—¡Ese odioso doncel! ¡Ese maldito deslenguado e impertinente! ¡Ese malnacido! ¡Ese hijo de...!
—Parece ser que nuestro querido Do Kyungsoo ha utilizado su famoso encanto contigo, hijo mío. —Seonho sonrió abiertamente al ver que ahora era su burlón hijo quien despotricaba iracundo, caminando de un lado a otro de su oficina.
—¿Sabes que en esa horrenda tienda están profanando mis artículos?
—Tal vez oí algo, pero...
—Ese doncel insufrible se aprovecha de mis ideas y las convierte en... las convierte en... ¡las destruye totalmente! —concluyó JongIn, sin saber qué soez calificativo darle a lo que hacía Do Kyungsoo con sus productos.
—Entonces, hijo mío, ¿me vas a ayudar? ¿Vas a alejar de mí a esa insidiosa persona?
—¡No sólo la voy a alejar de nosotros, padre, sino que además lo quiero ver totalmente hundido y humillado! —declaró JongIn, furioso, mientras golpeaba con su puño el sólido escritorio de roble de su progenitor—.
¡Voy a conseguir cerrar esa horrible tienda que nunca debería haber existido y, cuando hunda sus cimientos uno por uno, tal vez me apiade de ese maldito y le dé trabajo limpiando mis zapatos! Hasta que lo consiga, no quiero que te acerques a mí.
Ese malnacido podría intentar pagarla contigo si se entera de que soy tu hijo apuntó precavidamente JongIn.
—No creo que nos relacione; tú utilizas el apellido de tu madre para los negocios y muy pocos saben que el dueño de Eros es uno de los máximos accionistas del House Center Bank.
—Por si acaso, no te quiero ver cerca de mí hasta que lo tenga todo bajo control —insistió JongIn.
—Entonces, ¿en qué momento planeas abrir tu tienda? Los documentos ya están a tu nombre y únicamente falta que empiecen las obras.
—No te precipites, papá, la venganza es un plato que se sirve frío — dijo JongIn con una astuta sonrisa que a su padre le hizo recordar que él también era digno de su apellido.
—Casi no te reconozco, hijo mío. Nunca te había visto interesarte así por algo. Tal vez tú seas el mejor para sucederme cuando yo...
—¡Ni una sola palabra más, papá! No estoy de humor para aguantar tus exigencias. Hoy no —resopló JongIn impaciente, aún alterado.
—Veo que Do Kyungsoo también ha conseguido amargarte a ti el día de San Valentín —observó Seonho preocupado, sirviéndole un fuerte licor a su hijo.
—Tenía una maravillosa celebración planeada en París, con un hermoso modelo y su grandiosa cama. ¿Y dónde he acabado? —se quejó JongIn, vaciando su vaso de un trago—.
Bebiendo con mi padre y despotricando
sobre un doncel—concluyó, dejando
con fuerza el vaso vacío encima de la
mesa.—Bueno, estoy seguro de que, si es el adecuado, ese joven te seguirá esperando y...
—¡Ya basta! ¡No quiero ningún sermón sobre la "madre" adecuada para tus futuros nietos, sobre quién será tu sucesor o sobre lo inútil de mi trabajo! Si te preguntas quién ha conseguido amargarme este día, ¿por qué no empiezas a pensar en la persona que me hizo abandonar el dulce lecho de Taemin para venir a conocer a un arpío con el que sin duda desde ahora tendré
pesadillas?—Pero, hijo mío, yo sólo quería ver cómo estabas y, además, necesitaba tu ayuda con ese pérfido doncel.
—¿Y no podías haber esperado un maldito día para hacerlo?
—No quería estar solo cuando recibiera uno de sus regalos —se quejó lastimeramente Kim Seonho.
—¡Pues ahora ya tienes a quien te haga compañía! —declaró JongIn, colocando el horrendo oso de dos metros encima del escritorio de su padre —. La próxima vez que planees fastidiarle el día de San Valentín a alguien, olvídate de mí.
¡Gracias a ti, ahora tengo un gran dolor de cabeza! ¡Con nombre y apellidos! —espetó JongIn, antes de salir iracundo del despacho de su padre, buscando en su agenda el teléfono del modelo.
Kim Seonho sonrió complacido, mientras se terminaba el exquisito licor. No se había equivocado en absoluto al llamar a su hijo pequeño para ese molesto asunto. Él sabía lo sensible que era con respecto a San
Valentín y también sabía hasta qué punto Do Kyungsoo era capaz de sacar de quicio a cualquiera si se lo proponía.De sus dos vástagos, JongIn era el que más se parecía a él en los negocios. Aunque quisiera negarlo, su vena pendenciera siempre estaba ahí, latente. Solamente había que despertarla. ¿Y quién mejor para hacerlo que aquel odioso muchacho que tanto lo molestaba?
Con sus acciones de ese día Kim había matado dos pájaros de un tiro: por un lado se libraba del problema de volver a tratar con aquel jovencito y, por otro, sacaba a relucir el verdadero carácter de su hijo, poniéndolo a prueba para el proceso de convertirse en su heredero. No cabía duda que JongIn haría sudar lo suyo a Do Kyungsoo.
Era un chico dulce y amable, pero nunca dejaba una ofensa sin su debido castigo y, para desgracia del joven Do, éste lo había ofendido profundamente. Al fin ese perfido obtendría su merecido y él únicamente tendría que permanecer sentado en su viejo sillón, observando cómo aquel impertinente era destruido.
Las cosas no podían haber salido mejor ese día, pensaba Seonho, mientras brindaba con el horrendo oso que le hacía compañía.
Uy, uy a alguien lo llamarán suegro.
Gracias por leer esta historia y por sus estrellitas.
Nos leemos mañana.
💋
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El amor nos separará (Kaisoo)
FanfictionDo Kyungsoo y Kim JongIn enfrentados en los negocios, uno adora San Valentín y el otro lo detesta, en que terminara este enredo