PEDRI

15 1 0
                                    

Laia cerró la puerta de su casa con fuerza y se apoyó en ella, intentando recuperar el aliento.

Había sido un día muy duro en la unidad de oncología pediátrica, donde trabajaba como enfermera. Había visto a muchos niños luchando contra el cáncer, y aunque trataba de mantener una actitud positiva, no podía evitar sentirse sobrecogida por la tristeza y el dolor que había presenciado.

Pero lo peor no había sido eso. Al salir del hospital, se había encontrado con una horda de periodistas esperándola fuera. Habían comenzado a hacerle preguntas sobre el anillo que le había dado su prometido, Vinicius, y ella se había sentido incómoda y vulnerable ante sus preguntas insistentes.

Ahora, dentro de su casa, se sentía segura. Sabía que allí nadie la molestaría, al menos por un tiempo. Se quitó el uniforme y se puso ropa cómoda, preparándose para relajarse y descansar un poco. Pero al entrar en la sala de estar, se encontró con dos personas inesperadas.

- ¡Ansu, Pedri! -exclamó, sorprendida.

Su hermano y su amigo estaban sentados en el sofá, con expresiones serias en sus rostros. Laia se acercó a ellos, preguntándose qué había pasado.

- ¿Qué haces aquí Pedri? -preguntó.

- Pedri me dijo que te habían seguido los periodistas -explicó Ansu-. Pensamos que podrías necesitar un poco de apoyo.

Laia asintió, agradecida. Sabía que podía contar con su hermano y sus amigos, pero no había esperado que vinieran a visitarla esa noche. Se sentó junto a ellos y les contó lo que había pasado en el hospital y en la calle.

- Es horrible -dijo, con lágrimas en los ojos-. No quiero que mi vida privada se convierta en un circo.

- Lo sé -dijo Pedri, poniendo una mano reconfortante en su hombro-. Pero tienes que aprender a ignorarlos. No dejes que te afecten.

Laia asintió, sabiendo que Pedri tenía razón. Pero no fue fácil. Los periodistas siempre la habían perseguido a ella y a su hermano, desde que Ansu se había convertido en un jugador de fútbol famoso. Pero ella no quería esa atención, no quería que su vida personal fuera examinada y juzgada por el público.

- ¿Cómo lo hacéis vosotros? -preguntó, mirando a sus amigos.

- Yo me concentro en el fútbol -dijo Pedri, encogiéndose de hombros-. Y tú deberías concentrarte en tu trabajo. Eres una enfermera increíble, Laia. Eso es lo que importa.

Laia sonrió, sintiéndose un poco mejor. Sabía que Pedri tenía razón. Su trabajo era su pasión y lo que la hacía feliz. Debía centrarse en eso y en las personas a las que ayudaba, y dejar de preocuparse por lo que decían los periodistas.

- Gracias, chicos -dijo, sintiendo el peso de la tensión y el estrés desaparecer poco a poco-.

Ansu se fue a la cocina para hacer la cena y Laia trató de entablar una conversación con Pedri.

- ¿Cómo te ha ido el día hoy, Pedri?

- Bien, gracias. Los niños del hospital estaban emocionados por vernos. ¿Y tú, Laia? ¿Cómo ha sido tu día?

- Ha sido largo, como siempre -respondió Laia, sonriendo levemente-. He estado en la unidad de oncología pediátrica todo el día.

Pedri pareció conmovido por el trabajo de Laia.

- Eso debe ser muy difícil -dijo Pedri, con un tono compasivo-. Pero también es increíblemente valioso lo que haces. Los niños necesitan personas como tú.

Laia se sonrojó un poco ante el elogio de Pedri, pero se sintió agradecida.

- Sí, es importante. Pero también es emocionalmente agotador a veces.

Después de un rato, Pedri notó el anillo en el dedo de Laia.

- Ese es un anillo muy bonito, Laia -dijo Pedri, mirando el anillo con curiosidad-. ¿De quién es?

- Es de Vinicius, mi prometido -respondió Laia, sonriendo ampliamente-. Me lo dio hace unas semanas.

Pedri pareció sorprendido por la noticia.

- Oh, no sabía que estabas comprometida, Laia.

Laia se sintió un poco molesta por el tono de Pedri.

- Sí, Vinicius y yo nos comprometimos hace un tiempo. ¿Por qué lo preguntas?

Pedri vaciló un momento antes de responder.
No sé, Laia.

- Me parece que es muy pronto para comprometerse,  hay tantas cosas que pueden pasar en una relación.

Laia se sintió herida por las palabras de Pedri.

- No necesitas decirme lo que es mejor para mi relación, Pedri -dijo Laia, con un tono cortante-. Vinicius y yo nos amamos, y eso es lo que importa.

Después de la cena, Laia se dirigió a su habitación, sintiéndose un poco confundida después de su conversación con Pedri. Se sentía segura de su amor por Vinicius, pero no podía negar que la actitud de Pedri había sido desconcertante. Decidió dejar de pensar en ello por el momento y se preparó para acostarse.

Vinicius estaba en su casa, viendo la televisión, cuando de repente se topó con una noticia que lo dejó sin aliento. La imagen de su prometida,

Laia, apareció en la pantalla, rodeada de periodistas y cámaras.

- ¡Qué demonios está pasando! -exclamó Vinicius, preocupado.

Se levantó del sofá y se acercó a la televisión, intentando escuchar lo que decían los periodistas. No le gustaba nada lo que veía, Laia parecía agobiada y asustada por toda la atención mediática.

- Tengo que hablar con ella -dijo para sí mismo.

Agarró su teléfono y buscó el número de Laia.
Esperó con ansias a que ella respondiera.
Laia, justo cuando estaba a punto de apagar la luz, sonó su teléfono. Al ver que era Vinicius, no pudo evitar sonreír.

- ¿Hola cariño? - dijo ella al contestar.

- ¿Estás bien? -preguntó Vinicius, preocupado.

-Sí, estoy bien. - respondió Laia, confundida-.

- Los periodistas te han estado siguiendo, lo vi en la televisión -dijo Vinicius, frunciendo el ceño-.
No puedo creer que estén haciendo esto. ¿Qué quieren de ti?

- No lo sé -dijo Laia, con un tono triste-. Solo quieren saber sobre el anillo que me diste.

- Es un asunto privado -dijo Vinicius, molesto-. No tienen derecho a meterte en esto.

- Lo sé, pero así son las cosas -dijo Laia, encogiéndose de hombros-. Solo quería volver a casa y olvidarme de todo esto por un rato.

- Claro, lo entiendo -dijo Vinicius-. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Siempre estaré aquí para ti.

Laia sonrió, sintiéndose reconfortada por las palabras de Vinicius.

- Gracias, Vinicius -dijo-. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

- Y tú eres mi todo, Laia -dijo Vinicius, con ternura-. Te amo.

- Te amo también -dijo Laia, sintiéndose más tranquila y relajada-.

- Buenas noches, mi amor - dijo Vinicius antes de colgar.

Vinicius colgó el teléfono, sintiéndose aliviado de que Laia estuviera bien. Pero no podía evitar sentirse enojado y frustrado por la atención no deseada que ella estaba recibiendo. Prometió hacer todo lo posible para protegerla y mantener su relación privada, lejos de los ojos del público.

Laia apagó la luz y se acomodó en su cama, pensando en su futuro con Vinicius. Sabía que estaba tomando la decisión correcta al comprometerse con él, y que juntos podrían superar cualquier obstáculo. Con esa tranquilidad en su corazón, se durmió felizmente pensando en el futuro que les esperaba juntos.

FUERA DE JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora