Capítulo 18

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Había comenzado el mes de diciembre y JongIn creía que necesitaría un milagro para conseguir que Kyungsoo volviera a hablar con él. Siempre que se encontraban, él lo ignoraba, y cuando intentaba explicarse, únicamente recibía una mirada llena de odio. Para colmo, su hermano estaba cada vez más próximo a él y JongIn tenía que observar desde lejos cómo Minseok le dirigía una de sus sonrisitas llenas de satisfacción.

Estaba muerto de celos. Por si fuera poco, su insistente padre no dejaba de molestarlo con que llevara con él a una pareja a la grandiosa fiesta de Navidad que siempre celebraba el House Center Bank. El único al que quería tener junto a él constantemente era Kyungsoo, pero ¿cómo podía pedirle que lo acompañara a ese evento, si con eso sólo destaparía la verdad sobre él y su padre, consiguiendo que el joven encerrase su corazón aún más tras su duro caparazón?.

Las mentiras cada vez se hacían más pesadas, pero sabía que si quería tener un futuro con él, debía guardar silencio. Había tantas cosas que los separaban en esos momentos...: sus negocios, su molesto padre, su insistente hermano y, sobre todo, el mortificante acuerdo que pendía sobre sus cabezas. Estaba realmente cansado de que todos sus amables intentos de acercarse a Kyungsoo no sirvieran de nada, así que decidió jugar sucio una vez más y cogió la maltratada copia del indecoroso trato que habían firmado hacía ya diez meses.

Resuelto a no darse todavía por vencido, hizo una fotocopia del original, subrayando las partes más importantes del acuerdo. Tras meterlo todo en un sobre, junto con una provocativa nota, envió a Mark para que se lo entregase a Kyungsoo. Para ocupar su tiempo en algo que le hiciera más corta la espera de la respuesta de él, JongIn comenzó a colocar los adornos del gigantesco árbol de Navidad que decoraba su tienda; en.ese momento, vio entrar a dos tipos.

Se trataba de dos individuos bastante estirados, con trajes de segunda que intentaban parecer nuevos, con los
que pretendían proyectar un aire de importancia que en verdad no tenían. A
lo largo de los años, JongIn se había topado con muchos hombres como ellos, sobre todo cuando era muy joven y rondaba la sala de juntas de su padre. Ellos dos carraspearon para llamar su atención y JongIn bajó de la escalera, dispuesto a terminar pronto con la visita, ya que, desde que no veía a Kyungsoo, estaba casi siempre de muy mal humor.

—Señores, ¿qué los trae por mi tienda? —preguntó con fingida amabilidad.

—Verá usted, señor Lee,somos los abogados de los señores Jung y Wang. Queríamos hablar con usted sobre el trabajo que desempeñan sus hijos y sobre el lugar donde lo hacen —anunció con gran formalidad uno de ellos, que llevaba gafas, en un tono pretendidamente intimidador.

JongIn les dedicó una burlona sonrisa
mientras se apoyaba en el mostrador y
se cruzaba de brazos para escuchar las
quejas de aquellos dos inútiles.

—¿Qué quieren comentarme sobre el trabajo de esos delincuentes?

—Deberían estar trabajando para usted, al fin y al cabo, es su propiedad la que dañaron. Sus padres no están de acuerdo en que trabajen para Love Dead, y están dispuestos a discutirlo ante un juez si hace falta.

—¿Ésas son todas sus quejas? —preguntó JongIn desinteresado, mirándolos con desdén.

—Sí, señor, eso es todo —finalizó el acompañante del de las gafas, que hasta entonces no había abierto la boca. JongIn cogió su chaqueta italiana, sacó su teléfono móvil de uno de los bolsillos y del otro unos papeles bastante arrugados.

—Ésta es la sentencia del tribunal. Si han hecho bien su trabajo, porque lo han hecho, ¿verdad?... —preguntó irónicamente mientras observaba cómo los hombres revisaban los papeles—, verán que en ella se me otorga libertad para darles el trabajo que considere mejor para ellos. Y considero que el mejor en estos instantes es trabajar para
Love Dead.

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora