TYLER
Lo primero que escucho después de la declaración de Jayden es la risa sarcástica de Camila, que resonaba en la sala como un látigo. Con pasos firmes y decididos, ella avanzó hacia él, mientras Jayden la observaba con el ceño fruncido, claramente confundido por su actitud.
—Grábate esto bien —dijo Camila, su voz llena de desafío mientras se plantaba frente a él—. No vamos a ser tu carne de cañón. Ni tu carnada. Que tus soldados se muevan y dejen de ser unos cobardes. Nosotros pasamos.
Jayden apretó los labios, una sombra de molestia cruzando su rostro. Aun así, se mantuvo firme.
—Ese es el trato... Él no va a cambiar de opinión —respondió, su tono impasible.
La frustración dentro de mí explotó, y antes de darme cuenta, estaba hablando, mi voz más aguda de lo que esperaba.
—Estoy harto de tanta mierda. Tantos acertijos, tantas preguntas sin resolver —me oí decir, mientras mis pensamientos saltaban de un tema a otro—. Si no hablas claro, nos iremos. Todos. Tu oportunidad se irá con nosotros.
Jayden respiró profundamente, como si estuviera sopesando sus palabras antes de soltar la bomba.
—Si eventualmente logramos entrar, nuestro plan es hacer explotar el edificio. Con todos adentro. Incluidos tus amigos.
Un escalofrío recorrió mi espalda. Mi mente se quedó en blanco por un momento, hasta que las palabras comenzaron a salir solas.
—No puedes hacerlo... —negó mi voz, aunque apenas lo creía yo mismo—. Hay civiles inocentes.
Jayden no parecía inmutarse. Sus ojos, fríos como el acero, no dejaban lugar a dudas sobre su decisión.
—Son daño colateral... todos lo son. Si nos ayudan, nos aseguraremos de sacar a sus amigos con vida. Si no, bueno, no puedo asegurarte que los volverán a ver.
Un sonido seco rompió el silencio que se había formado en el cuarto. Era la voz de Camila, cortante y afilada.
—Eres un idiota —dijo ella, claramente cabreada.
Jayden sonrió, como si disfrutara de la tensión que estaba generando.
—Llámame como quieras, preciosa. Son los términos.
Camila se giró hacia mí, sus ojos buscaban los míos, claramente esperando una reacción, una decisión. Mi mente, por el contrario, era un caos. No tenía idea de qué hacer. Cada opción parecía peor que la otra.
Entonces, unos pasos resonaron en la sala. Todos giramos la cabeza hacia el origen del sonido. Un hombre mayor entró, su porte era imponente, y estaba vestido de pies a cabeza con un traje militar. Su presencia llenó el lugar. No cabía duda de que era alguien con poder.
—No es manera de atender a nuestros invitados, Jayden —dijo el hombre, con una voz firme pero calmada.
Jayden enderezó la postura, pero sus ojos mostraban incomodidad.
—Los estoy poniendo al día, coronel —respondió, con cierto nerviosismo en la voz.
El coronel soltó una leve carcajada, como si estuviera disfrutando del malestar de su subordinado.
—Suena más como si los estuvieras espantando, ¿no es así? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia nosotros.
—Disculpa, ¿quién eres? —pregunté, confuso y ligeramente irritado por el tono autoritario del hombre.
El coronel soltó otra risa, esta vez más profunda.
—¿No les has hablado de mí? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia Jayden, quien tragó saliva.
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¿Por qué nosotros?
Science FictionLibro 1 y (Segundo en proceso) Muertes misteriosas han devastado el mundo, y solo unos pocos han tenido la suerte de sobrevivir. Tras pasar 15 años confinados en un búnker, se ven obligados a regresar a la superficie y enfrentarse a un mundo que cr...