Capítulo 4.3

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—¡Estúpido! ¡Estúpido! ¡Estúpido! —mascullaba Kyungsoo furioso, de camino a la tienda—. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? ¡Una apuesta! ¡Jugarme mi negocio, que tanto trabajo y esfuerzo me ha costado, en una jodida apuesta!

»Vale que a ese adonis le será imposible conquistar mi corazón. Después de todo, nadie ha conseguido enamorarme en veinticinco años y este niño bonito no va a ser el primero. ¡Y menos después de saber que solamente lo hace para arrebatarme lo que más quiero! No obstante, es una enorme insensatez haberle propuesto este escandaloso trato.

¡Todo es culpa de su agresivo e irreflexivo carácter! ¿Y cómo demonios he acabado tumbado encima de ese mostrador, como si de un tálamo se tratase? ¡Por Dios! ¡Si sólo ha sido un beso! Pero es que ese tipo sabe besar, y esas fuertes manos cómo acariciar en los sitios correctos para hacer que un doncel se derrita.

Bueno, simplemente tengo que tener presente que sólo sería uno más de la
inacabable lista de su harén, para mantenerme firme y no ceder ante la
tentación de acabar en la cama de ese
hombre, que aunque tuviera una horrenda personalidad, era una tentación para cualquier mujer o doncel.

En especial para las  y los que pudieran
deleitarse con su fuerte y atlético cuerpo, y aquel hermoso rostro que, acompañado por unos impresionantes ojos cafes, podían ser letales para un corazón…

¡Basta! Tengo que ser firme y no dejarme engañar por una cara bonita, porque aunque ese hombre pueda parecer maravilloso, en realidad es tremendamente despiadado: las múltiples facturas de mis abogados dan muestra de ello.

No me puedo rendir a sus encantos y menos ahora que he conseguido una gran ventaja, porque mientras él tiene permiso para intentar seducirme, yo lo tengo para hacer lo que mejor se me da: incordiar.

¡Oh...! ¡Me froto las manos sólo con pensar en las numerosas jugarretas que le voy a hacer a ese malnacido! Si hasta ahora creía conocer los servicios que Love Dead puede ofrecerle, eso no será nada comparado con el extenso catálogo que incluiré este año dedicado a Lee JongIn.

¡Y lo mejor de todo es que sus abogados estarán atados de pies y manos, sin poder tocarme ni un pelo! Con trece meses sin pleitos, sin duda podré pagar todas las facturas y seguir adelante con mi negocio.

Después de todo, puede ser que no haya hecho un mal trato. Además, ¿qué puede hacer ese aspirante a gigoló? ¿Mandarme flores? ¿Invitarme a cenar? ¿Comprarme regalos?...

Todas ellas son cosas tan simples y sencillas que no me molestan en absoluto y, por supuesto, no caeré en las redes del amor porque tenga un descapotable de lujo o me lleve a un exclusivo restaurante francés.

Los hombres como él son tan predecibles a la hora de conquistar… Seguro que pronto comenzará su asedio con empalagosos mensajes e indigestos regalos de dulces y flores.

Bueno, gracias a mi trabajo ya sé cómo tratar ese tipo de presentes indeseados. Ahora solamente tengo que esperar que mueva ficha y permanecer tranquilo mientras desprecio sus intentos de conquista y planeo mis perversos contraataques.

Al entrar en mi tienda, capté las miradas curiosas de mis empleados, que no se despegaban de mí ni un solo instante. Estaba totalmente seguro de que querían saber lo que había ocurrido con «míster Eros» y si había conseguido hacerle tragar su prepotencia.

Por eso me extrañé cuando Baekhyun, que se excusaba con alguien unas mil veces al
teléfono, me dirigió una mirada que sólo
podía significar «¡Sálvame!».

—¿Quién es? —pregunté, intuyendo un problema.

—Tu madre, que pregunta por qué hasta ahora no se había enterado de que estás prometido y por qué ha sido el novio quien le ha dado la noticia y no tú, su querido hijo.

Por cierto, este fin de semana se pasará por aquí para conocer a ese dechado de virtudes que dice ser tu enamorado.

—¡¿Qué?! —grité exaltado, arrebatándole el teléfono de las manos. Pero luego no tuve manera de convencer a mi amorosa y
sobreprotectora madre de que se quedara en casa.

—¡Asquerosa sanguijuela! — exclamé en voz alta, poco antes de colgar el teléfono, maldiciendo a Lee JongIn, aunque mi madre no pareció entenderlo así.

Salí airado de mi tienda y, sin cruzar siquiera la calle, grité a pleno pulmón hacia su establecimiento, que, aunque parecía vacío, seguía teniendo en el aparcamiento el llamativo descapotable.

—¿No se supone que tienes que hacer cosas para que me enamore de ti? Luego regresé a mi guarida para pensar detenidamente cómo podía explicarle semejante malentendido a mi madre, pero, por desgracia, las miradas inquisidoras de mis trabajadores me esperaban impacientes, exigiéndome una explicación de mi nueva locura.

Me desplomé en una silla y me quejé una vez más de mi suerte antes de empezar a explicar el estúpido trato que había hecho con una sabandija engañosa que se las daba de angelito.

—¡Vaya mierda de día! Veréis, yo…

Jajaja golpe bajo Kyungsoo.

Amo este fic porque es de amor y odio jejeje.

Y pues como vamos a la par en la historia subiré otro capítulo hoy porque me come la ansiedad.

Nos leemos en un rato.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora