LAS PROMESAS DE VINICIUS

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Después de la gran victoria de Vinicius, Laia y él decidieron pasar una noche juntos en un hotel. Habían cenado en un restaurante cercano y ahora estaban tumbados en la cama, abrazados y disfrutando de la tranquilidad del momento.

Vinicius acariciaba suavemente el cabello de Laia mientras ella se apoyaba en su pecho, sintiendo la calidez de su cuerpo. De repente, Laia se puso un poco seria, y Vinicius notó que algo la molestaba.

- ¿Qué sucede, mi amor? - preguntó él con preocupación.

- Nada, solo que estoy un poco enfadada por lo que pasó en el partido - respondió Laia, frunciendo un poco el ceño.

- Vinicius la miró a los ojos y sonrió. - Sabes que cuando estás enfadada, estás aún más guapa - bromeó, tratando de hacerla reír.

Laia se giró hacia él y le lanzó una almohada.

- No seas tonto - rió ella.

Vinicius la atrajo hacia sí y la besó suavemente en los labios.

- Pero en serio, no quiero que estés molesta - dijo con sinceridad. - ¿Quieres hablar de ello?

Laia asintió y comenzó a contarle lo que había sucedido en el partido con el número 8, cómo se había comportado de manera inapropiada y había arruinado el ambiente. Vinicius la escuchó atentamente y le dedicó algunas palabras reconfortantes para que se sintiera mejor.

-Mi amor, pero no permitiré que nadie arruine nuestra noche juntos - dijo Vinicius con firmeza. - Solo quiero disfrutar de este momento contigo, eres lo más importante para mí.

Laia sonrió y le dio un beso apasionado. Se sentía amada y protegida por Vinicius, sabía que no había nadie más en el mundo que pudiera hacerla sentir así.

Juntos, se abrazaron y se dejaron llevar por la emoción de la noche, disfrutando de cada momento juntos. Al final, se quedaron dormidos, con la certeza de que su amor sería siempre más fuerte que cualquier problema.

Vinicius y Laia se despertaron temprano por la mañana, emocionados por pasar todo el día juntos. Decidieron aprovechar al máximo su tiempo, y comenzaron a planificar todas las actividades que querían hacer.

Primero, se preparó un delicioso desayuno con huevos revueltos, tostadas y jugo de naranja fresco. Mientras disfrutaban de su comida, hablaron sobre todas las cosas que querían hacer ese día.

Decidieron empezar por una caminata por el parque cercano al hotel. Vinicius y Laia siempre habían disfrutado de caminar juntos y conversar, y hoy no fue la excepción. Disfrutaron del sol de la mañana y del aire fresco mientras conversaban sobre sus planes futuros y sus sueños.

Luego, decidieron ir al cine para ver una película que habían estado esperando. Se compraron palomitas de maíz y refrescos y se sentaron en la parte trasera del teatro, disfrutando de la película juntos.

Después del cine, decidieron ir a un restaurante cercano para comer. Laia eligió una de sus comidas favoritas, sushi, y Vinicius pidió una hamburguesa. Disfrutaron de una conversación animada mientras comían.

Vinicius estaba decidido a pedirle matrimonio a Laia esa noche, pero a medida que se acercaba la hora, se ponía cada vez más nervioso. Había planeado todo con cuidado, desde el lugar donde iba a hacer la propuesta hasta el anillo que había comprado para ella. Pero a pesar de todo, no podía evitar sentir que algo podía salir mal.
Laia, por su parte, no tenía idea de lo que

Vinicius estaba planeando. Se habían conocido hacía tres años atrás en una discoteca a la que a Laia le habían dejado plantada, Vinicius la vio y la invitó a bailar, ahí empezó todo. Aunque habían hablado de matrimonio en el pasado, nunca habían llegado a un acuerdo sobre cuándo sería el momento adecuado para dar ese paso.

Vinicius y Laia caminaron por las calles de la ciudad, todavía emocionados por la victoria del Real Madrid contra el Barça. Laia estaba radiante de felicidad y admiración por el juego de su novio, y Vinicius no podía dejar de sonreír por la forma en que ella lo miraba. Pero pronto, el silencio se hizo presente entre ambos, recordando que se verían obligados a separarse por una temporada debido a los entrenamientos de fútbol.

Fue entonces cuando Vinicius tomó la mano de Laia y la llevó hasta un mirador, uno de sus lugares favoritos en la ciudad. Desde allí se podía ver todo el paisaje, el mar y las montañas, un espectáculo impresionante que dejaba sin aliento a cualquier persona.

Vinicius se sentó en un banco y Laia se sentó junto a él. Se miraron a los ojos, sabiendo que el tiempo juntos era limitado.

- Laia, sabes que te amo con todo mi corazón - comenzó a decir Vinicius.

- Y aunque no podamos vernos en una temporada, quiero que sepas que siempre estaré pensando en ti, llamándote todos los días y amándote siempre -.

Laia sonrió y lo abrazó, agradeciendo cada una de las palabras que salían de su boca.

- Pero Vinicius, ¿cuál es la tercera promesa?

- Quiero saber cuál es la sorpresa que tienes para mí - preguntó con curiosidad.

Vinicius la miró con una sonrisa y sacó de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo negro. La abrió lentamente y sacó un anillo de diamantes.

- Laia, ¿quieres casarte conmigo? - preguntó, arrodillándose frente a ella.

Laia no podía creer lo que estaba sucediendo, las lágrimas llenaron sus ojos de emoción y felicidad.

-  ¡Sí, por supuesto que quiero! - respondió emocionada, mientras Vinicius colocaba el anillo en su dedo.

Se abrazaron con fuerza, disfrutando del momento, sintiendo que el amor que sentían el uno por el otro era más fuerte que nunca. Prometieron cuidarse el uno al otro y mantenerse unidos a pesar de la distancia.

Desde aquel mirador, Vinicius y Laia siguieron observando el paisaje, mientras se aferraban a la promesa de su amor, la cual creció aún más después de ese momento inolvidable.

FUERA DE JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora