Capítulo 3

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Pasadena Local News
SEGUNDO ANIVERSARIO DE
LA SINGULAR TIENDA LOVE DEAD

Os explicaré cómo empecé mi espléndido negocio. Yo, Do Kyungsoo, odio profundamente la fiesta de San Valentín. Se trata de uno de esos fastidiosos días en que los empalagosos enamorados no dejan de hacerse carantoñas e intercambiar insulsos y repetitivos presentes.

Es un día en el que los maridos infieles intentan no serlo tanto y hacen regalos a sus esposas y amantes cruzando los dedos para no ser descubiertos.

No es que no me guste estar enamorado, aunque pienso que es una pérdida de tiempo. Creo que el amor es efímero y que no dura eternamente. No creo en los cuentos de hadas ni en el «fueron felices para siempre».

¿Quién narices se puede llegar a creer eso? Y
lo del príncipe azul es una chorrada. ¿No os habéis preguntado qué ocurre después con el príncipe? Pues yo os lo diré: que ella acaba siendo su criada, que el caballo apesta a estiércol y que al príncipe le sale barriga, se le empieza a caer la hermosa melena y se
vuelve un vago.

Ése es el verdadero final de los cuentos de hadas, pero eso no lo van a escribir en una historia para niños, aunque sí lo deberían
advertir en algún manual sobre cómo
tratar con hombres.

Por desgracia para el mundo, son muchas las personas que aún creen en este día, aunque solamente sea un invento de los centros comerciales.

Pero también me he dado cuenta de que
hay muchas otras que no pueden con él.
Por eso, a través de mi singular tienda,
ahora esas personas pueden expresar
lo que sienten.

En Love Dead nos especializamos en decir lo que otros no se atrevieron: que el día de San Valentín apesta. Poseemos un extenso catálogo y gran variedad de artículos para que lo hagáis como deseéis.

—¡¿Que quieres que haga... qué?! —exclamó Kim JongIn, apodado el Rey de Corazones, el propietario de más de una decena de tiendas dedicadas a los enamorados, mientras arrojaba con violencia el periódico encima del escritorio de su padre.

—¡Seduce a ese doncel  y convéncelo para que cierre su negocio! —repitió Kim Seonho con desesperación.

—¿Me has hecho venir desde Francia, donde iba a pasar un romántico día de San Valentín con un hermoso modelo, para pedirme que seduzca a un doncel? Papá, si esto es uno de tus trucos para emparejarme con alguien y que te dé finalmente los nietos que tanto deseas, permíteme señalarte que no funcionará.

—¡No, por Dios! ¡Por nada del mundo quisiera que te casaras con ese maldito! ¡Quiero que Do Kyungsoo esté lo más lejos posible de mi persona y de mi banco!

—Vamos a ver si comprendo lo que intentas decirme —trató de resumir JongIn—. Tienes a un cliente que mantiene sus cuentas saneadas, que paga sin demora, que le ha dado trabajo a alguno de tus deudores, con lo que ellos se han puesto al día con sus pagos.

¿Y me estás diciendo que quieres deshacerte de él? Creo que ha llegado la hora... Papá, he visto una residencia muy bonita...

—¡Déjate de chorradas! —gritó Seonho, furioso por las estupideces de su hijo—. Sí, es verdad todo lo que dices de ese joven, pero ¡me tiene harto!

Todos los meses me paga mil quinientos
dólares en monedas de un centavo. ¿Sabes el tiempo que les lleva a mis empleados contar todo ese dinero? ¡He tenido que contratar a más personal sólo para sus puñeteras monedas!

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora