EN CASA

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Laia llegó a Barcelona con una maleta llena de ropa y el corazón destrozado. Su hermano Ansu la estaba esperando con los brazos abiertos.

Laia lo abrazó fuertemente y empezó a llorar en su hombro.

Ansu la llevó a casa y le ofreció un té mientras ella se calmaba. Después de unos minutos de silencio, Laia finalmente habló.

- Ansu, tengo que contarte lo que pasó -dijo ella con la voz quebrada.

Ansu la escuchó atentamente mientras Laia le explicaba todo lo sucedido con la chica que había aparecido en su casa y la discusión con Vinicius.

- No puedo creer que Vinicius haya hecho eso -dijo Ansu con rabia- pero no te preocupes, hermana, estoy aquí para ayudarte en lo que necesites.

Laia agradeció a su hermano por su apoyo y por permitirle quedarse en su casa mientras ella se recuperaba del dolor.

Vinicius seguía escribiéndole a Laia, pero no recibía respuesta. Estaba preocupado y no sabía qué hacer. Decidió hablar con Ansu.

- Hola, Ansu -dijo Vinicius por teléfono- sé que no estás muy contento conmigo, pero necesito hablar contigo.

- ¿Qué quieres? - preguntó Ansu en un tono cortante.

- Quiero recuperar a Laia, pero ella no me responde -dijo Vinicius- no sé qué hacer, necesito tu ayuda.

- No lo harás - dijo Ansu de forma tajante. Deja a mi hermana en paz.

- Escuchame porfavor, Ansu

Ansu suspiró y decidió escuchar lo que Vinicius tenía que decir.

- Mira, Vinicius -dijo Ansu finalmente- Laia está muy dolida y necesita tiempo para sanar sus heridas. No puedo hacer nada para ayudarte en eso. Pero si realmente la amas, deberías darle el espacio y el tiempo que necesita para decidir si quiere perdonarte o no.

Vinicius agradeció a Ansu por sus consejos y prometió que iba a hacer todo lo posible para recuperar a Laia, aunque eso significara esperar y darle tiempo. Ansu le deseó suerte y colgó el teléfono.

Laia había quedado con Pedri, Gavi y Ferran, los amigos de su hermano Ansu, en un café en el centro de Barcelona. Mientras tomaban un café y charlaban, Laia les contó lo que había pasado con Vinicius y cómo se había ido de casa.
Pedri, Gavi y Ferran se enfadaron muchísimo al escuchar la historia. No podían creer que Vinicius hubiera hecho algo así después de estar con Laia durante cuatro años.

- Este tipo es un idiota - dijo Pedri. No merece a alguien como Laia.

- Debería ir a buscarla y pedirle disculpas - agregó Gavi.

- Pero ella no quiere saber nada de él

- Y mi hermano está enfadado con él, así que no creo que Vinicius tenga una oportunidad de hablar conmigo.

- Laia, no te preocupes - dijo Ferran, tratando de consolarla. Estamos aquí para ti. Si necesitas cualquier cosa, solo tienes que decirlo.

Laia se sintió reconfortada por el apoyo de sus amigos. A pesar de la situación difícil, estaba agradecida por tener a gente tan cercana que la quería y la apoyaba.

Después de un largo día de conversaciones y emociones, Laia decidió invitar a sus amigos, a su casa para pasar la noche. Gavi, Pedri y Ferran llegaron cargados de pizzas y bebidas para compartir.

Laia estaba tumbada en su cama, mirando fijamente el techo, intentando despejar su mente y olvidar todo lo que había sucedido en los últimos días. Pero entonces, la puerta se abrió y entró Gavi

- ¿Puedo hablar contigo? - preguntó Gavi, sentándose a su lado en la cama.

Laia asintió con la cabeza, sin saber muy bien qué esperar de la conversación.

Gavi se quitó la camiseta para enseñarle un tatuaje en su brazo derecho, donde se podía leer un nombre de chica. Laia lo miró sin entender.

- Esta era mi novia - dijo Gavi con tristeza en su voz. Pero ella falleció en un accidente antes de que pudiera decirle cuánto la amaba y arreglar las cosas entre nosotros.

Laia no sabía qué decir, pero Gavi continuó hablando:

- No te estoy diciendo que debas volver con Vinicius si no quieres, pero no tires por la borda todo lo que habéis construido juntos en estos cuatro años, incluyendo el futuro que teníais planeado. A veces, hay que dar segundas oportunidades y luchar por lo que realmente importa.

Laia se quedó pensativa, escuchando las palabras de Gavi. Por un momento, olvidó su dolor y se centró en las palabras sabias de su amigo.

- Gracias, Gavi - dijo Laia con sinceridad. Significa mucho para mí que hayas compartido esto conmigo.

Gavi sonrió, asintiendo con la cabeza:

- Siempre estaré aquí para ti, Laia. Y recuerda, tú tienes el control de tu propia vida y tus propias decisiones.

Después de que Gavi salió de la habitación, Laia se quedó pensando en todo lo que había dicho. Laia se quedó dormida.

Laia se levantó temprano esa mañana y decidió ir a una cafetería cercana a desayunar. Quería un poco de tiempo para ella misma, para pensar en todo lo que había sucedido y en lo que quería para su futuro.

De camino a casa, un grupo de periodistas rodeo a Laia, se sintió abrumada por la cantidad de preguntas que los periodistas le hacían. No sabía cómo reaccionar ante tanta presión. Trató de ignorarlos y caminar más rápido, pero los periodistas la seguían y no paraban de hacerle preguntas

- ¿Por qué no llevas el anillo de compromiso? - preguntó uno de los periodistas.

- ¿Ya no estás con Vinicius? - preguntó otro periodista.

- ¿Qué haces en Barcelona sin Vinicius? - preguntó un tercer periodista.

- Vine a visitar a mi hermano - respondió Laia.

- ¿Asistirás a la gala con Vinicius? - preguntó otro periodista.

- ¿Qué gala? No tengo idea de lo que estás hablando - respondió Laia confundida.

- ¡La gala del Balón de Oro, por supuesto! - respondió el primer periodista.

La presión de los periodistas era abrumadora.

- Todo está bien - dijo Laia, tratando de terminar la conversación.

Laia logró alejarse del grupo de periodistas y llegó a su casa. Se sentó en el sofá y cerró los ojos, tratando de relajarse. No podía creer lo invasiva que podía ser la prensa y se sintió un poco angustiada por toda la atención que estaba recibiendo. Sin embargo, sabía que debía seguir adelante y tomar decisiones sobre su futuro.

FUERA DE JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora