Capítulo 2.3

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Era catorce de febrero, día de San Valentín, a las siete y media de la tarde. Únicamente faltaba media hora para que el plazo de Do Kyungsoo terminara.

El señor Kim estaba en su despacho, como cualquier otro día. Apenas había dedicado unos instantes de su tiempo al alocado joven del día anterior, seguro de que le sería imposible conseguir lasmil firmas.

Sonreía satisfecho ante la idea de bajarle los humos a aquel jactancioso joven, cuando su eficaz secretaria anunció la visita del joven
Kyungsoo.

—Señor Kim, su cita de las ocho ha llegado.

Do Kyungsoo, vestido con un traje chaqueta de un rojo chillón que dañaba la vista, entró lentamente en el despacho llevando una inmensa caja blanca con un hermoso y elaborado lazo rojo.

La colocó en el suelo junto a él y esperó
pacientemente las victoriosas palabras del dueño del House Center Bank.

—Joven Kyungsoo, tome asiento, por favor —pidió Kim Seonho, sonriente al ver que Kyungsoo tenía las manos vacías—. Como salta a la vista, las cosas han sucedido tal como yo suponía... —comenzó el señor Kim
presuntuosamente.

—No, es sólo que mi nuevo ayudante está tardando algo más de lo previsto —replicó el, mientras se sentaba sin perder de vista su presente.

—¿Se puede saber qué es lo que está haciendo su ayudante para tardar tanto? —preguntó Kim Seonho, irritado al ver que él no daba su brazo a torcer.

—Recoger las firmas, por supuesto  confirmó tranquilamente Do Kyungsoo, sin dejarse intimidar por la impaciencia del presidente del banco o por el tiempo, que se estaba acabando.

—¡Jovencito! ¡Faltan diez minutos para que finalice el plazo! Le advierto que si a las ocho en punto su ayudante no está aquí, el trato quedará anulad...

—¡El ayudante del joven Kyungsoo! —anunció la secretaria, espantada, mientras entraba un hombre elegantemente vestido, que llevaba una tarjeta de felicitación del tamaño de una persona.

—Lo siento, Kyungsoo, pero ¿sabes lo
difícil que es meter este trasto en un
coche? En la tarjeta que depositó ante un anonadado Kim, unas letras de un llamativo color verde fluorescente dentro de un corazón negro, decían: «Todas estas personas comprarían en Love Dead».

—¿Qué tipo de broma es ésta? — bramó Kim Seonho, furioso y molesto con la tarjeta, que ocupaba gran parte de su oficina.

—No se preocupe, por si no tiene ganas de contarlas... —dijo Kyungsoo, abriendo con dificultad la enorme tarjeta y mostrándole la firma de todas las personas que apoyaban su proyecto—.

Aquí le traigo las firmas —concluyó con
una radiante sonrisa, depositando además unos doscientos folios encima de la grandiosa mesa del presidente.

—¿Cómo las ha conseguido en un solo día? —preguntó el señor Kim, asombrado, revisando uno por uno los folios y dándose cuenta de que,efectivamente, había más de mil firmas.

—Le contaré mi secreto en cuanto firmemos el préstamo.

—No pueden ser solamente firmas de sus amigos o familiares... —seguía divagando el financiero al verse vencido.

—¿Dónde está el contrato de concesión del préstamo? ¿No iba usted a cumplir su incuestionable palabra? —insistió Kyungsoo.

—Sí, espere un momento, jovencito.
¡Ingrid! Redacte ahora mismo un contrato de préstamo para el joven Do Kyungsoo —gruñó Kim Seonho por el intercomunicador, admitiendo al fin su derrota.

—¿Cómo lo ha hecho? ¿Lo apoya alguna gran compañía? ¿Ha llevado a cabo una campaña publicitaria impactante?

—Todo a su debido tiempo, señor Kim, todo a su debido tiempo — esquivó Kyungsoo hábilmente su pregunta, dispuesto a no descubrir su secreto hasta el último instante.

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora