TÚ Y YO CONTRA EL MUNDO.

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Hunter sigue conduciendo. Hemos salido de la ciudad y aún no sé a dónde vamos.

Mía amigos están escondidos tal cómo se los pedí, así que esa es una preocupación menos.

—Tengo una pregunta —rompo el silencio.

—¿Y cuál es? —pregunta el oji-verde.

—¿Cómo fue qué mí abuelo Alexis jamás supo qué eras un policía? —pregunto curioso —.Nada se le escapa a él.

—Pues yo sí lo hice —responde él —.Cree una mentira tan convincente que logré engañar a Alexis Salvatore.

—Realmente eres un mentiroso. No puedo creer que me hayas engañando en todo esté tiempo.

—¿Me vas a seguir castigando?

—Si —respondo —.No me gustan las mentiras.

Él no responde y sigue conduciendo la carretera.

Los minutos pasan y llegamos a una casa en medio del campo, es un lugar tranquilo pero a la vez muy aterrador ya que no hay ni una sola luz cerca.

—¿Dónde estamos?

—En mi casa —responde.

Abrimos nuestras puertas y bajamos del coche.

—Pensé que vivías en la ciudad.

—Viví aquí cuándo era un niño, con mis padres. Cuándo me quedé solo, mi tío y mi abuela se hicieron cargo de mi. Ellos fueron los que me llevaron a la ciudad —dice él.

—Ya veo.

Avanzamos hacia la entrada de la propiedad.

—Aquí estaremos a salvo.

—¿Tú tío no nos buscará aquí?

—No, a él no le gusta venir aquí. Le recuerda demasiado a mi padre.

Hunter abre la puerta.

—Entra —me dice.

Asiento con la cabeza y entro en la casa.

Hunter me sigue, cierra la puerta a sus espaldas y después enciende la luz.

La casa no es muy grande, pero es acogedora y cálida.

Exploró la casa un poco y me encuentro con el retrato de una mujer muy bonita de una larga cabellera dorada y ojos verdes.

—¿Quién es ella? —pregunto.

—Mi madre —Hunter se me acerca.

—¿Ella es tú madre?

—Si, se llamaba Celine Black —él observa la fotografía con una sonrisa en sus labios —.Ella era una mujer excelente, era muy buena con todas las personas. En los fines de semana ella tenía la costumbre de prepararme galletas de chocolate y siempre terminábamos viendo caricaturas. Eran... Buenos tiempos.

—Ss oye muy divertido.

—Lo era —responde —.Pero no duró mucho. Cuándo tenía seis ella enfermo y murió.

—¿Puedo preguntar de qué murió?

—Ella tenía cáncer. Fue una situación muy complicada para todos en ese entonces.

—Si, me lo puedo imaginar.

—Alec...—toma una de mis manos y cruzamos nuestras miradas —.Sé que estás molesto conmigo, sé que juegue contigo... pero ahora quiero remediar todo contigo. Te quiero demasiado Alec, por favor... perdóname. No soporto que estés enojado conmigo ¿Qué puedo hacer para qué ya no estés molesto conmigo?

Salvatore Donde viven las historias. Descúbrelo ahora