~Capítulo 28~

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Nos encontrábamos en el despacho de Jon, un lugar que normalmente estaría en silencio, con las luces tenues y los documentos apilados ordenadamente, pero ahora se respiraba tensión. Era como si el aire estuviera cargado de electricidad, cada respiración pesada, cada movimiento calculado. Connor estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia afuera, aunque su mente claramente estaba a kilómetros de distancia, evaluando posibilidades. Tyler y Camila se habían acomodado en los sillones a la derecha, pero la relajación que sus posiciones sugerían era solo superficial; sus miradas ansiosas delataban la incomodidad de la situación. Yo, en cambio, estaba sobre el escritorio, un gesto que normalmente habría sido impensable, pero estos ya no eran tiempos normales.

Dante, como siempre, actuaba por su cuenta. Había bajado a la bodega sin que nadie se lo pidiera, revisando las armas con una intensidad que reflejaba su necesidad de acción. Para él, quedarse quieto no era una opción. Mientras sus manos examinaban las armas, su voz sonó desde la bodega, un eco que nos alcanzaba en la oficina.

—¿Qué me aconsejan? —preguntó Connor, su tono era bajo, pero firme, como si la respuesta que esperaba fuera una revelación que podría cambiar el curso de todo.

Antes de que alguien pudiera responder, Dante gritó desde el otro lado, sin siquiera asomarse. —Digo que matemos a Jon y salgamos de aquí lo antes posible.

Un suspiro escapó de Connor, la frustración acumulada era evidente. —No vamos a matarlo, Dante —dijo, con una mezcla de cansancio y resignación. Parecía haber tenido esta discusión muchas veces en su mente, y siempre llegaba a la misma conclusión: no.

Pero Dante no era de los que se rendían fácilmente. Salió de la bodega, limpiándose las manos en el pantalón mientras caminaba hacia nosotros con una expresión de desaprobación en el rostro. —No veo por qué no hacerlo. Solo nos va a estorbar.

El ambiente estaba cargado, pero yo decidí intervenir, mi voz resonando con una calma que no sentía. —Eso no es lo que me preocupa ahora. Tenemos que ir por Alexander.

Dante lanzó una carcajada corta, incrédula, y negó con la cabeza. —Otra vez con lo mismo —dijo, su tono era más cortante que antes—. No sabemos si está vivo. ¿Por qué perder el tiempo?

Lo miré directamente, sin titubear. —Está vivo. Lo sé.

Había una firmeza en mis palabras que nadie podía cuestionar, ni siquiera Dante. Pero Connor, como líder, ya estaba viendo la situación desde una perspectiva más amplia.

—Incluso si no lo está, no podemos permitir que Margaret ataque primero —dijo Connor, su voz reflejando la seriedad de la amenaza que pendía sobre nuestras cabezas.

Tyler, siempre metódico, intervino desde su asiento, su rostro concentrado en las posibilidades estratégicas. —Apoyo a Connor. Margaret es peligrosa, tiene a muchos hombres a su disposición. Es mejor atacarla en su propio territorio, donde podría estar más confiada.

Dante soltó una risa amarga, inclinándose hacia Tyler con una mueca sarcástica. —Esto no es una maldita serie de vikingos, Tyler. No estamos peleando por un pedazo de tierra. Yo digo que tomemos nuestras pocas cosas y nos larguemos al otro lado del mundo. Cuanto más lejos de esta locura, mejor.

Cami, que hasta entonces había permanecido en silencio, dejó escapar un comentario que hizo sonreír a Tyler. —Eso es ser un cobarde.

Dante alzó una ceja, sus ojos oscuros posándose en ella. —Eso es ser inteligente. Ya es suficiente vivir aquí dentro con ustedes y soportar sus inmadureces... para encima tener que aguantar a una demente.

Tyler, con su habitual ironía, respondió con una sonrisa en los labios. —Sabemos que nos quieres, Dante. No te hagas el duro.

Dante lo miró con fastidio y le devolvió una mirada de desaprobación, pero no respondió. Sabía que Tyler lo estaba provocando, y aunque normalmente no se resistiría a una oportunidad de discutir, esta vez estaba demasiado enfocado en el problema más grande que tenían frente a ellos.

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