El local tenía una docena de mesas de plástico con sus respectivas sillas y la gente se sentaba muy cerca unos de otros, mirando un partido de fútbol en una gran pantalla. La barra se hallaba atestada de clientes que gritaban insultos bastante originales.
Y, para colmo de males, el establecimiento tenía un nombre que parecía el título de una película porno: Las salchichas de Daisy. Por lo menos, la comida era bastante decente, pensaba JongIn, antes de devorar su último trozo de pizza.
—La próxima vez que salgamos, recuérdame que no te deje elegir el sitio donde iremos a cenar —comentó, observando con atención el lugar donde estaban comiendo, que no podía ser definido con otro calificativo que no fuera «tugurio».
—¡Venga ya! ¡Si te encanta la pizza! ¡Te has puesto como un cerdo! — exclamó Kyungsoo alegremente, chupándose los dedos.
—Eso es porque te has negado a que pida cubiertos y me has desafiado a comer con las manos, después de insinuar que soy un niño pijo —se quejó JongIn, mientras se limpiaba con una arrugada servilleta de papel.
—Eres tú quien ha dicho que podía elegir donde quisiera ir a cenar.
—Tengo dinero suficiente como para llevarte a un refinado restaurante francés en el centro de París en un momento y tú decides traerme aquí.
—Admítelo: no soy como tus otros donceles, yo tengo cabeza y buen gusto —bromeó Kyungsoo, señalando el escandaloso ambiente que los rodeaba.
—Creo que algunas de los donceles con los que he salido tendrían algo que decir ante esa afirmación. Recuerdo que entre ellos había un abogado y alguno que otro licenciado en Medicina. En cuanto a tu buen gusto, siento ser yo el que tenga que decírtelo, pero apesta.
—No te creo, rubito, seguro que todos eran modelos.
—No salgo solamente con modelos. Además, si eso fuera así, ¿en qué categoría te meteríamos a ti? Porque en estos momentos estás saliendo conmigo.
—Sólo porque me has pillado con la moral baja el día de mi cumpleaños, y además no podía negarme por ese estúpido acuerdo.
—Olvidémonos de ese papel que nunca debió haber existido —replicó JongIn, un tanto molesto.
—¿Por qué? Es por lo único que sales conmigo —contestó Kyungsoo despreocupadamente.
—¿En serio crees que saldría contigo sólo por una estúpida apuesta? Estoy aquí porque me gustas —confesó JongIn, reconociendo en voz alta algo que llevaba tiempo pensando.
—¿En serio? —preguntó Kyungsoo un tanto irónico—. ¿Y qué es lo que te gusta de mí?
—La verdad, no lo sé —respondió JongIn tras un instante de reflexión—. Eres el doncel más molesto y fastidioso que tengo el placer de conocer, siempre estás hostigándome con alguno de tus regalos o tus ácidos comentarios, pero, a pesar de ello, me gustas porque eres sincero y me tratas como si fuera una persona cualquiera y no el famoso Lee JongIn.
No permites que mi ego se agrande por ser el dueño de Eros. No me halagas, más bien me retas continuamente, sin importarte mi poder o mi dinero. Además, me encanta deleitarme con ese cuerpecito tuyo que me provoca tantas fantasías. ¿Y bien? ¿Qué es lo que viene ahora? —planteó, levantándose de la incómoda silla.
—Lo siento, pero tengo que ir a un sitio al que tú definitivamente no puedes acompañarme. Así que por hoy nuestra cita termina aquí —dijo Kyungsoo.
—¡Venga ya! Yo puedo ir a cualquier sitio al tú vayas, y sin duda alguna, ser el alma de la fiesta —se jactó él, burlándose de la mala fama que daba la prensa a sus numerosas y escandalosas reuniones.
—Vale, ¿por qué no? Después de todo, tengo derecho a divertirme un poco el día de mi cumpleaños —declaró Kyungsoo, mirándolo de arriba abajo con una de sus audaces sonrisas—. Pero no puedes ir así vestido. Nada de trajes millonarios: unos vaqueros y una camiseta valdrán.
—Si yo me tengo que cambiar de ropa, exijo que tú también lo hagas. Nada de vaqueros y camisetas. Quiero verte con un bonito y sexy traje.
—Te daré una invitación y nos veremos allí, pero sinceramente, no creo que te dejen entrar.
—¿De modo que finalmente vamos a una fiesta de San Valentín? — preguntó, confuso con las evasivas de Kyungsoo a darle más pistas.
—Algo así —contestó él, sonriendo maliciosamente.
—¡No me lo puedo creer! — exclamó JongIn una vez más, mientras admiraba su invitación que hasta hacía un momento no había abierto.
—Lo entiendo, amigo, ¡yo tampoco me puedo creer que tenga una de éstas! —comentó amigablemente el hombre que se encontraba en la cola detrás de él.
—«La discoteca Retorno les invita a la gran fiesta de anti-San Valentín, que comenzará hoy a las doce de la noche» —leyó JongIn en voz alta, sin acabarse de creer que Kyungsoo hubiera tenido la osadía de invitarlo a uno de esos actos.
Dudó un segundo cuando se encontró delante de la puerta. Su imagen resultaría gravemente perjudicada si alguien de la prensa lo veía asistiendo a una fiesta que representaba todo lo contrario de lo que él se dedicaba. Luego pensó en su amado Kyungsoo esperándolo toda la noche, decepcionado de nuevo por un hombre, así que cedió a la locura y se adentró en un mundo totalmente desconocido para
él.Cuando bajó la escalera, hacia el sótano de la discoteca, JongIn observó con curiosidad la inusual decoración. Unos globos en forma de corazones negros y blancos colgaban del techo. En la barra, algún que otro osito de peluche con cara amenazadora sostenía un rojo corazón con un escandaloso «TE ODIO».
Todo lo demás parecía lo normal en cualquier fiesta: luces vibrantes, música alta, algunas bailarinas y un escandaloso disc.jockey que daba la bienvenida a todos a aquella extraña celebración. En un lado de la pista, hablando con un hombre bastante serio pero un tanto desaliñado, estaba Kyungsoo, con un explosivo traje sexy rojo.
Un embaucador envoltorio que JongIn quería desenvolver muy lentamente, para deleitarse con el exquisito pecado que era su cuerpo. ¡Joder! Si hubiera sabido que ése sería el resultado, no le habría pedido que se vistiera con algo más. ¡Por Dios! ¡Tendría que pelearse con medio bar para llegar hasta él, y apartar de su camino a un enorme número de babosos que no dejaban de intentar ligárselo!
En esos momentos, JongIn únicamente tenía ganas de declarar a los cuatro vientos que aquel doncel era suyo y gruñirle a todo espécimen masculino que osara acercarse a más de medio metro de él.
—Y pensar que alguna vez he sido un hombre que desconocía el significado de la palabra «celos»... —suspiró resignado, mientras se adentraba en aquella infame fiesta, para ir en busca de su ansiada recompensa.
Lo prometido es deuda dos capítulos por día.
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Nos leemos mañana
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El amor nos separará (Kaisoo)
FanfictionDo Kyungsoo y Kim JongIn enfrentados en los negocios, uno adora San Valentín y el otro lo detesta, en que terminara este enredo