Lo último que sentí al separarme de Connor fue un pinchazo agudo en el cuello, que me hizo caer completamente inconsciente. Ahora, despierto poco a poco, intentando adaptarme a la luz brillante del lugar. No sé cuánto tiempo estuve así, pero un dolor punzante en la cabeza me saluda al abrir los ojos. Mis ojos recorren el entorno: estoy en una habitación blanca y estéril, y al fijar mi mirada en mis manos, me doy cuenta de que están atadas, junto con mis pies, a una silla. Frente a mí, hay un enorme panel de vidrio que me permite ver la habitación contigua.Llevo puesto un uniforme gris, el mismo que vimos el otro día. Aún siento el intenso dolor en mi pierna, que no parece disminuir; al observar mi pantalón, veo manchas de sangre que me llenan de una creciente ansiedad.
Me siento débil, y el sudor comienza a acumularse en mi frente. La bala sigue dentro de mí y, si continúo así, no tardaré en desangrarme. Estoy perdiendo demasiado líquido vital.
Un fuerte estruendo en la puerta me hace dirigir la mirada hacia ella. Margaret entra acompañada de dos guardias y varias personas vestidas completamente de blanco. Ellos se mueven en la sala, pero hago un esfuerzo por seguir sus movimientos, aunque rápidamente los pierdo de vista.
Margaret se mantiene al frente, observándome con un tono de diversión en su rostro.
—Al fin despiertas... creo que Victoria se equivocó con la dosis.
—¿Cuánto tiempo he estado aquí? —pregunto débilmente, sintiendo cómo las palabras apenas salen de mi boca.
—Un par de horas... —responde con desdén, como si eso no importara en absoluto.
—Me voy a desangrar... deben vendar la herida. Si no quieren quitar la bala. —murmuro, sintiendo la desesperación en mi voz.
—Lo haré, eventualmente. Solo necesitas darme lo que quiero.
Suelto una risa amarga, incapaz de contenerme.
—No sé qué más quieres, Margaret... Ya te di todo.
—Lastimosamente, así fue, —dice mientras camina alrededor de la silla—. Necesito algo que está dentro de ti; para ser exactos, eres solo una incubadora. Tu cuerpo no me sirve.
—No lo entiendo... —respondo, sintiendo que la confusión se apodera de mí.
—Ya lo verás, no te apures. Pero antes...
Margaret hace un gesto a los guardias, quienes se retiran de la habitación. Unos minutos después, vuelven a entrar en la sala contigua, y a través del vidrio puedo ver lo que ocurre.
Entran con un Connor visiblemente molesto, que no deja de luchar contra ellos mientras lanza insultos al aire. No está atado, pero su rostro refleja una intensidad que no había visto antes. Su expresión cambia por completo cuando me ve.
—¿Qué está pasando? —su voz resuena, y se acerca al vidrio.
—¿Puedes escucharme, hijo? Porque créeme, te escuchamos perfectamente.
Él no aparta la mirada de mí en ningún momento, pero al fijarse en mi pierna herida, vuelve a mirar a su madre.
—Se va a desangrar... Debes curarla. —demanda, su tono es firme y lleno de preocupación.
—Lo haré, sí es que sobrevive a lo que viene, claro... —responde Margaret con una frialdad inquietante.
—¿Qué planeas hacer? —pregunta Connor, el temor palpable en su voz. —Te dije que cualquier cosa que tu retorcida mente necesite, debes hacérmelo a mí. No a ella. Déjala fuera de tus estupideces.
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¿Por qué nosotros?
Bilim KurguLibro 1 y (Segundo en proceso) Muertes misteriosas han devastado el mundo, y solo unos pocos han tenido la suerte de sobrevivir. Tras pasar 15 años confinados en un búnker, se ven obligados a regresar a la superficie y enfrentarse a un mundo que cr...