Capítulo 19.1

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Una semana antes de Navidad, el trono y el buzón de cartón piedra fueron colocados junto a la tienda de Kyungsoo. Todos esperaban el momento adecuado para reírse de él por no contar con ningún Santa Claus, pero Love Dead nunca decepcionaba a nadie a la hora de dar una lección. En el buzón que acompañaba el ornamentado trono no rezaba «Buzón de Santa Claus», como en todos los demás establecimientos,
sino «Buzón de reclamaciones».

Una anciana con cara de mal genio y vestida como la famosa señora Claus se sentaba en el trono, dispuesta a escuchar todas las quejas de los niños sobre los regalos recibidos en los últimos años. Mientras en los demás comercios del distrito comenzaron a reírse ante la loca ocurrencia de Kyungsoo, éste les dirigió una de sus audaces sonrisas que les advertía de que el resultado que ellos esperaban finalmente no sería el que obtendrían.

—Bueno, cariño, ¿y ahora adónde quieres ir? ¿Vamos a ver a Santa Claus y le entregas tu carta para este año? —le sugirió una amorosa madre a su hijo de seis años.

—¡Ni hablar! ¡Yo quiero ir primero al buzón de reclamaciones! Me han dicho que la señora Claus se encarga de reprender a su marido todas las noches, como tú haces con papá.

—Pero, cariño, ese buzón no es el adecuado, porque...

—Entonces, ¿es verdad lo que dicen algunos niños del colegio, que Santa Claus no existe, ni el Polo Norte, ni la señora Claus? —preguntó tristemente el pequeño.

—¡Pues claro que Santa Claus existe! Pero ¿no crees que es muy feo echarle en cara sus equivocaciones, con todo el trabajo que hace en una sola noche?

—¡Tú siempre reclamas en las tiendas de ropa cuando algo no te gusta! ¿Por qué yo no puedo hacerlo? —se quejó el chiquillo, convenciendo finalmente a su madre de que nada de lo que dijera lo haría cambiar de opinión.

La señora Eunji, una joven de unos treinta años, un tanto estirada, que pertenecía al nuevo Comité para el Decoro y la Moral, se acercó con su hija la insufrible tienda donde estaba colocado el buzón de reclamaciones.

¡Se llevó una buena sorpresa al llegar a un lugar que esperaba hallar vacío de niños y encontrarse con aquella gran concurrencia de padres e hijos de todas las edades! Se puso en una de las colas más largas que podían verse en el distrito y esperó pacientemente junto a su hijo para echar la maldita carta de reclamaciones en el buzón.

Cuando Jae al fin introdujo una larga lista de quejas en el buzón, se sentó en las rodillas de la anciana señora Claus y comenzó a exponerle todas sus quejas. Al finalizar, la amorosa madre esperó la típica respuesta de un adulto: «¡Qué se le va a hacer!», «Las personas a veces se equivocan» o «Le haré llegar las quejas a mi esposo». Lo que sin duda no esperaba escuchar fue el extenso y malsonante vocabulario de la anciana.

—¡Gordo simplón! ¡En cuanto lo pille se va a enterar! ¡Mira que hacerle eso a un niño tan bueno como tú! Cuando lo vea, le voy a meter tu carta por el cu… Gracias a Dios, unos jóvenes disfrazados de elfo taparon la boca de la anciana con la mano, antes de que terminara su beligerante discurso ante los sensibles niños.

En el momento en que la señora Eunji se marchaba con su hijo más feliz que nunca, observó cómo los jóvenes elfos se acercaban a la anciana con una ramita de muérdago y la besaban en ambas mejillas mientras se hacían una foto con ella. Parecía una escena tan bonita y cariñosa... hasta que uno de ellos habló y rompió el encanto.

—¡Creo que esto servirá! —dijo el que llevaba la cámara.

—¡Sí! ¡Creo que le podemos sacar un buen partido a esta foto!

—¡Venid aquí, mocosos impertinentes, que os voy a despellejar! —gritó la anciana, levantándose del trono para perseguir a aquel par.¡Decididamente, en aquella tienda todos estaban locos! No era de extrañar que quisieran deshacerse de ellos.

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora