Capítulo 39

714 80 51
                                    

Capítulo 39



La mañana del 25 de noviembre despertó nublada y fría. El pronóstico del tiempo daba lluvia en torno a las doce del mediodía y a partir de entonces prevalecería hasta entrada la madrugada. Era el día perfecto para quedarse en casa haciendo arrumacos en el sofá, disfrutando de una buena peli.

NaSeol salió de la habitación atusándose el pelo mojado con los dedos. Diciembre empezaba a llamar a la puerta y el frío en la casa invitaba a ponerse el pijama más calentito y cubrirse con la manta más gruesa. A ella le gustaban mucho las estaciones frías. El sudor y la alergia al polen no eran santos de su devoción. No había nada mejor que ponerse mil capas de ropa y saborear un buen chocolate caliente.

YoonGi estaba preparándose un café a la par que le daba mordiscos a un bollo espolvoreado con azúcar glas. NaSeol se acercó por la espalda y le rodeó con los brazos. Recostó su cabeza sobre él y cerró los ojos inhalando su aroma. Suavizante, gel de baño. Era una aroma que la embriagaba. Podría quedarse así todo el día.

—Buenos días —dijo contra él.

El otro se dio la vuelta, apoyándose contra la encimera. Tenía una mano ocupada con el café y la otra con el bollo, pero eso no impidió que se reclinara para besar a NaSeol en los labios. Una estela brillante de diversión cruzó los ojos de la chica, admirando los labios llenos de azúcar del doctor y, seguramente, los suyos también se habrían manchado.

—Buenos días —saludó con la mejilla abultada por la comida—. ¿Has desayunado?

—Mi cuerpo pegajoso me rogaba a gritos darme primero una ducha. —Una sonrisa curvó los labios de YoonGi. El causante de aquello era él. Habían estado revolcándose entre las sábanas, echando varias rondas, hasta que NaSeol había izado la bandera blanca pidiendo rendición, descanso y una más que cumplida satisfacción.

Últimamente habían estado teniendo sexo como locos. Desde que llevaron a sus sobrinos al acuario, para ser más exactos. YoonGi era el que siempre la buscaba, el que se colaba en la ducha para hacerlo juntos y el que deslizaba la mano por los pantalones de NaSeol justo a las puertas de casa, antes de irse a trabajar. A ella le gustaba todo aquello, pero estaba agotada. A veces sentía que había cubierto el cupo de sexo para cien años.

—Qué poco considerado por tu parte, NaSeol —comentó él—. No invitarme a la ducha contigo.

NaSeol soltó una pequeña carcajada. Deslizó sus manos por debajo de la camiseta de YoonGi. Estaba calentito, suave.

—¿De qué es? —preguntó, señalando con la mirada el trozo de bizcocho.

—De limón. —Sin preguntar, se lo acercó para que NaSeol le diera un bocado. Ella frunció el ceño a la vez que gemía, poniendo la mano bajo la boca para que las migas no cayeran al suelo—. ¿A que está rico? —Ella asintió—. Son de la pastelería que está por aquí cerca. Te llevaré un día.

NaSeol tragó el dulce y buscó un segundo mordico. YoonGi volvió a acercárselo, pero justo en el momento en el que ella iba a darle otro bocado, lo apartó de un tirón y la besó. Cuando se apartó, fugaz y con una actuada inocencia, ella chasqueó la lengua e imitó la sonrisa que él le dedicaba.

Entonces la volvió a buscar, profundizando un poco más el beso. Sabía dulce, a azúcar, un poco a café. NaSeol sentía que se derretía ante él. Le encantaba cuando la besaba. Se sentía la chica más afortunada del mundo. Compartir un momento así, tan íntimo y relajado, hacía que su respiración y sus músculos liberaran cualquier tensión acumulada. Sus besos eran curativos.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora