Capítulo 24.1

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Después de cerrar, JongIn, acompañó
a Kyungsoo a su apartamento y, tras algún
que otro persuasivo beso, había conseguido meterse de nuevo en su cama, sin darle tiempo a pensar en el modo en que ambos habían acabado en la habitación.

Si le daba demasiado espacio para que recapacitara, sabía que el acabaría rechazándolo. Tras hacer el amor como dos locos adolescentes, habían acabado exhaustos el uno en brazos del otro y, mirándolo con intensidad, JongIn le dijo:

—Sé que aún no confías en mí, Kyungsoo, pero yo sí lo hago en ti. Por eso quiero que el día en que nuestro acuerdo finaliza, me mires a los ojos y me digas lo que de verdad sientes por mí.

—Nada —declaró él, intentando esquivar su mirada—, no siento nada...

—Buen intento —comentó él, a la vez que le alzaba la cara para enfrentarse a sus huidizos ojos—. La próxima vez que intentes mentirme, procura ser más convincente —
concluyó, besando sus labios con
dulzura.

Y luego añadió con decisión—: Creo que te dejaré algún tiempo para que decidas lo que quieres hacer. El catorce de febrero espero tu respuesta. Desde mañana y hasta el día de nuestra boda, no me cruzaré más en tu camino. Eso significa que no te llamaré por teléfono, no vendré a tu apartamento, ni me haré cargo de tu tienda.

—Eso lo creeré cuando lo vea —se burló Kyungsoo, consciente de que, desde
que se conocieron, él no podía pasar ni
un instante sin meter las narices en su
vida.

JongIn le besó sensualmente el cuello, a la vez que sus manos volvían a acariciarlo. Kyungsoo se dejó llevar por la pasión del momento, sin poder evitar entregarse a JongIn en cuerpo y alma. Él se puso las piernas de él alrededor de la cintura, mientras lo sujetaba por el trasero, acercándolo más a la evidencia de su deseo.

—¿No se supone... que me ibas... a dejar en paz? —preguntó Kyungsoo entrecortadamente, recordándole su
promesa.

—Te he dicho que a partir de mañana —aclaró él, antes de proseguir con una noche de lujuria y desesperación.

Fue una larga noche en la que JongIn  apenas lo dejó descansar. Lo hizo llegar a la cumbre del placer muchas veces antes de quedar plenamente satisfecho y rendirse ante el cansancio de sus cuerpos. A la mañana siguiente, Kyungsoo se removió inquieto en la cama, buscando medio dormido los protectores brazos de su amante, al que comenzaba a acostumbrarse, pero para su sorpresa, su cama se hallaba vacía y él no estaba allí.

Lo buscó por todas las habitaciones, hasta que en la destartalada mesa del salón, vio que le había dejado el desayuno acompañado de una hermosa rosa roja, y una nota. Desde hoy contaré los días que faltan hasta nuestra boda. Me he ido antes de que te levantaras, porque si hubiera esperado y te hubiese tenido una vez más entre mis brazos, me habría sentido terriblemente tentado de romper mi promesa.

Espero que me eches de menos y aceptes al fin lo que los dos sabemos: que me amas tanto como yo a ti. Creo que ante este hecho lo mejor que podemos hacer es casarnos, para que hagas de mí un hombre decente. Kyungsoo hizo una bola con ella y la tiró al suelo. Después miró atentamente el desayuno, tan cuidadosamente preparado, y al pensar en cómo lo cuidaba, cambió de opinión y deshizo la bola de papel, alisó la nota entre sus manos y la guardó junto a la rosa, que puso en un pequeño jarrón de un fino cristal.

—No sé por qué sigue teniendo estos detalles conmigo. Después de tanto
tiempo debe de saber cuánto los odio —
comentó Kyungsoo en voz alta, sin poder
resistir la tentación de oler una vez más la exquisita flor que JongIn le había dejado—. ¡No pienso echarte de menos! —sentenció, mordiendo uno de los cruasanes, sin dejar de observar la arrugada nota que tenía enfrente.

—¡Joder, cuánto lo echo de menos!
—se quejó Kyungsoo, desplomándose sobre el mostrador, sin poder dejar de mirar las apremiantes facturas que se le iban acumulando.

—Lo añoras, ¿verdad? —aseveró
Baekhyun, al ver el lamentable estado de
su amigo.

—¿De qué narices estás hablando?
—repuso Kyungsoo, confuso ante sus
palabras. —Estabas suspirando por JongIn echas en falta su presencia y lo mucho
que te ayudaba últimamente a llevar este
negocio —afirmó Baekhyun, satisfecho
con el hecho de hacerle reconocer que
nunca podría olvidar a ese hombre que
tanto lo adoraba.

—¡Lo que echo de menos es el café
de las mañanas! En cuanto a JongIn, ese
incordio de hombre, únicamente tendría
que cruzar la calle y meterme en su
tienda si quisiera ver de nuevo su
arrogante cara.

—Tengo entendido que a partir de
mañana no podrás hacerlo, ya que se va
de viaje por algo relacionado con su
trabajo y no volverá hasta el día de la
boda. —¿Cómo que se va? ¿Adónde
demonios se marcha a tan sólo cuatro
días de la boda? —preguntó Kyungsoo,
dispuesto a averiguar todo lo que
pudiera sobre ese viaje.

—La verdad es que no lo sé. Como
tampoco sé por qué te interesa tanto, si
ya has decidido que no va a haber ninguna boda —sonrió Baekhyun, ante la intranquilidad que comenzaba a demostrar su amigo al pensar que iba a tener a JongIn lejos.

—¡No me importa adónde vaya! ¡Sólo me molesta no tenerlo cerca por si alguno de mis parientes me sigue acosando con preguntas sobre una boda que nunca se celebrará!

—¿Por qué no les dices simplemente que tú no has aceptado casarte con él?

—¿Acaso crees que no lo he intentado? Pero todos ignoran mis palabras y dicen que son los nervios previos al enlace, mezclados con las hormonas del embarazo.

—Y es verdad, ¡estás nervioso! — corroboró Baekhyun, pinchándolo.

—¡Baekhyun! ¡No hagas que un doncel embarazado te rompa las piernas!
—lo amenazó Kyungsoo, furioso por la
ausencia de JongIn, que duraba ya dos
días.

—¡Vamos! ¡Tú nunca atacarías a una persona indefensa!

—La gente puede decir muchas cosas de ti, pero te prometo que nunca dirán que eres indefenso: tu lengua viperina te delata.

—Ahora sí que has conseguido ofenderme —bromeó Baekhyun, acostumbrado a las pullas de su amigo.

—Me voy para que puedas escabullirte
sin que nadie te vea hacia la tienda de
enfrente, para preguntar por el paradero
de tu futuro esposo —concluyó
alegremente, esquivando con habilidad
uno de los peluches de muestra que su
amigo había tenido la intención de
estamparle en la cara.

—¿Cuántas veces tengo que decirlo? ¡No pienso casarme nunca! — exclamó Kyungsoo.

—Si tú lo dices —ironizó Baekhyun,
mostrándole la elaborada invitación de su boda que JongIn había mandado a todo
el mundo.

Holis aquí un capitulito más, sorry por no publicar el fin de semana, unos asuntillos surgieron pero ya estoy de vuelta.

Esta historia ya casi termina unos 4 0 5 cap más y el epílogo.

Muchas gracias por leer, comentar y sus estrellitas

Nos leemos mañana.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora