CAPÍTULO 49: DI QUE ME AMAS

25 10 3
                                    

PEAT

Apenas puse un pie dentro del edificio, vi a Fort a solo dos pasos de mí. Al igual que él me sorprendí mucho al verlo. Lo escaneé por un segundo, comprobando que no estuviera herido. Intentó llamar mi atención cuando mencionó mi nombre, pero mis ojos solo se centraron en el hombre que venía detrás de él.

— Nos volvemos a ver — mencioné dirigiéndome a Noeul.

— Al parecer eso es cierto. — dijo Noeul en respuesta. Sus ojos me estudiaron unos segundos, para después desviarse hacia Tin cuando gritó el nombre de Fort.

Tin se encontraba muy preocupado, pero cuando lo escuché hablar de mí, interrumpí cualquier cosa que estuviera diciendo y que pudiera dejar en evidencia mi preocupación.

— Tin! — dije en tono de advertencia. Evitando que Tin terminara de hablar.

Tin no dudo en obedecerme y callar.

Fort ya tenía quien lo cuidara y lo protegiera en momentos como estos. Así que no había nada más que pudiera hacer aquí. Me di media vuelta y caminé un paso fuera de ese lugar, antes de que Fort me pidiera detenerme y se acercara a tomar una de mis manos.

La voz de advertencia de Noeul, interrumpió nuestro momento silencioso. Pero Fort no se inmutó e ignoró sus palabras.

— P'Peat, ¿Porque estás aquí? ¿viniste por mí? — preguntó.

No respondí. Si se enteraba que estaba aquí por él. Talvez se enteraría que era el culpable de que lo secuestraron y que yo era quien lo había puesto en peligro.

Me sentía tan pequeño. Tan cobarde y a la misma vez tan débil.

Noeul quitó la mano de Fort de la mía. Y la soledad invadió mi alma.

Apreté los dientes, miré hacia el horizonte y evité ver la mirada de Fort en mis ojos.

Si tenia que arrancarme el amor. Talvez tenia que arrancarme el corazón.

Fort, me observó por unos segundos, luego se fue de ahí sin mirar atrás.

Noeul no parecía estar feliz a pesar que había logrado separarnos. Solo tenía una mirada extraña en los ojos, que me confirmaron la crueldad de sus palabras, antes de caminar detrás de Fort.

— No creo que puedas irte aún. Porque, así como me quitaste lo que más quiero, yo también lo hice. Ahora ve y busca a tu hermano. Si es que aún no lo han matado.

Sus palabras resonaron en mi cabeza. Corrí de vuelta al edificio y cuando Tin jaló de mi brazo para protegerme una bala rozó una de sus piernas.

— Tin. ¿Estas bien?

Tin no contestó. Disparó hacia un piso arriba de nosotros y se puso delante de mí para dirigir el camino con mucho cuidado. Una guerra de balas nos esperaba cuando dimos un paso a la segunda planta del edifico. Varios hombres de mi padre se encontraban luchando entre balas y golpes con el bando enemigo.

— Khun Peat ¡Retroceda! ¡DEJE QUE ME ENCARGUE DE ESTO!

Asentí. Corriendo piso arriba en busca de mi hermano.

Si los hombres de mi padre estaban aquí, solo podía significar una cosa. Había venido por mi hermano. Ahora su vida no estaba amenazada solo por el enemigo, sino también por el odio y la sed de venganza de mi padre.

¿Qué era lo que mi hermano, sabia, que yo no supiera?

Al pisar el último escalón, vi como mi padre y Prayut se encontraban frente a frente apuntándose con un arma, mientras todos los cuerpos a su alrededor están ensangrentados, formando un charco de sangre que manchó mis zapatos. Observé con desesperación y miedo todo a mi alrededor, encontrando a mi hermano tendido en una de las esquinas de aquel lugar.

NUNCA DEJES DE SONREIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora