MENSAJERO

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Vinicius se levantó temprano la mañana siguiente, sintiéndose mal por haberse enfadado con Laia. Sabía que ella tenía que trabajar en la unidad de oncología pediátrica y no quería molestarla en el trabajo.

Mientras tanto, Vinicius tenía que ir a entrenar con su equipo de fútbol, así que se preparó rápidamente y se dirigió al estadio. Durante el entrenamiento, su mente estaba en Laia y en cómo podía arreglar las cosas entre ellos.

Después del entrenamiento, Vinicius decidió hacer una parada en la floristería para comprarle a Laia un ramo de sus flores favoritas. Quería hacer algo especial para ella y mostrarle lo mucho que la amaba.

Laia se sentía agotada después de un largo turno en el hospital. El tráfico había sido horrible y la espera en el semáforo interminable. Al llegar a casa, se encontró con que no había nadie en ella. Su hermano Ansu había mencionado que pasaría la noche en casa de su amigo Ferran.

Ella suspiró y decidió cambiarse rápidamente para estar cómoda.

Se dirigió a su habitación y se puso una camiseta suave y un pantalón de pijama. Miró su reflejo en el espejo y se dio cuenta de que lucía cansada y un poco desaliñada, pero decidió no importarle mucho. Laia estaba cansada de tratar de mantener una imagen perfecta todo el tiempo.

Mientras se dirigía a la cocina para preparar algo rápido para cenar, escuchó un golpe en la puerta. Se preguntó quién podía ser a esa hora y se acercó a la puerta para mirar por la mirilla. Un repartidor estaba allí con un paquete en la mano.

Laia abrió la puerta y el repartidor le entregó un ramo de flores. Se preguntó quién podría haberle enviado un regalo así, ya que no esperaba nada de nadie en ese momento. Al mirar la tarjeta que acompañaba al ramo, se dio cuenta de que era de Vinicius. Laia se sintió un poco molesta al principio por la forma en que Vinicius había reaccionado aquella noche, pero también estaba contenta de que él estuviera tratando de arreglar las cosas.

Decidió llamar a Vinicius para agradecerle el gesto, aunque todavía estaba un poco molesta con él. Después de varias llamadas, Vinicius finalmente contestó el teléfono.

- Lo siento mucho, Laia - dijo Vinicius. - No debería haberme enfadado contigo. Sé que te mereces una explicación.

Laia sintió que se le suavizaba el corazón al oír las disculpas de Vinicius. Decidió perdonarlo por completo y dejar atrás el incidente.

- Está bien, Vinicius - dijo Laia. - Te perdono. Gracias por el hermoso ramo de flores, me alegraste el día.

Después de colgar el teléfono, Laia se quedó pensando en lo mucho que quería a Vinicius. Sabía que su relación no era perfecta, pero también sabía que nunca había amado a alguien de la forma en que lo amaba. Con una sonrisa en su rostro, se preparó para una noche tranquila en casa.

FUERA DE JUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora