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Capítulo 12

Capítulo 12

Iban a casarse el 4 de agosto, en una iglesia católica de donde la madre de YoonGi era feligresa y con los que hacía retiros espirituales de vez en cuando.

Un favor del párroco, alegó, que les había dado un hueco para casarlos, a pesar de que había una lista de parejas larguísima, porque YoonJeong era una devota fiel y siempre dejaba un buen donativo cuando pasaban el cepillo en la misa dominical..., y porque el cura era su primo tercero, o algo así.

El banquete y la fiesta sería en unos jardines florales a las afueras de Incheon que YoonAh había encontrado después de pasarse horas cotilleando a influencers, usando sus bonos de descuento y cualquier cosa que se lo dejara más barato, aunque no sirvió de nada, porque con el poco tiempo de margen todas las empresas ponían un precio altísimo.

El jardín tenía un albergue de lujo donde los familiares más allegados pasarían la noche. También tendrían música en directo, barra libre hasta las cinco de la madrugada, un selecto menú de diez platos y una piscina privada a la disposición de los invitados para superar el calor del verano.

NaSeol no había organizado absolutamente nada, YoonGi tampoco.

Ni siquiera habían intercambiado más de dos palabras en estos días, siendo estas por mensaje, y solo se habían visto en el comedor del hospital, donde no habían hecho más que saludarse con los ojos o con un brevísimo ademán con la mano.

Sin haberse dado cuenta, habían relegado todas las funciones a YoonAh y YoonJeong, aunque no se quejaban; ellas parecían más que ilusionadas en ser las organizadoras de semejante fiesta. Como si hubieran estado esperando este momento, la boda de YoonGi, toda su vida.

No se quejaba tampoco, incluso le sorprendía, que las Min la hubieran aceptado en su familia con tanta rapidez y simpatía. Ni siquiera había tenido que esforzarse un mínimo para ganárselos —excepto una segunda bandeja de galletas para los sobrinos de YoonGi—, y eso le daba una ligera idea de dos cosas: que estaban desesperadas por desposar al doctor y que cualquier mujer que no fuera InJae era más que válida.

A lo largo de este tiempo, solo había tenido que revisar el móvil cada dos por tres para ver los mensajes de su futura familia diciéndole: «¿quieres mesas redondas o mesas rectangulares?», «¿como recena pizza o perrito caliente?», «¿los cetros de las mesas serán con flores u otro tipo de adorno?» y un montón de preguntas así.

Tampoco iba a quejarse porque (1) le quitaban mucho peso de encima y (2) se estaban ahorrando un wedding planner.

A la enfermera le resultaba raro, incluso le hacía sentir culpable, que no estuviera encargándose de nada. Supuestamente era su boda, y como tal debía estar emocionada, loca por que todo saliera perfecto, discutiendo por el color de las flores una y otra vez..., pero como todo era falso, sentirse eufórica era algo imposible. Había preferido refugiarse en el trabajo, como YoonGi.

Y no era como si las Min se hubieran quejado o extrañado de la falta de alegría de la pareja. Así que otro peso menos: no tenían que actuar exuberante entusiasmo.

Sin embargo, sí que la necesitaban para la elección del vestido. Para ello, harían una visita a la famosa modista de Seúl que a la duquesa le gustaba tanto, que daba la casualidad de que tenía varias colecciones de vestidos de novia.

En un principio solo iban a ir su futura suegra y cuñada, pero en cuanto Nana se enteró de las intenciones, se apuntó al plan, teniendo que firmar un justificante de salida para la residencia, y luego se apuntó YeoReum.