Laia sonreía mientras observaba a Vinicius entrenar. Estaba radiante a pesar de los nueve meses de embarazo. El sol brillaba en el campo de entrenamiento, creando un ambiente cálido y familiar. Vinicius, preocupado por el bienestar de su esposa, se acercó a ella con una botella de agua en la mano.
- Hola, mi amor. ¿Cómo te sientes hoy?
- Estoy bien, Vinicius. Junior y yo estábamos disfrutando del entrenamiento. ¿Cómo va todo por ahí?
- Estamos trabajando duro. Pero no puedo dejar de pensar en ti y en nuestro pequeño. ¿Hay algo que necesites?
- Solo necesito que vuelvas a casa sano y salvo. Y, por supuesto, que Junior y yo estaremos muy felices de tenerte aquí.
Vinicius le dio un beso suave en la frente y acarició la barriga de Laia con ternura.
- No te preocupes, mi amor. En unos minutos terminaremos el entrenamiento y nos iremos a casa juntos. Hoy quiero prepararte una cena especial.
- Eso suena maravilloso. Estaré esperando en casa con ansias. Te amo, Vinicius.
- Y yo a ti, Laia.
Con esa promesa de amor y cuidado, Vinicius volvió al campo de entrenamiento, dejando a Laia disfrutando del sol y la emoción de la espera. La familia estaba a punto de crecer, y cada momento compartido se volvía más precioso que nunca.
La mesa estaba adornada con velas parpadeantes y una deliciosa cena preparada por Vinicius. Laia estaba radiante, y Vinicius se movía con una mezcla de orgullo y anticipación. Ansu, el hermano de Laia, había llegado por sorpresa para compartir una cena especial con la pareja.
- Bueno, ¿a qué brindamos hoy? ¿Al nuevo miembro de la familia?
Laia y Vinicius sonrieron y asintieron.
- Exacto, brindemos por Junior, que está a punto de unirse a nosotros.
- ¡Salud!
Durante la cena, Ansu no pudo contener su emoción y comenzó a hacer preguntas sobre el embarazo.
- Entonces, ¿cómo se sienten siendo futuros padres? ¿Nerviosos, emocionados?
- Un poco de todo, Ansu. Estamos emocionados, pero también un poco nerviosos. Hay tantas cosas que queremos hacer bien.
- Es verdad. Pero creo que lo más importante es darle mucho amor. Eso lo supera todo.
- Eso suena genial.
Después de la cena, compartieron risas y recuerdos. Ansu se despidió con un abrazo cálido, dejando a Laia y Vinicius emocionados por la llegada inminente de su pequeño.
Laia se despertó en medio de la noche, sintiendo una sensación de humedad. Al principio, pensó que se le había escapado la orina, pero al mirar a su alrededor, vio un charco considerable. Laia se sobresaltó y despertó a Vinicius con urgencia.
- ¡Vinicius, despierta!
- ¿Qué pasa, mi amor?
Laia señaló hacia el charco de agua en la cama.
- Creo que rompí aguas. Está por todos lados.
Vinicius, ahora completamente despierto, miró el charco y luego a Laia con ojos grandes.
- ¡Rompiste aguas! ¿Estás segura?
- Sí, Vinicius, estoy bastante segura. Deberíamos ir al hospital.
Vinicius saltó de la cama, lleno de emoción y nerviosismo.
- ¡Dios mío! Esto es real. Vamos, tenemos que ir al hospital.
Laia y Vinicius se apresuraron a vestirse y empacar algunas cosas rápidamente. Mientras se dirigían al hospital, Laia apretaba fuertemente la mano de Vinicius con cada contracción, tratando de controlar el dolor.
- Respira, mi amor. Estamos casi allí. Todo estará bien.
Cuando llegaron al hospital, el personal médico rápidamente llevó a Laia a una habitación. Vinicius la acompañó, preocupado pero tratando de mostrar fuerza.
- Hola, soy el Dr. Rodríguez. Vamos a revisar cómo van las cosas.
Después de un examen, el doctor explicó que Laia estaba en trabajo de parto, pero aún no lo suficientemente dilatada. Debían esperar a que el proceso continuara.
- Laia, Vinicius, este es solo el comienzo. Las contracciones pueden tomar su tiempo. Intenten mantenerse relajados. Estamos aquí para ayudar.
Vinicius se acercó a Laia, sosteniendo su mano.
- Vamos a hacerlo juntos, mi amor. Respira conmigo.
Pasaron las horas, y las contracciones se intensificaron. Vinicius permanecía al lado de Laia, dándole apoyo emocional y físico.
Laia se movía rítmicamente sobre la pelota de parto mientras Vinicius la rodeaba con su amor y palabras de aliento. Sabía que el apoyo de Vinicius era fundamental en esos momentos.
- Eres increíble, mi amor. Estoy tan orgulloso de ti.
Horas después, los médicos entraron en la habitación, indicando que era el momento del parto. Laia apretó fuertemente la mano de Vinicius mientras seguía las instrucciones del médico para empujar.
Con cada empujón, el llanto del bebé se acercaba. Finalmente, el sonido llenó la habitación, y los doctores entregaron a Laia a su pequeño hijo.
- ¡Enhorabuena, mamá y papá! Tienen un niño sano y hermoso.
Laia sostuvo a su hijo, con lágrimas en los ojos. Vinicius estaba emocionado y completamente abrumado por la felicidad.
- Es perfecto, Laia. Nuestro hijo es perfecto.
Laia sonrió, agotada pero llena de amor. Vinicius se acercó y la besó tiernamente.
- Te amo, Laia. Y te amo, Junior.
El pequeño Junior estaba en brazos de su madre, y sus ojos curiosos se encontraron con los de sus padres. La familia se formó en ese momento, y el llanto del bebé llenó sus corazones de alegría. Vinicius no podía contener las lágrimas al ver la nueva vida que habían creado juntos.
- Somos una familia, Vinicius.
Vinicius asintió, emocionado.
- Sí, somos una familia. Y estoy tan agradecido por ello.
Así, en ese cálido momento de la sala de parto, Laia, Vinicius y su recién nacido Junior comenzaron un viaje juntos como familia.
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FUERA DE JUEGO
RomansLaia una chica de 22 años, cabello rubio, ojos verdes de piel blanca y suave, acaba de acabar su carrera de enfermería y va a empezar las prácticas en el hospital. Su hermano mayor es Ansu Fati, jugador del Barça. Los hermanos se quedaron sin padres...