Capítulo 12.1

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Después de cuatro semanas llenas de citas que no lo llevaban a nada, de monólogos con su comida y largas noches de soledad, JongIn estaba más que harto de un doncel que no le permitía excusarse y que a cada paso que daba le oponía una barrera. Hasta entonces, él las había derribado todas con facilidad, con su encanto o mediante la atracción abrasadora que existía entre sus cuerpos. Pero ahora... ahora le era imposible acercarse a Kyungsoo. Y todo por culpa de esos... de esos...

-¡Kyungsoo, cariño! ¿Me pasas el ketchup? -pidió a voz en grito Agnes en el elegante restaurante donde estaban.

-Agnes, creo que aquí no hay de eso -contestó Kyungsoo.

-¡Pues vaya mierda de sitio! ¿Cómo quieren que me coma los espaguetis si no les echo ketchup? JongIn, molesto con la incómoda situación, llamó discretamente al camarero y le dio un billete de veinte dólares pidiéndole que fuera a comprarle un maldito bote de ketchup lo más rápido posible.

-Agnes, el camarero ha ido por lo que has pedido tan educadamente. ¿Por qué no te echas otra siestecita mientras vuelve y dejas que este caballero y yo mantengamos una agradable conversación? -sugirió JongIn, dispuesto a acabar con toda aquella farsa.

-De acuerdo, pero luego no te quejes si ronco -advirtió la anciana, unos minutos antes de que, efectivamente, cayese dormida y que sus ronquidos hicieran la competencia a la orquesta de tan refinado lugar.

-¿Es que nunca vas a perdonarme? -preguntó JongIn, volviendo a encontrarse una vez más con la fría mirada de Kyungsoo.

-Estoy quedando contigo, tal como estipulaba el contrato -contestó él impasible, ignorando una vez más sus súplicas.

-Sí, ¡y una mierda! -exclamó JongIn, perdiendo toda la paciencia cuando el último ronquido de Agnes sonó más fuerte que el piano-. A todas y cada una de las citas que hemos tenido te has traído a uno de tus impresentables amigos.

-Sí, cierto. Pero en ningún momento me he negado a salir contigo -precisó Kyungsoo.

-Quedamos sólo los sábados, porque durante la semana los dos estamos muy ocupados, y cuando llega nuestra esperada cita, me vienes con... ¡con esto! -señaló alterado a la pobre viejecita.

-¡«Esto» es una persona con nombre y apellido! -saltó Kyungsoo, indignado.

-Sí, y el que nos acompañó la semana pasada se llamaba BaekHyun, y al de la anterior a ésa, Barnie. ¿Me quieres decir por qué me estás haciendo esto? -preguntó JongIn.

-Muy fácil. Puesto que no sabes comportarte, he decidido llevar siempre conmigo una carabina. De modo que nuestras obligadas citas serán así a partir de ahora.

-¡No me jodas! ¡No estamos en el instituto, Kyungsoo! Los dos somos adultos responsables que... -Sólo piensas con la polla - cortó el, bruscamente.

-¡Joder, Kyungsoo, eso no es verdad! -le recriminó él sus duras palabras.

-Bien, entonces no te importará tener una cita normal conmigo, aunque sea con acompañamiento, ya que después de esta cena no esperas nada más, ¿verdad? afirmó Kyungsoo, insolente dejándolo sin argumentos.

-Comamos, que el ketchup se enfría zanjó JongIn la conversación airadamente, mientras dejaba sobre la mesa con brusquedad el bote que les había traído el camarero, despertando con ello a la pobre anciana. Bien. Otra cita, otra nueva e impertinente compañía que no los dejaría a solas ni un solo instante, que monopolizaría las conversaciones y que no le permitiría avanzar en su conquista, que le impediría acercarse a Kyungsoo lo suficiente como para darle siquiera un simple beso, y por culpa de la cual se volvería a una casa vacía, donde sus sueños calenturientos lo obligarían a torturarse con horas y horas de duchas de agua helada que no le servirían para nada.

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora