Cuando finalmente llegamos al supermercado, el lugar está completamente arrasado. El edificio, que alguna vez fue un centro vital para la comunidad, ahora solo es un esqueleto de lo que fue, con las paredes quemadas y escombros esparcidos por todos lados. Connor saca su mapa de la mochila, buscando un punto de referencia en medio de la devastación. Con una expresión seria, marca la zona con un trazo firme de bolígrafo rojo.
—Este será nuestro punto de partida —anuncia con determinación—. Si por alguna razón nos separamos, debemos reunirnos aquí.
El grupo asiente en silencio, aceptando el plan sin cuestionamientos. Dante, sin embargo, no parece convencido. Se queda mirando el supermercado en ruinas, su ceño fruncido mientras cruza los brazos con frustración.
—Vaya pérdida de tiempo —dice finalmente, su tono lleno de sarcasmo, como si todo esto fuera una absurda broma de mal gusto.
Connor lo ignora por completo, acostumbrado ya a los comentarios de Dante, y continúa con su estrategia.
—Vamos a hacer un reconocimiento de la zona —informa con voz firme—. Nos dividiremos en dos grupos, como practicamos durante el entrenamiento.
Tyler, que había permanecido en silencio hasta ahora, lanza una mirada preocupada a Camila. Ella, percibiendo su inquietud, le ofrece una sonrisa reconfortante antes de hablar.
—Tranquilo, Tyler —dice con suavidad—. Ve con Connor, yo estaré bien con Dante.
Tyler asiente, aunque su preocupación no desaparece del todo. No le gusta la idea de separarse de Camila, pero confía en ella.
—Yo también iré —interviene Alexander, rompiendo el breve silencio—. Te lo digo por si lo habías olvidado.
Con eso, Alexander se adelanta, sin esperar respuesta. Camila, Dante y él se dirigen hacia la derecha, dejando a Tyler, Connor y a mí con la tarea de explorar la izquierda. Comenzamos a caminar en silencio, la atmósfera tensa y cargada por la incertidumbre de lo que podríamos encontrar en este nuevo mundo que parece cada día más hostil.
No pasa mucho tiempo antes de que Tyler rompa el silencio. Su voz suena más esperanzada de lo que refleja la situación.
—Connor, ¿crees que podríamos vivir aquí? —pregunta, mirando a su alrededor, como si intentara imaginar un futuro en este paisaje desolado.
Connor frunce el ceño, confundido.
—¿Aquí, en un supermercado quemado? —responde con cierta incredulidad.
—No me refiero a este lugar en particular —aclara Tyler—. Hablo de la superficie en general. ¿Crees que podríamos volver a vivir aquí algún día?
Connor se queda pensando un momento antes de responder. Su mirada se endurece un poco.
—Podríamos intentarlo —admite finalmente—, pero no sabemos qué tan peligrosos son los restos del virus. Aún no conocemos su origen exacto ni cómo se propaga.
Tyler, con una pizca de esperanza en su voz, insiste:
—Pero si descubriéramos cómo evitar el contagio... ¿Podríamos sobrevivir aquí arriba?
Connor se detiene un momento para considerar la pregunta. Su respuesta, cuando llega, es pausada y llena de una verdad amarga.
—Sí, podríamos —dice—, pero viviríamos bajo un peligro constante. Y vivir así... eso no es vida.
El peso de sus palabras cae sobre nosotros mientras seguimos caminando. La conversación había despertado algo en mí, una duda persistente que me carcome desde hace tiempo. ¿Por qué habíamos aceptado vivir bajo tierra, ocultándonos, sacrificando nuestra libertad por miedo a algo que aún no comprendíamos del todo? Pensé en todo lo que habíamos perdido, en la vida que podría haber tenido si el virus nunca hubiera existido.
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¿Por qué nosotros?
Ciencia FicciónLibro 1 y (Segundo en proceso) Muertes misteriosas han devastado el mundo, y solo unos pocos han tenido la suerte de sobrevivir. Tras pasar 15 años confinados en un búnker, se ven obligados a regresar a la superficie y enfrentarse a un mundo que cr...