy visitaremos a su abuela!—Exclamó el hombre, sonriendo con mucha tranquilidad.

—¡La abuela Dadan nos hace limpiar toda la cabaña! ¡No quiero!—

Ace rio.

¿Ace? ¿Ace? ¿Quién es Ace?

El omega sonrió suavemente, apoyando su mano en su cadera y negando levemente.

—Luffy también debe hacerlo, ¿verdad, alfa?—La sonrisa del omega era amenazante, haciéndolo asentir de manera rápida.

Luffy.

Él era Luffy.

—¡Bien! ¡vámonos!—Rugió el alfa, besando la frente del omega para después partir.