Connor
Guardé el arma en mi cintura, consciente de que debía pasar desapercibido. Según el horario que había visto, Tyler y Alexander estaban en el ala este del edificio, preparándose para la primera prueba. Aún no habían llegado los encargados, así que tenía algo de tiempo. Era una ventaja que debía aprovechar.
Recordaba claramente el día en que Margaret llegó a la cabaña; sabía lo que eso significaba. Tenía que actuar con cautela y convencer a los chicos de que vinieran aquí. No podía permitir que nos mataran uno por uno, que era lo que planeaban hacer si decidíamos escapar. Había intentado convencer a Margaret de que actuara por su propia voluntad, pero no me había escuchado. Por eso, estaba decidido a arruinar su maldita organización, hoy o dentro de diez años.
Con determinación, caminé rápidamente por los pasillos, mirando de un lado a otro con precaución. Anoté el código en la puerta que me llevaría al corredor del ala este y entré. La sala donde tenían a los chicos estaba custodiada por cinco guardias. Internamente maldije la situación y me acerqué con cautela, tratando de no levantar sospechas.
—Margaret pidió supervisar las pruebas—dije, tratando de sonar seguro.
—No tengo esa información—respondió uno de los guardias.
—Ese no es mi problema. Vengo por órdenes de Margaret. Puedes llamarla, pero estás retrasando el proceso, y a ella no le gusta que la hagan esperar. ¿A quién crees que culparé si las pruebas no están listas cuando ella lo pida?—dije, desafiando su autoridad.
El guardia guardó silencio, apretando los labios mientras consideraba mis palabras.
—Pasa—finalmente dijo, cediendo ante mi insistencia.
—Buena decisión—respondí con un tono de autosuficiencia, palmeando su hombro al pasar.
Al cerrar la puerta, me di cuenta de la escena que se presentaba ante mí. Tyler estaba tendido sobre una camilla, atado de pies y manos. Alexander estaba en la misma posición, pero inconsciente. Avancé rápidamente hacia Tyler, quien no me dirigió la palabra. Comencé a desatar sus muñecas y pies, pero justo cuando terminé, él se incorporó de un salto y se abalanzó sobre mí. Chocamos contra una pared de metal, y no me resistí. Acepté mi destino; sabía que me lo merecía.
Tyler levantó su puño, listo para golpearme, y llevé la mano a la zona afectada, preparándome para el impacto.
—¿Terminaste?—le pregunté con tono cansado.
—¡Cállate, hijo de puta! ¡Cállate! ¡No quiero que me hables!—gritó, lleno de rabia. Iba a volver a levantar el puño cuando detuve su golpe en el aire y lo empujé hacia atrás.
—Lo siento, ¿sí? Sé que estás enojado…
—¿Enojado?—suelta una risa amarga, irónico—. Estoy cabreado. Estoy harto de esta mierda.
—Lo sé, y te explicaré todo, pero ahora debemos llevarte con tu hermana. Nos está esperando y…
—¿Emma? ¿Ella está bien?—preguntó, la preocupación reflejada en su rostro.
—Sí, la llevé a un lugar seguro—respondí, tratando de calmarlo.
—No puedo confiar en ti. No después de que traicionaste mi confianza—dijo Tyler, su voz cargada de desconfianza.
—¡No lo hice! ¡Estoy tratando de salvarte! ¿No lo ves? No eres estúpido, Tyler—le respondí, intentando hacerle entender que mi intención era ayudar.
Su expresión se relajó ligeramente, y dio un paso atrás, lo que me dio la oportunidad de desatar a Alexander. Rápidamente liberé sus muñecas, sintiendo la urgencia de actuar antes de que fuera demasiado tarde.
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¿Por qué nosotros?
Science FictionLibro 1 y (Segundo en proceso) Muertes misteriosas han devastado el mundo, y solo unos pocos han tenido la suerte de sobrevivir. Tras pasar 15 años confinados en un búnker, se ven obligados a regresar a la superficie y enfrentarse a un mundo que cr...