~Capítulo 24~

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Son aproximadamente las 9 de la noche, y me encuentro organizando algunas cosas en el sector azul. La atmósfera es tensa, pero trato de mantener la calma mientras saludo a los chicos y les cuento un poco sobre la superficie, intentando que la conversación distraiga de la gravedad de la situación.

Cami está sentada en una camilla, con el brazo estirado mientras le tomo la presión. Debo hacer una serie de mediciones durante diez minutos para asegurarme de que los parámetros sean normales, y así es.

—La presión subió, está estable—digo, retirando el mango del esfigmomanómetro con un suspiro de alivio.

—Qué bueno. Papá está preocupado, le dije que no era nada grave—responde ella, con un leve gesto de preocupación.

—Aún así, te recomiendo que no vayas con nosotros... es muy peligroso—le advierto, mirándola a los ojos.

—Lo sé... pero quiero hacerlo. Es un riesgo que quiero tomar... me siento inútil aquí—confiesa, con una sinceridad que me apena.

—Sí, ya somos dos—digo, soltando una leve risa para intentar aligerar el ambiente. Ella me imita, aunque su sonrisa es un poco forzada.

—Tyler dijo que Connor tiene un plan, lo compartirá hoy en un par de horas—me informa mientras se incorpora y se dirige hacia la puerta.

—Sí, espero que funcione... Jon es de todo menos estúpido—respondí, aún con un nudo en el estómago.

—Funcionará, ya lo verás—dice con confianza, antes de despedirse—. Iré a descansar, nos vemos en un rato.

Asiento con la cabeza, observando cómo se aleja. Después de que Cami sale, continúo organizando la cajonera. Cada uno de nosotros tiene una, y cuando los habitantes vienen por consultas o curaciones, debemos sacar suministros de ahí. Si algo falta, se informa al superior.

Debemos hacer todo lo cotidiano para no levantar sospechas.

La puerta se abre de repente, y Tyler entra en la habitación sin decir nada. Se sienta sobre la camilla, dándole un mordisco a la manzana que sostiene en la mano. La fruta ya ha sido comida casi en su totalidad.

—Te he dicho mil veces que no puedes comer aquí—le explico, con un tono de advertencia.

—Y yo te ignoro todas las veces que lo dices—responde, masticando con una sonrisa desvergonzada.

—Hablo en serio, Tyler. Si llegan a verte, tendré problemas, y la verdad, ya estoy cansada de meterme en líos—le digo, tratando de mantener la seriedad.

—Bien—dice, caminando al basurero y arrojando la manzana casi completa dentro—. ¿Feliz?

—Muy feliz... ahora dime qué necesitas—respondo, sin poder evitar una sonrisa.

—¿Por qué crees que quiero algo? No puedo venir a visitar a mi hermana en su sofisticada labor—replica, arqueando una ceja.

Pongo mala cara y él se ríe.

—No necesito nada, en serio. Solo quería hacerte compañía—dice encogiéndose de hombros.

—Te puedes imaginar que ese bastardo de Jon no quiere asignar a nadie para ayudar a Martha...—comento, organizando las gasas.

—¿Por qué no?—indaga, curioso.

—Porque según él, todos están ocupados... pero él no hace absolutamente nada... y qué decir de su hija—digo, con un tono frustrado.

—¿Hablaste con él?—pregunta, interesado.

Asiento, recordando la conversación tensa que tuve con Jon.

¿Por qué nosotros?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora