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 𝕬𝖗𝖌𝖊𝖓𝖙𝖎𝖓𝖆, 𝕭𝖚𝖊𝖓𝖔𝖘 𝕬𝖎𝖗𝖊𝖘.

𝕬ñ𝖔𝖘 𝖆𝖙𝖗𝖆𝖘

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       Una niña con unos preciosos ojos marrones y cabello castaño claro, se encontraba pintando en el patio del colegio con tranquilidad, a su alrededor los niños corrían, gritaban y jugaban sin parar por todo el patio.

-Hola -dijo un hombre de traje negro, la niña lo miro sin decir una palabra y seguir pintando

-Mamà dice que no debo de hablar con desconocidos -dijo la pequeña sin sacar la vista del libro

-Ya me estás hablando, pero dejemos de ser desconocidos, yo soy Manuel.

-Sigues siendo un desconocido. -dijo mirándolo mientras guardaba su libro y lápices 

-Nos conocemos pero eso todavía no lo sabes, Tina. 

-Como sabes mi nombre? 

-Se muchas cosas, por ejemplo tenés una hermana.

-Eres un acosador. -la niña trato de irse pero la voz del hombre la detuvo 

-No, Tina nos podemos ayudar mutuamente -la niña lo miro desconfiada- Tu me ayudas a trasmitir un mensaje y yo te ayudo a saber quién soy.

-No, sos un desconocido y la abuela dice que nunca debo quedarme sola con una persona que no conozco.

-Miren! -grito un niño, señalado a la niña que abrazaba su cuaderno- Valentina está hablando sola! 

Varios niños que habían visto la situación se empezaron acercar y a reírse de ella, tomándola por loca, murmurando cosas.

-No! El se llama Manuel! -dijo Tina con desesperación, señalando al hombre- No lo ven?

-Estas hablado sola Rarita -dijo una niña riéndose

-Estas mintiendo -miro al hombre que estaba a su lado- Vos estás acá...

-Si, pero ellos no me ven -dijo el hombre- Pero vos si, Tina.

-Valentina la rarita -empezaron a cantar los niños mientras que la pobre niña seguía abrazando su libro y las lágrimas caían por sus mejillas 

-Vamonos de aquí, Tina -dijo el hombre 

-No, basta, basta -dijo la niña- El está acá, yo lo veo.



La niña se encontraba con la cara roja de todo lo que había llorado por los comentarios de los niños, estaba jugando con el borde de la pollera gris del uniforme escolar, callada en la oficina de la directora del colegio, quien se vio obligada a llamar a la madre por lo que había sucedido en el recreo.

 -Señora Rivera -dijo la directora- Debe entender la situación, nos parece que lo mejor es que Tina veo un psicólogo, un espacio donde pueda hablar y sea evaluada.

 -Usted no me va a decir si mi hija tiene que ir a la Psicóloga o si. -dijo la mujer de cabellos castaño oscuro, defendiendo a su hija- Veo que no educa bien a los niños ya que se burlan sin dudar de alguien.

-Los niños la vieron hablando sola en el medio del patio.

-Eso no es razón para burlarse.

-Los niños a esta edad hacen cosas sin pensar.

-Entonces debe entender que mi hija tiene una gran imaginación, estaba jugando. Y no es razón aquella para burlarse.



Después de una larga charla o mejor dicho discusión con la directora, madre e hija salieron del colegio sin decir una palabra, apenas estaban en la calle Tina detuvo el paso para mirar atentamente a su madres.

-No estoy loca -dijo la niña mirando el piso

-No lo creo, Cariño -dijo la mujer, Tina levanto la mirada

-Yo lo ví. -vio atrás de su madre, a unos cuentos pasos alejados, se encontraba el mismo hombre- Yo lo veo.

-A quién ves?

 -Un hombre de traje negro oscuro, tiene una rara manera de hablar, y dice que se llama Manuel, asegura no ser un desconocido.

-No estás loca. Yo te creo.

-Lo dices por qué eres mi mamá.

-Lo digo porque te creo.



Valentina Rivera ~Jacob Black~ IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora