Capítulo 14.1

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De pie junto a la puerta de Eros, miraba a JongIn con odio, sintiéndome traicionado por un hombre en el que nunca debería haber confiado. ¡Y se atrevía a ensuciar nuestro acuerdo con una mujer como ésa!

Me sentaba como una patada en el estómago que «doña Castidad» hubiera conseguido lo que yo llevaba añorando desde hacía semanas. Esos apasionados labios, esas ardorosas manos…¡solamente me pertenecían a mí! Pero ¿a quién quería engañar? Lee JongIn únicamente era un  maldito conquistador que nunca cambiaría.

Él nunca sería fiel a una sola persona, así
L como yo nunca cedería mi corazón a ningún hombre. Todos eran demasiado mentirosos: ésa era una lección que nuevamente JongIn me acababa de recordar.

—Kyungsoo, ¡no es lo que parece! —se
disculpó él, alzando las dos manos con
el gesto universal de «pillado in fraganti».
La señorita «Aún-soy-virgen-aunque-te-mire-como-una-guarra» dirigió hacia mí una sonrisa llena de satisfacción, mientras intentaba aparentar una inocencia de la que sin duda alguna carecía.

Pero un ser despreciable como ella no iba a conseguir sacarme del camino de JongIn, así que, con una de mis mejores y más falsas sonrisas, me dirigí hacia él provocativamente y, delante de aquella ilusa mojigata, me colgué de su cuello mirándolo acaramelado.

—Cuando me libre de esta lapa te vas a enterar —murmuré amenazante, antes de acallar sus excusas con un ardoroso beso al que JongIn no tardó en responder con el anhelo de las semanas que hacía que nuestros cuerpos no se habían tocado.

En cuanto el beso terminó, la «señorita Empalagosa» seguía de pie junto a nosotros, sin dejar de observarnos, boquiabierta ante nuestra osadía. Parecía que no pillara las indirectas, así que metí una mano por dentro de la camisa de JongIn, me pegué a su cuerpo lascivamente y le hice un chupetón.

A él no pareció molestarle demasiado mi osadía, ya que cogió mi trasero con sus fuertes manos, acercándome más a su cuerpo. En el momento en que JongIn se enrolló mis piernas alrededor de la cintura y comenzó a devorar con ansia mi boca, el
sonido retumbante de un fuerte portazo nos anunció la partida de «miss Castidad». Entonces me separé de JongIn, concierta dificultad a la hora de detener sus impetuosos avances.

—¿Qué crees que estás haciendo?—le pregunté impertinente.

—Recuperar las semanas que hemos perdido por culpa del ajetreo de nuestros negocios —dijo él, intentando volver a atraerme hacia sus brazos.

—Pero, JongIn, por lo que he podido observar cuando he llegado a tu tienda,
tú ya las has recuperado. ¡Y con creces!
—lo acusé, cruzando los brazos a la
altura del pecho, impidiéndole acercarse.

—Kyungsoo, yo... —comenzó a excusarse, alzando una mano hacia mí, pero tras ver mi ofendida mirada, desistió de sus mentiras—. Nada de lo que te diga hará cambiar la opinión que tienes sobre mí, ¿verdad? —me preguntó decepcionado.

—No —contesté, desilusionándolo aún más.

—¿Para qué has venido? — inquirió ñ desalentado, a la vez que me acompañaba a la salida. Ni una simple excusa, ni un ruego, ni un nuevo intento de explicar lo ocurrido... ¡Nada! Sólo una mirada de desilusión y una falsa sonrisa de resignación mientras me mostraba el camino.

Me enfurecí más con las palabras que no dijo que con las que intentó excusar su falta, porque si ya ni se molestaba en mentirme significaba que yo no le importaba nada. Así que, bastante enfadado por su comportamiento, dirigí uno de los osos defectuosos a su entrepierna y le mostré cuál era mi problema.

¿Por qué se me habría ocurrido acudir a un tipo como él, si ambos sabíamos que no haría nada para ayudarme? Al fin y al cabo, JongIn sólo estaba conmigo para ganar una apuesta.

Tras ir a casa para cambiarme el traje por otro similar, fue la joven Seulgi la que acabó contándome algunos de los problemas que había tenido Kyungsoo en las semanas que yo había estado fuera. Era muy normal que, con su temperamento, se hubiera alterado al ver a una de las principales causantes de
sus desdichas abrazada a mí. Seulgi, que en esos momentos no dejaba de hacerle ojitos a Mark, mi joven y tímido empleado, con el quenhabía empezado a salir, me contó todo lo sucedido esa mañana con los osos.

Después de cavilar durante horas, finalmente Seulgi tuvo una idea muy
buena, que yo no dudé en apoyar: con la
ayuda de Agnes y de toda la plantilla de
Love Dead, añadieron unos pequeños
camisones y unas horrendas cabelleras a
esos osos, convirtiéndolos en algo muy
parecido a la niña de El exorcista. Teniendo en cuenta que el defecto del oso era vomitar incansablemente, el cambio era sin duda bastante adecuado.

Después de que llevaran a cabo esas imaginativas modificaciones, le aseguré a Seulgi que yo me encargaría de todo y, sin vacilar, busqué en mi agenda un número de teléfono que tenía un tanto olvidado. Llamé a uno de mis excompañeros de clase, Johny, que era ahora un famoso actor que había hecho el papel de malo en alguna que otra película de terror.

A él le divirtió mucho la idea y se le ocurrió añadir ese singular obsequio al festival de cine de terror que promovía su productora.
Por desgracia, yo no me llevaría el mérito ante Kyungsoo, porque, con lo furioso que estaba en esos momentos y el mal carácter que tenía, sería capaz de arrojarme la ayuda a la cara, aunque la necesitara con desesperación.

Así que le sugerí a Seulgi que mintiera diciendo que un amigo suyo resolvería el
problema de los peluches. Le di mi número personal y le aseguré que la llamaría en cuanto supiera algo de Johny  y de la dirección a la que debían enviar el pedido.

Hay estos dos y sus enredos jejeje.

Gracias por leer, por sus comentarios y sus estrellitas.

Nos leemos mañana.

💋

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora