Al día siguiente, Laia se despertó sintiéndose un poco mejor y agradecida por el cuidado de su hermano. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, donde encontró a Ansu preparando el desayuno.
- ¿Cómo te sientes hoy, hermana? - preguntó Ansu.
- Me siento un poco mejor, gracias a ti - respondió Laia. - Eres el mejor hermano que alguien podría pedir.Ansu sonrió y la abrazó, sintiéndose feliz de haber podido ayudar a su hermana en su momento de necesidad. Laia sabía que siempre podía contar con su hermano para cuidarla y apoyarla, y se sintió agradecida por tenerlo en su vida.
Ansu condujo hasta el hospital en silencio, permitiendo que Laia se concentrará en sus pensamientos y en la tarea que tenía por delante.
Cuando llegaron al hospital, Ansu acompañó a Laia hasta la puerta del edificio.
- Recuerda, no te preocupes por mí - dijo Ansu. - Hoy dormiré en casa de un amigo y nos veremos mañana para el partido.
Laia le sonrió agradecida, sintiéndose muy afortunada de tener un hermano tan atento y comprensivo.
- Gracias, Ansu - dijo ella. - Eres el mejor hermano que podría pedir.
Ansu le dio un abrazo rápido antes de despedirse y partir. Laia lo observó mientras se alejaba en su automóvil, sintiéndose agradecida por su apoyo y amor incondicional.
Con una sonrisa en el rostro, Laia entró al hospital lista para comenzar su tercer día en prácticas. Sabía que tendría un día difícil, pero se sentía segura sabiendo que tenía el apoyo de su hermano y de su novio Vinicius.
Mientras caminaba hacia el elevador, sacó su teléfono para enviar un mensaje rápido a Vinicius para asegurarse de que había dormido bien. Sabía que él también estaría allí para ella.
Laia se encontraba subiendo por el ascensor para ir a encontrarse con su supervisora. La joven enfermera estaba un poco nerviosa, ya que no sabía en qué planta debía atender a sus pacientes. La supervisora le había enviado un mensaje para que se encontraran en su despacho, pero no había especificado la ubicación del mismo.
Mientras el ascensor se desplazaba hacia arriba, Laia sabía que cada planta del hospital tenía una especialidad diferente y que cada una de ellas requería de un conocimiento específico para poder atender a los pacientes de manera adecuada.
En suma, el ascensor llegó a su destino y Laia salió de él para encontrarse con su supervisora. Esta le informó que debía atender en la unidad de cuidados paliativos, una tarea que Laia no estaba muy entusiasmada de realizar.
La joven enfermera había escuchado muchas historias sobre lo difícil que era trabajar en cuidados paliativos, sobre todo por el hecho de que se trataba de pacientes que se encontraban en estado terminal y que requerían un cuidado muy especializado y delicado. Sin embargo, Laia sabía que no podía negarse a realizar su trabajo, por lo que aceptó la tarea asignada por su supervisora.
Mientras Laia se dirigía a la unidad de cuidados paliativos, su supervisora le informó de que los jefes del hospital estaban de paso por el centro y que era importante que Laia mostrará su mejor desempeño en su trabajo, ya que podría ser una gran oportunidad para destacarse y ser reconocida.
Laia se sintió un poco más presionada al escuchar esta noticia, pero trató de mantener la calma y de concentrarse en su tarea. Una vez que llegó a la unidad de cuidados paliativos, Laia se encontró con un ambiente muy diferente al que estaba acostumbrada. Todo parecía mucho más tranquilo y silencioso, y los pacientes se encontraban en un estado de quietud que Laia no había experimentado antes.
A pesar de la dificultad de la tarea, Laia se esforzó al máximo para brindar el mejor cuidado posible a los pacientes. Gracias a su dedicación y compromiso, pudo sentir que estaba haciendo una diferencia en la vida de esas personas, y se sintió realmente satisfecha por ello.
Laia suspiró mientras se relajaba en su corto descanso, se dio cuenta de que aún no había recibido ningún mensaje de su novio Vinicius. Había estado trabajando tanto que no había tenido tiempo de revisar su teléfono durante todo el día. Eso no era normal, Vinicius siempre le mandaba algún mensaje a lo largo del día.
Laia empezó a preocuparse, ¿y si algo le había pasado? ¿Y si había tenido algún problema? ¿Por qué no le respondía? Decidió enviarle un mensaje para ver si recibía respuesta.
Pero, transcurridos unos minutos, seguía sin recibir ninguna respuesta. Laia empezó a sentirse ansiosa. Intentó distraerse mirando la televisión, pero su mente seguía enredada en la preocupación.Por último, decidió llamar a Vinicius. Pero no
contestó. Laia empezó a preocuparse aún más, preguntándose qué podría estar pasando. Intentó no pensar en lo peor, pero su ansiedad empezaba a crecer.Laia debía volver a su turno. Intento dejar de lado sus pensamientos por Vinicius, y brindarle la mejor atención a sus pacientes.
Al final del día,se reunió con su supervisora para darle cuenta de su trabajo en la unidad de cuidados paliativos. A pesar de que había sido una tarea difícil, Laia se sentía mucho más segura de sí misma y estaba agradecida por haber tenido la oportunidad de aprender algo nuevo.
ESTÁS LEYENDO
FUERA DE JUEGO
RomanceLaia una chica de 22 años, cabello rubio, ojos verdes de piel blanca y suave, acaba de acabar su carrera de enfermería y va a empezar las prácticas en el hospital. Su hermano mayor es Ansu Fati, jugador del Barça. Los hermanos se quedaron sin padres...