Kyungsoo terminaba de repasar los últimos arreglos con el encargado de la discoteca, sin poder dejar de buscar a JongIn con la vista. Seguramente, en cuanto viese el tipo de fiesta que era se habría echado atrás. Después de todo, ¿quién podría culparlo? El haría lo mismo si se tratase de una fiesta de San Valentín convencional.
De repente, vio cómo un atractivo hombre vestido con unos desgastados vaqueros, una camiseta oscura y una chaqueta de cuero marrón se abría paso hacia él con impaciencia. Hasta que no lo tuvo delante, con su sonrisa burlona, no lo reconoció. JongIn estaba más seductor que nunca con aquella ropa que con su serio traje.
Parecía un chico malo. Había dejado atrás al empresario para sacar a pasear al sinvergüenza que sólo demostraba ser en su presencia.
—Bien, ¡aquí me tienes! —anunció, observando todo lo que había a su alrededor con suma atención, especialmente a él y su tentador traje.
—Sí y sin traje —contestó Kyungsoo, sonriendo malicioso, mientras daba una vuelta a su alrededor para observarlo con mayor detenimiento.
—Y veo que tú también has cumplido y te has puesto un precioso traje. Pero tengo una pega…
—¿Que no es negro? —lo provocó él, recordándole otra tentadora adquisición que se había puesto para él. —No. Que es demasiado provocador. ¿Sabes cuántos hombres están babeando por ti en estos instantes? —comentó, devorándolo con su ávida mirada.
—No seas exagerado, JongIn. Yo no soy tan hermoso como uno de tus modelos.
—Te puedo asegurar que esos insulsos donceles no me han tenido tantas noches en vela como tú, ni me han hecho tomar tantas duchas frías, ni mucho menos me han vuelto tan loco e irracional como para que quisiera cargármelos al hombro y poseerlos en algún oscuro rincón — murmuró JongIn con voz ronca y excitada.
—Será mejor que te contengas, semental, ya que yo soy el organizador de esta fiesta —se burló Kyungsoo, golpeándole suavemente el pecho con un dedo.
—Bueno, ¿y qué es lo que hace un organizador de este tipo de eventos? — preguntó él, más interesado en cuándo podrían marcharse de la fiesta que en el acto en sí.
—Después de pronunciar el discurso de inauguración, soy todo tuyo.
—¿Lo dices en serio? Porque tengo un montón de ideas sobre lo que quiero hacer contigo esta noche —respondió JongIn, recorriendo su cuerpo con unos ojos llenos de deseo y expectación.
—Estás dispuesto a subir tu nota, ¿verdad? —bromeó Kyungsoo.
—Esta noche nada de notas — exigió él serio, mientras lo retenía en su avance hacia el estrado de la discoteca —. Solos tú y yo, Kyungsoo, un hombre y un doncel. Nada más —sentenció, besándolo profundamente y dejándolo un tanto desorientado antes de pronunciar su envenenado discurso sobre el amor.
—Cuando te he dicho que sería todo tuyo no creía que nos quedaríamos en la fiesta susurró Kyungsoo al oído de él, mientras bailaban una balada romántica, algo inusual en un evento como aquél, pero que el disc jockey había acabado poniendo ante la insistencia de JongIn.
—Es tu cumpleaños. Quiero que disfrutes hasta el último momento de este día.
—Nunca había bailado con un hombre de esta manera —dijo Kyungsoo, acurrucándose entre sus brazos.
—¿Y eso? Será porque los hombres que te rodeaban eran ciegos o simplemente idiotas —aventuró JongIn, besando una de las manos que apoyaba en su pecho.
—De pequeño era un niño bajito, regordete y con gafas y en la adolescencia comencé a exhibir mi mal carácter y a espantar a todos los integrantes del sexo masculino —explicó Kyungsoo.
—De niño, yo era un demonio al que amenazaron más de una vez con meter en un internado —respondió JongIn —. En la adolescencia era un prodigio de los números, pero un vago consumado y un estúpido que iba detrás de cualquier persona.
—Aún eres un demonio, lo que pasa es que lo ocultas muy bien ante la prensa. Y en cuanto a lo de ir detrás de cualquier persona, parece que en eso no has cambiado.
—Desde hace algún tiempo estoy interesado en una sola persona—le confesó JongIn dulcemente al oído.
—No te creo —contestó Kyungsoo, un tanto inseguro—. ¡Demuéstramelo! — pidió luego, dirigiéndole una mirada incrédula.
—¿Qué tengo que hacer para que me creas? —preguntó JongIn, impaciente al verse interrumpido por un bello doncel.
—¡Oh, perdone! ¿Usted es Lee JongIn, el famoso empresario dueño de Eros?
—Y le sonrió tentadora. Era un rubio espectacular, con un escandaloso vestuario, y no tardó mucho en colgarse del brazo de él.
—No, sólo soy su doble —se excusó JongIn, intentando librarse de aquel inesperado contratiempo.
—Pero ¡es clavadito a él! — insistió una morena, cogiéndose del otro brazo de JongIn.
—Sí, ése suele ser nuestro trabajo: parecernos lo más que podamos a esa persona —comentó él con una falsa sonrisa, sin querer ofender, pero deseando alejarse de estas personas.
—Vuelvo en un minuto, JongIn —dijo Kyungsoo, ofendido por el acoso de esas personas busconas—. Si cuando lo haga no estás rodeado de personas hermosas, tal vez te crea y decida que es el momento de irnos a casa.
Algo totalmente imposible para Lee JongIn, un adulador nato que nunca osaría decir algo que ofendiera a sus admiradores, pensaba Kyungsoo, mientras se dirigía a los aseos.
Después de lo que le pareció una hora de cola, por fin le tocó a el, alivió su sufrida vejiga y se lavó las manos con el perfumado y barato jabón que siempre había en esos sitios. Mientras se retocaba el maquillaje, oyó a las personas de alrededor cotorrear muy animadas. No prestó atención hasta que escuchó el nombre del hombre que más la irritaba e intrigaba por ese entonces.
—¡Es una pena que no sea el verdadero Lee JongIn! Dicen que él es mucho más amable y que siempre tiene una sonrisa para todas las personas—dijo una joven sobremaquillada.
—¡Sí, qué pena! Si hubiera sido el verdadero dueño de Eros, quizá nos habría invitado a todos a una copa de algo caro —soñó otro joven, que no se acercaba ni de lejos a las bellezas a las que el magnate estaba acostumbrado.
¡Asquerosas lagartones! ¿Es que sólo les importaba el dinero de JongIn? Él tenía otras muchas cualidades que lo convertían en un hombre maravilloso: él era... era... Ahora no se le ocurría nada, pero definitivamente las tenía, o el no estaría con él esa noche, pensaba Kyungsoo, retocándose el peinado.
—¡Qué lástima que sea gay! Parecía un buen partido para llevarse a la cama. ¡Qué! ¿Desde cuándo el lujurioso JongIn, que no podía apartar las manos de su persona, prefería a los hombres? ¡Mierda! ¿Tanto tiempo había estado metido en aquel maldito lavabo para que las cosas hubieran cambiado tanto?
—¿Y qué me decís de que sea más pobre que las ratas? ¡Y encima no le importa decirlo!
—Definitivamente, yo nunca mantendré a un hombre. Por muy guapo o sincero que sea —comentó el último, un tanto decepcionado. JongIn no sería pobre ni aunque se empezara a limpiar el altivo trasero con billetes de cien.
¿Qué narices estaba pasando?, se preguntó Kyungsoo, antes de volver a la pista de baile, donde vio que ninguna persona rodeaba a JongIn. Eso sí, una docena de hombres, hombres le pedían con descaro su teléfono. Kyungsoo pensó dejarlo sufrir un poco más y que se atuviera a las consecuencias de sus engaños, hasta que vio que una insolente mano se dirigía hacia el trasero de JongIn.
¡Eso sí que no! ¡Aquel culito era sólo de él!, decidió, mientras se introducía en la marea de gente, dispuesto a deshacerse de algún que otro acosador. Y es que JongIn tenía la desgracia de derrochar encanto, que Kyungsoo sabía ahora que le servía tanto para las mujeres como para los hombres y por supuesto donceles.
Capítulo adelantado porque tal vez mañana no pueda publicar durante el día pero haré lo posible por subir aunque sea uno mas en la noche.
Gracias por leer.
Nos leemos.
💋
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El amor nos separará (Kaisoo)
FanfictionDo Kyungsoo y Kim JongIn enfrentados en los negocios, uno adora San Valentín y el otro lo detesta, en que terminara este enredo