Capítulo 8

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Capítulo 8



NaSeol se equivocaba, se equivocaba rotundamente.

YoonGi era muy capaz de hacerle creer a todos que la amaba y cuidaría de ella. Que la amaba de verdad, perdidamente; con locura.

Solo necesitó un par de palabras y una labia elocuente para ganarse a su abuela, aunque le daba la sensación de que, para ella, cualquier hombre era válido a esas alturas.

YoonGi lo estaba haciendo excelente.

Después de dejar la moto a medio arreglo al darse cuenta de que tendría que dedicarle demasiadas horas, se había duchado, esquivado la retahíla de preguntas de HoSeok y vestido con una simple camiseta blanca y unos vaqueros.

Nunca se habría imaginado que YoonGi se llevaría tan bien con Nana... y con el resto de ancianas de la residencia. Apenas había cruzado las puertas, la atención recayó sobre él. Los abuelos estuvieron acribillándole a tantas preguntas que YoonGi ya no sabía qué cosas contestaba, ni si lo que decía era real o falso.

—Un médico, ¡un médico! —repitió Nana, alzando los brazos en gesto triunfal—. Debía haber supuesto que mi NaSeol acabaría con un médico, teniendo en cuenta dónde trabajaba... ¡Pero había perdido la esperanza de que estuviera con alguien! ¡Con lo sola que ha estado siempre!

—Nana —habló NaSeol con los dientes apretados en incomodidad, dejando una bandeja de frutas sobre la mesa—, ¿qué hemos hablado de no ridiculizarme frente a YoonGi?

Se dejó caer en la silla acolchada y conectó miradas con YoonGi. Sus mejillas debían de doler después de estar actuando por tanto rato esa sonrisa.

—¡Qué alegría tan grande! —continuó diciendo la anciana, ignorando a su nieta.

—La alegría es mía por poder estar con NaSeol —le dijo él, mostrando la hilera de sus pequeños dientes—. He tenido mucha suerte de conocerla. No podría estar más feliz.

Estaban en el jardín de la residencia, en una de las mesas de exterior. El sol brillaba con fuerza, pero estaban resguardados bajo la sombra de un árbol de follaje espeso. Sonaban las cigarras, las briznas de hierba frotarse entre sí por el viento y los pájaros se alimentaban del comedero que había cerca de los setos florecidos.

Era un lugar bonito, al igual que el resto de la residencia. NaSeol había querido que su abuela estuviera en la mejor de toda Incheon, donde recibiera los mejores cuidados y donde le ofrecieran los más diversos servicios de entretenimiento para contrarrestar todos esos días en los que ella no podía visitarla.

—Qué bien hace la pelota tu novio —bromeó la mujer, mirando a la joven.

—Abuela...

—¿Qué puede decirte si es la verdad? —se rio él de vuelta, siguiéndole la corriente a la anciana—. Su nieta es la mejor mujer que he conocido en mi vida. Lo tiene todo: es inteligente, valiente, divertida... Y excelente en su trabajo. Gracias a ella ayer salvamos la vida de un chico. De no haber sido por ella, que estaba atenta mientras yo estaba distraído, él podría no haber llegado contarlo.

NaSeol no pudo evitar sentir un mazazo en el corazón porque sabía que eso eran mentiras y lo único que había hecho era cambiar los roles de la historia.

—Guapo, simpático, gracioso... E incluso me trae bombones —señaló Nana con una sonrisa bobalicona, totalmente prendada de él. Sobre la mesa había una caja de bombones, sus favoritos.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora