Capítulo 16.2

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JongIn había recibido una llamada de la policía poco después de terminar de cenar con uno de sus abogados, con el que ultimaba la adquisición de un nuevo local en Roma. Por suerte, no estaba demasiado lejos de su tienda en la avenida comercial y había llegado en tan sólo unos minutos. Tras dejar el coche en su plaza de aparcamiento, se dirigió hacia la parte lateral de su edificio, donde un agente reprendía a dos chicos que no dejaban de llorar e intentar explicarse a la vez.

—¡Nosotros no queríamos! ¡Nos han obligado! —suplicaba uno de ellos,
señalando lo que habían pintado.

—Sí, claro. ¿Y se puede saber quién os ha obligado? —preguntó el agente, poniendo los ojos en blanco ante las tontas excusas de los adolescentes.

—¡Un doncel con un bate de béisbol al que llamaba Betty, una abuela de pelo rojo con una pistola enorme y...!

—¡Y un Spiderman gordo! —concluyó el otro delincuente, ante los titubeos de su amigo.

—Sí, está bien... Esto... Vosotros.tomáis drogas, ¿verdad? Decidme, ¿qué os metéis? ¿Éxtasis? ¿Coca? ¿Crack? ¿Cristal? Es cristal, ¿verdad? —afirmó preocupado el agente de policía, ante la insólita historia de los jóvenes.

—¡No, se lo juro! ¡Él doncel con el bate nos ató con cinta adhesiva de pies y manos y nos trajo hasta aquí! ¡Luego nos obligó a escribir eso!

—Sí, claro. Mientras Spiderman paseaba junto a la abuelita de Billy el Niño, ¿verdad? —se burló el agente de la cada vez más fantasiosa historia que estaban contando para intentar librarse de la responsabilidad de sus actos.

—¡Se lo juro! ¡Todo es culpa de los empleados de esa maldita tienda! ¡Nosotros solamente queríamos espantar al dueño con una pintada, pero aparecieron esos personajes y...!

—Entonces, ¿me estás diciendo que ésta no es la primera pintada que hacéis? —se interesó el policía, viendo que con cada palabra que pronunciaban únicamente cavaban más hondo su propia tumba.

—No, sí... Bueno... Nosotros... — balbuceó uno de ellos.

—Hemos hecho una en el local de enfrente —confesó el otro.

—Ajá, ¿en algún sitio más?

—No señor —contestaron los dos al unísono, cabizbajos, dándose al fin cuenta de que sus excusas no servirían de nada.

—¿No debería usted ir al local de enfrente para comprobar los daños y preguntarle al dueño si quiere presentar una denuncia? —interrumpió JongIn el interrogatorio, un tanto preocupado por Kyungsoo.

—Señor Lee, sé que es su prometido, pero en la comisaría no le tenemos demasiado aprecio a ese doncel, desde que la exesposa de Charlie le envió unos bombones con laxante que probamos todos sus compañeros.

Cuando le reclamamos a Do Kyungsoo
una disculpa, ¿sabe usted qué hizo? Nos
mandó una tarjeta, junto con un paquete
de pañales para adultos. Comprenderá,
señor Lee, que si no es absolutamente necesario, no pienso pisar el establecimiento de ese doncel.

Por lo pronto, rellenaré este parte y me
llevaré a estos dos quejicas a la comisaría. Usted puede calcular el coste y añadirlo a la denuncia cuando termine —dijo el agente, señalando la estropeada pared.

Poco después de que el policía se marchara de allí con los jóvenes detenidos, JongIn se quedó pensando: aquellos dos mocosos de mirada débil no tenían lo que había que tener para ofender a un conocido empresario, pero sí para intentar hacerse los gallitos ante el amenazado propietario de un pequeño negocio.

JongIn se apostaría su deportivo de lujo a que los padres de esos chavales pertenecían a esa extraña asociación que iba a la caza de brujas y acosaba a Kyungsoo. Finalmente, echó una mirada a la dañada pared, en la que, en grandes letras rojas, se anunciaba «Eros apesta».

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora