Kim Minseok entró silenciosamente en la sala y, al ver el ambiente que lo rodeaba, se sentó en uno de los sitios más próximos a la salida. Su aspecto de hacía unos años tal vez hubiera llamado la atención, ya que los trajes de cinco mil dólares suelen destacar. Ahora, en cambio, con sus pantalones raídos y su descuidada camiseta, no sobresalía entre las personas que allí se habían reunido para, según ellos, «tratar un tema de suma importancia».
Minseok escuchó con curiosidad lo que se discutía. Había vuelto a la ciudad tras tomarse un año sabático para encontrarse a sí mismo. En ese tiempo descubrió muchas cosas, entre ellas, que suceder a su padre al frente de las empresas Kim no le interesaba de ningún modo.
Minseok se parecía mucho a su madre, una bella mujer que se había dedicado a pintar y lo había animado siempre a explorar el maravilloso mundo del Arte, que tanto lo atraía. Un día, después de intentar cumplir una vez más uno de los tediosos encargos de su progenitor, se miró seriamente al espejo y decidió que no le gustaba en absoluto el rumbo que estaba tomando su existencia.
Do Kyungsoo había sido decisivo en su vida. Con su sonrisa despreocupada y su forma de enfrentarse a todos, lo había animado a perseguir sus sueños. Y así lo había hecho Minseok. Después de cenar con él, había ido a su lujoso apartamento y, tras deshacerse de sus caros trajes, había desaparecido de su rutinaria y rígida vida, llevándose una simple bolsa, en busca de una pasión que le enseñara lo emocionante que podía llegar a ser el día a día.
Sus pasos lo guiaron hasta un pequeño pueblecito de Grecia donde todo era paz y tranquilidad. Allí, junto al mar, pintó alguno de sus mejores cuadros. Al cabo de un tiempo, por suerte o por desgracia, un famoso experto vio uno de sus lienzos y decidió que ése sería el broche de la inauguración de una exposición itinerante de artistas noveles que se llevaría a cabo en distintas ciudades de su país.
Así que allí estaba, de nuevo en su
ciudad. Su período de paz y reclusión había finalizado y ahora tendría que enfrentarse a su padre y a un montón de responsabilidades que había dejado de lado y que, aunque él las rechazara, siempre lo estaban esperando.Una de las primeras cosas que quiso hacer en cuanto volvió a pisar aquellas conocidas calles fue ir a ver a la persona que tanto lo había ayudado. De manera que, casi sin pensarlo, Minseok echó a andar hacia Love Dead, cuando, en mitad de su camino, se topó con esa reunión. Un folleto que le habían dado en la calle exigía el cierre de una de las tiendas del sector comercial.
Estaba empezando a sospechar cuál
era el negocio que estaba en el punto de
mira de esos energúmenos, cuando una
impertinente y chillona voz lo sacó de
dudas al pronunciar un indignado discurso.—¡Ese doncel se ha atrevido a vender sus horribles productos a nuestros hijos! ¡Ha incitado a nuestros pequeños al pecado de la insolencia! Sin ir más lejos, mi hija pequeña le regaló a su padre, con motivo del día del Padre, un insultante y horrendo
peluche que anunciaba «Esto es lo único
que te mereces por este día».¡Ese repulsivo doncel da trabajo a personas sumamente groseras y sus artículos están diseñados únicamente para denigrar a la gente de bien! ¡Canciones entonadas con eructos, globos con insultos escritos, tarjetas impertinentes y osos amenazantes son solamente algunos de sus dañinos regalos!
¡Debemos unir fuerzas y deshacernos de esa tienda que lo único que hace es manchar la reputación del distrito comercial!
—Pero Kyungsoo es una persona muy
bondadosa: me ayudó mucho a la hora
de vender mis productos —recordó a la
multitud la dueña de una pequeña
pastelería.—Nayeon, sería una lástima que perdieras a muchos de tus nuevos clientes por culpa de ese brujo— amenazó la presidenta, acallando así las posibles protestas que comenzaban a oírse.
ESTÁS LEYENDO
El amor nos separará (Kaisoo)
FanfictionDo Kyungsoo y Kim JongIn enfrentados en los negocios, uno adora San Valentín y el otro lo detesta, en que terminara este enredo