—¿Qué haces tú con todos estos cuadros? ¿Por qué los compraste todos?—quiso saber Kyungsoo, bastante interesado en obtener una respuesta, tras observar detenidamente el apartamento de JongIn y su nueva decoración.
—Porque no quería que nadie más que yo viera de cerca tu hermosa sonrisa. Esa que últimamente no puedo hacer resurgir —contestó él, apenado, acariciando su rostro con gran ternura.
—Me morí de celos al verte con ese modelo —confesó Kyungsoo, buscando sus caricias.
—Yo estuve tentado de cometer un asesinato cuando te vi marcharte con ese
idiota.—Sólo me acompañó a casa. Minseok
es todo un caballero —explicó Kyungsoo, haciendo que JongIn se apartara, enfadado.—Pero al parecer, a mí me atraen más
los sinvergüenzas —añadió él, consiguiendo una ávida mirada llena de deseo.—El modelo se fue en un taxi. Tu imagen fue la única que me acompañó a casa ese día —reconoció JongIn, señalando los hermosos retratos de Kyungsoo que adornaban su salón.
—¡No me digas que tuviste pensamientos indecorosos conmigo ese día! —bromeó él, mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
—Cariño, tengo pensamientos indecorosos contigo todas las noches y alguna que otra mañana —contestó él desvergonzadamente, acercándolo a su cuerpo para mostrarle lo mucho que lo
excitaba.—Entonces sólo tengo una cosa que decirte —murmuró Kyungsoo, rodeándole la cintura con las piernas y sujetándose con fuerza a sus hombros—: llévame a la cama —susurró sensualmente junto a su oído, poniendo fin a la conversación de la noche.
Después de que llegaran juntos a la
cima del placer, Kyungsoo se derrumbó
sobre él, terriblemente cansado, pero
con una gran sonrisa de satisfacción en
su bello rostro.—Ésta es una sonrisa que Minseok nunca tendrá el placer de retratar —se jactó JongIn, contento, acariciando su hermoso perfil. Kyungsoo sabía que tenía razón, por eso no contestó. Simplemente le dio un beso en el pecho y se durmió tranquilamente entre los brazos del único hombre que había conseguido hacerse con su corazón.
Aunque aún no le diría la verdad. Todo tenía que ser perfecto. Buscaría la mejor oportunidad para confesarle que había ganado esa estúpida apuesta, junto con su eterno amor. A la mañana siguiente, Kyungsoo aún no podía terminar de creerse que se hubiera enamorado.
Después de tantos años protegiéndose, al final iba y caía ante el hombre más inadecuado: uno que poseía un negocio ñoño, era cien veces más educado que él y mucho más guapo también, que siempre mantenía hipócritamente las formas, comportándose con demasiada amabilidad con todos, y, para colmo de males, uno al que las chicas y donceles se pegaban como moscas.
No, si al final esas estúpidas tarjetas de San Valentín iban a tener razón y el amor era ciego. De hecho, ellos dos no pegaban ni con cola, pero había ocurrido: el maldito Cupido se había vengado de todas las putadas que él había hecho en su nombre y lo había emparejado con el hombre menos indicado.
Pero eso a Kyungsoo le daba igual, porque el JongIn que él conocía, con su astuta sonrisa, sus atrevidas jugarretas y sus excitantes juegos, también era, a la vez, el que más podía comprenderlo: el único hombre que se había enfrentado a su genio sin salir huyendo, el único que entendía lo que él necesitaba a cada momento, la persona que siempre estaba allí para ayudarlo y el que, finalmente, había conseguido que volviera a confiar
en alguien.JongIn siempre sería el amor de su vida. Aunque el futuro los separase, nunca podría olvidarse de él. Por eso, en la nota que le había dejado en esa ocasión le ponía un siete, junto con el burlón comentario «Progresas adecuadamente». Después de todo, no había que dejar que su ego se hinchara demasiado o a saber entonces lo que podía ocurrir.
Cuando llegó a su trabajo estaba pletórico de felicidad, y poco podía imaginar que al final de ese mismo día no le quedaría ni una pizca de esa alegría. «Un siete.» Eso era señal de que iba mejorando. JongIn sonrió ante la impertinente nota de Kyungsoo en la solitaria cama. Tal vez no lo molestó tanto porque un siete era más que el mísero.tres que recibió el primer día, o porque ya estaba acostumbrado a sus bromas pesadas.
La noche anterior había sido distinta a las otras. Sintió como si para ambos se convirtiera en un nuevo principio, en algo que los unía como nunca antes lo habían hecho sus encuentros sexuales. Kyungsoo se había comportado como si estuviera
empezando a sentir algo por él, como si
la coraza de su corazón hubiera caído,
dejándolo entrar. Aunque la oscura
sombra del contrato aún se interponía
entre los dos, no era tan pesada como la
verdad de lo que JongIn había planeado
para él en un principio.Si Kyungsoo llegaba a enterarse alguna vez de que había querido quitarle su tienda y del motivo para hacerlo, nunca lo perdonaría. Por de pronto, disfrutaría de los momentos de felicidad que le aportaba estar con él, y en Navidad se desharía de aquel fastidioso contrato que tanto lo molestaba.
Tal vez al cabo de un tiempo pudiera confesarle la verdad sin hacerle demasiado daño, pero JongIn sabía que antes de poder descubrírselo todo, tenía que ganarse tanto su corazón como su confianza, porque, si no, Kyungsoo lo alejaría para siempre de su lado y él no podía permitir que eso le pasara con el doncel que había atrapado finalmente su corazón.
Ya vamos más haya de la mitad de esta historia.
Gracias por seguir la historia.
Nos leemos mañana.
💋
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El amor nos separará (Kaisoo)
FanfictionDo Kyungsoo y Kim JongIn enfrentados en los negocios, uno adora San Valentín y el otro lo detesta, en que terminara este enredo