Capítulo 23

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Tras recibir de su hijo la alegre noticia de que finalmente iba a ser abuelo, Kim Seonho había buscado incansablemente el paradero de Kyungsoo y finalmente dio con su número de teléfono. Tomó aire, preparándose para una llamada que no sería fácil para nadie, pero como padre que era, tenía que hacerlo por el bien de su hijo y de sus futuros descendientes.

—Si es usted otro de esos malditos periodistas, le diré que no me entretuve
en medir el miembro de JongIn, simplemente lo utilicé. ¡Y me niego en redondo a revelarle las posturas que realizamos en la cama, ya que no es de su incumbencia...!

—Joven Do, me alegro de que se niegue usted a hablarle de esos temas a la prensa, pero me alegraría aún más que dejara de esconderse —dijo el banquero.

—¡Ah, es usted! ¡La vieja urraca de ese famoso banco que no tuvo las agallas suficientes para enfrentarse a mí y me envió a sus dos hijos! ¡No se preocupe, no pienso formar parte de su eminente familia! Además, ahora tiene usted lo que tanto deseaba: ¡me he marchado lejos y ni usted ni ellos volverán a verme nunca más!

—Eso sería perfecto para mí, joven Do, si no fuera porque el idiota de mi hijo JongIn se ha enamorado de usted como un loco.

—Ese cuento aún no acabo de creérmelo —replicó él, escéptico.

—Pues debería confiar más en el que va a ser el padre de su hijo —opinó Seonho ante aquel irritante doncel quetanto lo sacaba de quicio.

—No se preocupe, no voy a molestar a su hijo con la gran responsabilidad que supone la paternidad. ¡Yo solo soy muy capaz de encargarme del bebé!

—El problema es que tanto él como yo queremos formar parte de la vida de ese niño, y no sólo económicamente.

—¡Le digo una vez más que este bebé es mío y de nadie más y no voy a permitir que le meta a mi hijo en la cabeza sus estúpidas ideas sobre heredar su imperio, o lo acabe manejando a su gusto como a sus dos vástagos!

—Yo no soy tan manipulador como usted cree, joven Do. De hecho, no hay ninguna posibilidad de que yo haya influido en JongIn en modo alguno en lo que a usted se refiere.

—¿Se supone que debo creerle?

—¡Exijo que vuelva inmediatamente a la ciudad y deje de esconderse como un cobarde!

—No me estoy escondiendo, solamente me he tomado unas largas vacaciones, ya que su hijo parece haberse quedado con todo lo que me importaba.

—Pues sus largas vacaciones deben finalizar ya, joven Do. Yo no soy tan complaciente como JongIn. Si para el próximo pago del día cinco no entrega usted el dinero en persona, olvídese de la tienda que tanto le importa, porque le juro que cierro Love Dead para siempre, aunque tenga que no volver a hablar en la vida con mi insufrible hijo —finalizó Kim Seonho con un tajante ultimátum, antes de colgar el teléfono.

Ahora sólo le quedaba esperar que sus amenazas hubieran surtido efecto y que el se decidiera a volver, aunque sólo fuera para enfrentarse a él y a su banco. A partir de ese día, contaría las horas que faltaban para que Do Kyungsoo volviera a la ciudad, y guardaría en secreto su agresiva amenaza. Sus hijos no conocerían el retorno del joven hasta que él lo decidiera.

Después de todo, tenía mucho de lo que hablar con Kyungsoo, él protagonista de todas sus pesadillas y sueños; porque, aunque fuera difícil de tratar, sin duda sería una gran papi para su futuro nieto. El cinco de febrero, Kyungsoo salió temprano de la casa de su madre. Aunque aún no se decidía a dar la cara, por nada del mundo consentiría que Kim Seonho acabara con el sueño que tanto trabajo le había costado fundar.

En esos momentos se encontraba frente a Love Dead, oculto en su destartalado Kyungsoo miraba su adorada tienda, que
no había perdido nada de su habitual
esplendor. Los escaparates estaban un
tanto anticuados, tal vez deberían cambiar de nuevo la postura del oso, pero por lo demás, JongIn parecía no haber desatendido su negocio en absoluto.

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora