Laia volvió al trabajo después de unos días libres. Se sentía un poco nerviosa por volver a enfrentarse a la rutina después de lo sucedido en su último turno, pero sabía que era parte del trabajo y tenía que continuar.
Cuando llegó al hospital, saludó a sus compañeros y comenzó a revisar los casos de sus pacientes. A pesar de la tristeza que sentía por la muerte del paciente en su último turno, se esforzó en mantener una actitud profesional y hacer todo lo posible para ayudar a sus pacientes a recuperarse.
Durante su turno, Laia se encontró con un paciente que estaba pasando por una situación muy difícil. Era un niño de 16 años que había sido ingresado por una complicación relacionada con su enfermedad. Laia pudo sentir la tristeza del paciente y decidió dedicarle más tiempo para conversar con él y hacerle sentir acompañado.
Al final del turno, Laia se sintió satisfecha por haber hecho lo mejor que pudo por sus pacientes y se dispuso a salir del hospital. Al salir, fue recibida por su mejor amiga Paula, quien la esperaba afuera para llevarla al Camp Nou.
- ¡Laia, estás increíble! - dijo Paula, admirando el atuendo de Laia mientras la abrazaba.
- Gracias, tu también luces genial - respondió Laia mientras se subían a la moto de Paula.
Laia había estado esperando ansiosamente por este día, el partido en el Camp Nou de su hermano Ansu. Era una oportunidad perfecta para olvidarse del estrés del trabajo y pasar tiempo con su amiga.
Llegaron al estadio y encontraron sus asientos. Paula no podía dejar de hablar de lo emocionada que estaba de ver jugar a Ansu, mientras Laia se sumía en sus pensamientos, aún procesando todo lo que había experimentado en el hospital.
De repente, el estadio estalló en gritos y aplausos. Era Ansu, que había marcado un gol impresionante. Laia no podía evitar sentirse orgullosa de su hermano y emocionada por él.
Después del partido, Ansu las encontró en la entrada y las abrazó con fuerza.
- ¡Gracias por venir, chicas! ¡Ese gol fue para ustedes!.
Laia y Paula rieron y hablaron sobre el partido mientras caminaban hacia el coche. Laia se sentía agradecida por tener a su amiga a su lado y por poder celebrar los éxitos de su hermano juntas.
- ¿Cómo estás, realmente? - preguntó Paula, notando la expresión preocupada de Laia.
- Un poco agobiada, pero estoy bien. Creo que solo necesito tiempo para procesar todo lo que sucedió en el hospital - respondió Laia.
Paula asintió comprensivamente.
- Siempre estoy aquí si necesitas hablar, ¿vale?.
Laia sonrió agradecida.- Lo sé, gracias. Eres la mejor amiga que alguien podría pedir.
Con un último abrazo, Laia y Paula se despidieron y se dirigieron a sus respectivas casas. Laia se sentía agradecida por el día que había tenido y por tener personas como Paula y Ansu en su vida.
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FUERA DE JUEGO
RomansaLaia una chica de 22 años, cabello rubio, ojos verdes de piel blanca y suave, acaba de acabar su carrera de enfermería y va a empezar las prácticas en el hospital. Su hermano mayor es Ansu Fati, jugador del Barça. Los hermanos se quedaron sin padres...