Capítulo 15

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Capítulo 15



YoonGi se olvidó de todo y de todos cuando NaSeol cayó sobre él como un peso muerto.

Consiguió sujetarla antes de que se cayera al suelo, al grito de júbilo de todos los invitados, y de inmediato le apartó el cabello del rostro para tratar de verlo, blanco como la nieve, incluso de un enfermizo amarillento. Lo siguiente que hizo fue olvidarse de que estaba en su propia boda para transportarse directamente a su posición como doctor. NaSeol necesitaba ser atendida de inmediato.

—¿Qué ha pasado? —inquirió YoonJeong, rápida en subirse al altar.

—¿Se ha desmayado? —continuó HoSeok.

—¡Mi niña, ¿está bien?! —quiso saber Nana, agarrada al brazo de Jin, quien la había ayudado a acercarse a su nieta.

—Si es que aquí hace mucho calor —agregó YoonJeong.

—Y los nervios no ayudan —corroboró Nana.

—¿Hay algún médico? —dijo YoonAh, solo para recibir la rápida mirada desaprobatoria de su hermano pequeño.

—Yo soy el médico.

Haciéndose espacio entre todos, la cargó en brazos y afianzó el agarre mientras pensaba una solución. NaSeol se apoyó contra su pecho con los ojos cerrados, las cejas arqueadas en un constante sufrimiento y su consciencia yendo y viniendo constantemente. Intentó decirle a YoonGi que la dejara en el suelo, que pesaba demasiado y que podía andar, pero solo pudo emitir balbuceos.

Preso de la descontrolada situación, con la mirada de los invitados como agujas punzantes, YoonGi siguió al cura hasta una habitación colindante que tenía varias sillas y bancos amontonados en una esquina y una estantería repleta de libros y de velas sin estrenar. Detrás de él iban su hermana, su madre y la abuela de NaSeol, además de un asustado Jin y un HoSeok al que le habían arrancado las palabras de la garganta.

Fue este último rápido en tomar una de las sillas y colocarla en mitad de la sala. YoonGi dejó a NaSeol sobre ella al tiempo que esta empezaba a abrir los ojos lentamente, dando tirones a su cuello con cada cabezada, desorientada y sudorosa. 

Cuando YoonGi atisbó que estaba consciente, no dudó en hablarla.

—¿Qué te pasa? —preguntó con tono rígido y serio.

Ella se reclinó sobre la silla, amenazando con volver a caer rendida.

—No puedo respirar —expulsó en un hilo de voz.

YoonGi no necesitó más explicaciones cuando la mano medio muerta de NaSeol señaló al corsé del vestido.

Sin más dilación, rodeó la silla y empezó a desanudarlo con manos que no temblaban. Fue deshaciendo la prisión del pecho, dejando sueltas las tiras que se entrecruzaban. Su espalda iba quedando lentamente al desnudo, y a YoonGi le hirvió la sangre cuando vio la marca de las costuras y los anillos de metal por donde pasaban las cintas en la carne fina de su espalda y en la columna vertebral.

—Cuando decía que le apretaba el corsé, no pensaba que tanto —se lamentaba su abuela, abanicando con todas sus fuerzas el rostro de su nieta. Algunos de sus mechones se le pegaban al rostro y al cuello por el sudor.

—¿Cómo te encuentras, querida? —YoonJeong también la abanicaba.

NaSeol asintió con la cabeza lentamente. No podía hablar. No le salían las palabras. Siquiera podía pensar con claridad. No sabía ni cómo había llegado ahí si hace unos instantes estaba recitando los votos en el altar.

The Closest Friend » YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora