~Capítulo 44~

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TYLER

El túnel era un lugar donde el miedo parecía cobrar vida, donde cada sonido se amplificaba, cada sombra amenazaba con ocultar horrores. La humedad pegajosa hacía que respirar fuera un esfuerzo consciente, y cada paso que dábamos resonaba en el agua estancada del suelo, mezclándose con el olor de algo mucho peor. Sabíamos lo que estaba por venir, pero el verdadero terror era la espera. Esa inquietante calma antes de que todo estallara.

— Estamos muy cerca ya, ¿no? —preguntó Ally, su voz apenas un susurro. Sabía que trataba de controlar su miedo, pero no lo lograba del todo. Ninguno lo hacía.

Jayden levantó la vista del mapa, su rostro ensombrecido por la luz débil de la linterna. — Dos metros más y alcanzaremos la primera intersección. —Hizo una pausa, escaneando el túnel. — Manténganse alerta.

Max, que caminaba justo detrás de mí, soltó un suspiro nervioso. Su respiración era agitada, y su dedo temblaba sobre el gatillo del arma. Podía sentir su miedo, casi tangible.

— Max, respira, ¿sí? Mantén la calma —le dije, girando la cabeza para echarle un vistazo. Lo conocía lo suficiente para saber que, si seguía así, pronto se quebraría.

Max intentó una sonrisa, pero no engañaba a nadie. — Es solo que... —hizo una pausa, tragando saliva—. No pensé que estaría tan oscuro.

Ally no pudo evitarlo y soltó una pequeña risa burlona. — ¿Oscuro? ¿Tienes miedo a la oscuridad, Max? ¿De verdad?

Max se detuvo, con el rostro enrojecido. — No... No es eso. Solo... No puedo ver lo que viene. Y eso me pone de los nervios.

— Los nervios y el miedo son hermanos, Max —dijo Cami desde atrás. Su voz era tranquila, pero había algo en su tono que parecía más serio de lo habitual. — Y ahora mismo, necesitamos estar concentrados.

Jayden levantó una mano para silenciarnos a todos. Se detuvo frente a la intersección, sus ojos escudriñando las sombras profundas. — Estamos en posición. —Su voz era baja, pero firme. — Procedemos con la misión.

Un ruido estático en los auriculares nos interrumpió. La señal no era buena aquí, pero aún así, la voz de Malcolm llegó, distorsionada pero clara. — ¿Cuál es el estado? ¿Algún movimiento?

Llevé la mano al micrófono y respondí mientras mantenía la mirada fija en las sombras que nos rodeaban. — Todo tranquilo por ahora.

— Bien. Manténganse al tanto —respondió Malcolm antes de que la señal se cortara por completo.

Fue entonces cuando lo escuchamos. Primero un gruñido. Luego dos. Eran bajos, profundos, y se deslizaban por las paredes del túnel como una advertencia. Todos nos quedamos inmóviles, expectantes, los músculos tensos. Y entonces los vimos. Los Rabiosos.

Aparecieron en el extremo del túnel, sus figuras torcidas y grotescas apenas visibles en la penumbra. Pero lo que sí podíamos ver claramente eran sus ojos. Rojos, inyectados de sangre, brillando como brasas en la oscuridad. Se movían torpemente, pero con una fuerza y determinación que enviaban un escalofrío por mi columna. El hedor de su carne podrida era insoportable, lo que hacía todo aún más real, más cercano.

Jayden levantó su puño en señal de alto, su rostro inmóvil. — A mi señal —susurró, sus ojos fijos en la masa de cuerpos que avanzaba hacia nosotros.

Los gruñidos se hacían más fuertes, más cercanos. Podía escuchar la respiración agitada de Max detrás de mí, sus manos temblando sobre el arma. Mi corazón latía con fuerza en mis oídos, pero me obligué a mantener la calma. Solo había una forma de salir de esto, y era con precisión y rapidez.

¿Por qué nosotros?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora