TYLER
El bosque se siente denso, como si el aire mismo estuviera cargado de las emociones que llevamos dentro. Hay un silencio abrumador, interrumpido solo por los murmullos de los heridos y el crujir de las hojas bajo nuestros pies. Mi mente está un torbellino de pensamientos y sentimientos, y cada paso que doy parece llevarme más lejos de la claridad que anhelo.Las heridas abiertas de Dante son un recordatorio constante de la fragilidad de nuestra situación. La imagen de Emma, con su camisa empapada en sangre, se repite en mi mente. Fue un momento crítico, una decisión de vida o muerte que no pude evitar, pero eso no mitiga la culpa que me consume. ¿De verdad hice lo correcto al dejarla atrás? Una parte de mí grita que debí quedarme, que podría haber hecho algo más. Pero el resto sabe que en esos instantes, el instinto de supervivencia toma el control, y las decisiones son frías, calculadas.
Me detengo en medio del bosque, sintiendo el peso de la responsabilidad. Camila está a mi lado, su presencia es un ancla en medio de la tormenta emocional. Mirando hacia atrás, veo a Dante y a Max, su hermano, cuidando de él. La situación es precaria; cada uno de nosotros lleva cicatrices, tanto visibles como invisibles, que no se desvanecerán con el tiempo.
—Haremos un descanso aquí, montaremos una tienda de campaña para los heridos. El sector azul los atenderé por gravedad. Deben ser pacientes. La ayuda será para todos igual. —Mi voz suena más firme de lo que me siento.
Al acercarme a Dante, que está casi inconsciente apoyado en Max, siento la urgencia de actuar. Max muestra preocupación, y aunque entiendo su frustración, la presión de la situación se siente como un yugo en mi pecho.
—¿Cuándo mandarás a alguien que lo revise? —pregunta Max, el cabreo evidente en su tono.
—Deberían estar con él en un momento... Rachel y Oliver son los únicos que sobrevivieron... tenemos muy poco personal. —Intento mantener la calma mientras mis pensamientos se agolpan.
Dante, visiblemente debilitado, murmura para tranquilizar a su hermano. Max está preocupado, pero la lucha interna es palpable. Las palabras de Dante resuenan en el aire, un eco de resistencia que todos necesitamos.
Oliver llega corriendo con un botiquín. Su presencia es un alivio, aunque no puedo evitar sentir que todos dependemos demasiado de él. Cuando comenzamos a trasladar a Dante, su grito de dolor corta el aire como un cuchillo, y una punzada de culpa me atraviesa nuevamente. ¿Podríamos haber hecho algo diferente?
—¿Eres alérgico a algún medicamento? —pregunta Oliver, la preocupación marcada en su voz.
—¿Qué soy?.. Solo dame algo para el dolor! —Dante grita, la frustración mezclada con el sufrimiento.
—Bien, te voy a administrar morfina, solo por esta vez. Te estabilizaré y apenas esté lista la tienda de campaña, tendremos que sacarte la bala. —La voz de Oliver es profesional, pero la carga emocional es evidente.
Mientras observamos la escena, siento que el peso de la culpa por Emma se convierte en un yugo casi físico. La mención de ella solo intensifica mi conflicto interno. Me debato entre la necesidad de ser el líder que todos esperan y el deseo de correr hacia Emma, de encontrarla y asegurarme de que esté bien.
—La hallaremos, no te preocupes —me consuela Camila, su sonrisa suave y su tono firme me traen algo de paz. Es un consuelo sencillo, pero en este caos, es lo único que me mantiene anclado.
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¿Por qué nosotros?
Science FictionLibro 1 y (Segundo en proceso) Muertes misteriosas han devastado el mundo, y solo unos pocos han tenido la suerte de sobrevivir. Tras pasar 15 años confinados en un búnker, se ven obligados a regresar a la superficie y enfrentarse a un mundo que cr...