Capítulo 11.2

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—¡Que no me entere yo de que este culito pasa hambre! —bromeó una vez más Kyungsoo, mientras pellizcaba el firme trasero de JongIn de camino a su coche.

—¡Como vuelvas a hacerlo una vez más te vas a enterar! —lo amenazó él, un tanto molesto con la inoportuna frase y sus incómodos pellizcos.

—¿Así es como tratas al doncel  que te ha salvado del acoso masculino? —se burló Kyungsoo, sacando a colación su situación de unos minutos antes—. Hay que admitir que la frase de tu admirador era bastante original —comentó Kyungsoo, recordándole los insufribles instantes en que había sido acosado por una marea de hombres bastante insistentes.

—No me lo recuerdes más. ¡He estado a punto de romperle la mano a ese sujeto! ¡Si no llegas a intervenir tú, te juro que se la parto! —contestó él, furioso, recordando cómo Kyungsoo se había interpuesto delante de aquel hombre y, colgándose amorosamente de su cuello, lo había reclamado como suyo.

—Creo que le ha quedado claro que no eras de ese tipo de hombres cuando por poco me violas en la pista de baile —se rio Kyungsoo, alisándose el arrugado traje.

—Culpa tuya. Y de esa ropa que llevas —señaló JongIn, acorralándolo contra la puerta de su coche.

—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó él, confuso, cuando una serie de dulces besos comenzaron a.descender por su cuello.

—Acabar con tus burlas de la única manera que sé —declaró JongIn, aprovechando la oscuridad del aparcamiento para dar rienda suelta a la obsesión que lo había torturado toda la noche.

JongIn abrió su camisa y sonrió malévolo al ver que no llevaba sujetador de donceles que ocultase sus hermosos y turgentes pezones. Luego procedió a devorarlos con el feroz apetito y el deseo que lo había perseguido desde que lo vio llevando aquella escandalosa prenda que dejaba desnuda su espalda.

—¡JongIn, para! ¡Estamos en un parking! —l protestó Kyungsoo, jadeante ante el intenso placer que estaba sintiendo en esos instantes.

—No te preocupes, sólo necesito unos  minutos... —contestó él ante sus quejas, negándose a soltarlo.

—¿Para calmarte? —preguntó Kyungsoo, esperanzado, a la vez que se retorcía entre sus brazos con deseo de alguna más de sus caricias, aunque no fuera ése el momento ni el lugar.

—No, para hacerte llegar — respondió JongIn, jactancioso, mientras deslizaba una mano con delicadeza por sus piernas, y le metía las manos por el pantalón hasta  llegar a sus húmedos boxers, y se los echaba a un lado para acariciarlo íntimamente.

—¡JongIn, para! —suplicó Kyungsoo, rindiéndose sin embargo a sus caricias, cuando uno de sus dedos invadió su interior. Él mordisqueó sus jugosos pezones, mientras Kyungsoo se recostaba contra el coche sin poder resistirse a la pasión de aquel hombre. Le cogió la cara y le exigió un beso que acallara sus gemidos de placer. JongIn no se lo negó y le devoró la boca sin piedad. Luego le alzó una pierna, que se puso alrededor de la cadera, para que el acceso a su húmedo interior fuera más fácil y placentero.

Con la mano hacía que vibrara de placer al acariciar su glande, a la vez que su firme y palpitante miembro frotaba contra su anhelante culo. Kyungsoo se arqueó entre sus brazos cuando sus fuertes manos lo elevaron, sosteniéndolo contra su cuerpo, mientras su impaciente erección, aún recluida en su encierro, rozaba su punto más sensible.

JongIn lo penetró con dos dedos, imponiendo un ritmo que lo hizo llegar a la culminación del deseo. Kyungsoo se movió descontroladamente contra él, mientras la otra mano de JongIn  seguía torturando sus erguidos pezones, que apenas notaban el fresco de la noche.

El amor nos separará (Kaisoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora