Capítulo 22

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Salir al mar era lo mejor, según Luffy.

Conoció a Coby, un niño flacucho y miedoso, temblaba como una hoja ante cualquier indicio de peligro.

Se rio lo mejor que pudo ante su negatividad.

Pero ahora, habían llegado a una base marina ante el nombre que salió de los labios de Coby.

¿Roronoa Zoro? ¿Cazador de piratas?

Tal vez desde allí tendría un nuevo nakama, el primero de todos.

—Luffy-san, ¿esta seguro de esto?—Escucho la voz temblorosa del grumete, parpadeando tontamente.

Volteo a verlo, este estaba un poco preocupado, el beta realmente se preocupaba demasiado.

—¡No te preocupes, Coby! ¡Soy fuerte!—Rio, dándole una de sus tantas sonrisas.

Coby miro su sonrisa y suspiro, había algo en la sonrisa de este hombre que lo llamaba. Su olor en particular también era demasiado poderoso para ser solo un alfa de bajo calibre.

Tal vez el mundo le tenía algo preparado a Monkey D. Luffy.

Luffy agudizó sus oídos al entrar al campo, mirando a un hombre atado, un pañuelo en su cabeza, ocultando sus ojos, pero sin notar olor.

Zanjó sus pasos, su sombrero alejándolo del sol tan fuerte y alumbrante.

Se poso frente al hombre, cruzando sus brazos y poniendo una sonrisa fácil y divertida.

Ah, era bueno encontrar un nuevo nakama.








—☆ミ—










Zoro realmente no le importa estar aquí, pero tenia que salir en algún momento.

Las pesadillas los atormentan y recuerdan que es débil, recuerda no salvar a la mujer que quería como una hermana a pesar de su enemistad.

No estaba concentrado en el exterior, su mente era un revoltijo que todavía no logra atender.

Hasta que una sombra lo oculto casi por completo, haciéndolo ver hacia arriba.

Un ceño fruncido se instalo en su rostro al pensar que sería ese rubio malcriado, pero grata fue su sorpresa al ver a un niño viéndolo con ojo brillantes y grandes.

—¿Qué carajos quieres?—Murmuró de malhumor, ganándose una risa llena de entusiasmo.

Eso lo desconcertó un poco.

—¡Así que tú eres el cazador de piratas!—Dijo el hombre, bajando su cuerpo para quedar frente a sus ojos.

Ambas miradas conectaron, y fue como los rayos impactando en las nubes alejadas de un continente.

Destellos, podía decir Zoro, destellos ante esa mirada y algo que hacía no poder apartar su mirada propia.

—¿Qué…?—Murmuró.

Parpadeo varias veces, alejando todo lo que había pasado. Era el hambre, debe ser eso.

El hombre rio, sin darse cuenta de lo que había pasado. Se cruzo de brazos, dándole una mirada traviesa.

—¡Te unirás a mi tripulación!—Esa declaración salió sin darle opción, afirmando algo que no estaba de acuerdo.

—¡¿Qué?! ¡No lo haré! ¡Deja de joder, mocoso!—

Sus palabras hicieron que una carcajada feliz saliera de hombrecillo. ¿Estaba loco este hombre?

—¡Claro que sí! ¡Tenlo por seguro que lo harás!—

-ᴘʀᴏᴛᴇᴄᴛɪᴠᴇ ᴀʟᴘʜᴀ-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora